Por Andrea Carrión / WUF
Leyla Reyes recuerda muy bien el día que le tocó recoger a Dalí de una clínica veterinaria. Pocos días antes le había prometido a su amiga veterinaria que la adoptaría, pero nunca imaginó que la encontraría en ese estado, menos aún esperó escuchar a su papá decir “Hija, ¿en qué te has metido?”
Seis meses atrás esta perrita de raza Cocker Spaniel había sido rescatada por una señora que la encontró deambulando por las calles de Miraflores. Apenas le calculaba unos 3 meses de edad y la llevó a una clínica veterinaria.
Ahí los doctores le diagnosticaron desnutrición severa y una descalcificación tan seria en ambas patas delanteras que le impedía tenerlas derechas.
“La pobre parecía una foca porque al no estirar bien sus patas, caminaba sobre sus codos y se arrastraba”, comenta Leyla, quien tras llevarla a casa, pasó los siguientes dos meses cambiándole férulas todas las semanas y siguiendo religiosamente un tratamiento de calcificación y nutrición.
Con dedicación, Leyla logró que la cachorra volviera a caminar con normalidad. Hasta subió de peso y le mejoró el pelo, pero aún faltaba el otro 50%; su recuperación emocional. Y aquí es donde Ramón fue clave.
Amor a primera vista
Hasta la adopción de Dalí, Ramón había sido amo y señor de este hogar chalaco, y toda la familia sospechó que podría haber problemas de celos y territorialidad con la llegada de otro perro, pero sucedió todo lo contrario.
“Hubo un ‘click’ especial con Ramón. Con nosotros Dalí era muy tímida, al parecer la maltrataron bastante en la calle porque no dejaba que la gente se le acercara, al único que amaba y adoraba era Ramón. Desde que llegó, ella se escondía debajo de mi cama y yo tenía que meterme con el plato de comida porque ni salía a comer. Pero cuando veía pasar a Ramón, ahí sí lo seguía. Gracias a él es que se terminó integrando. Le tomó como cuatro meses agarrar confianza con nosotros. La recuperación completa le duró un año”, cuenta Leyla.
Tal fue su química con Ramón que en octubre del 2014 salió preñada.
“Cuando llegó Dalí, dijimos ‘vamos a esterilizarla’, pero Ramón nos ganó por puesta de mano (o pata)”, comenta Leyla entra risas. “La pisó y terminó teniendo siete cachorritos, seis hembras y un machito”.
Decidieron buscar hogares responsables para todas las hembras y se quedaron con el macho, a quien llamaron Borges. Al final una sola hembrita, Muti, no fue adoptada y también se quedó con ellos.
“Cuando publiqué las fotos de las cachorras en Facebook, me llovieron las solicitudes por Inbox, pero para mi era importante saber que se irían a personas comprometidas en cuidarlas bien, así que nos aseguramos de que fueran familias con las que podría hacerle seguimiento y visitarlas. Por eso me costó un poco ubicarlas”, señala Leyla.
Encontrar a personas que quisieran y pudieran adoptar a estas perritas de raza fue relativamente fácil comparado a lo que le tocó vivir un par de meses antes.
Alma de rescate
A mediados del 2014 Leyla trabajaba en una empresa ubicada en Lurín. Había quedado sorprendida por la cantidad de perros callejeros que deambulaban por la zona en busca de comida, refugio y cariño. Decidida a ayudarlos de alguna manera, se las arregló para compartir con ellos parte de las sobras del almuerzo de algunos compañeros de trabajo y en el proceso, se encariñó con una perrita de raza mixta a la que llamó Pupi.
Lo más duro fue cuando se enteró que Pupi estaba preñada de once crías.
“Cuando nacieron, los cachorritos estaban cerca del mar y por la brisa, paraban mojados y muertos de frío, y la pobre Pupi que trataba de cuidarlos como podía. Encima los niños de la zona jugaban con ellos como si fueran juguetes. No nos dio mucho tiempo de pensar, solo sabíamos que no podíamos dejarlos ahí solitos”, dice Leyla.
Con la ayuda de unas amigas, Leyla consiguió no solo acomodar a Pupi en una caja de cartón donada y alimentarla a diario, sino que además logró dar en adopción a cada cachorro.
Dos meses después le tocó encargarse de la adopción de las cachorras de su propia perrita, Dalí, y para sorpresa de todos, Pupi, quien seguía viviendo en la calle, volvió a salir preñada en el 2015, esta vez de nueve crías.
“¡No lo podíamos creer! Con mis amigas volvimos a las publicaciones en Facebook y a las campañas de adopción en busca de gente que quisiera a los cachorritos, y esta vez sí incluimos a Pupi. Felizmente logramos ubicar a todos otra vez en buenas familias y una persona se animó y adoptó a la mamá”, comenta Leyla.
Con un trabajo de tiempo completo y cuatro perros a su cargo, a Leyla no le sobra el tiempo para andar en busca de hogares para perros callejeros, pero entiende lo que ello significa tanto para el indefenso animal como para la salud pública. Haber ayudado a Pupi no resuelve el problema de sobrepoblación de animales en estado de abandono, pero sí contribuye.
“¡Es un montón de chamba! Muchos no se mandan a ayudar a estos perritos abandonados porque piensan que tendrán que hacer todo solos, pero siempre hay gente dispuesta a ofrecerte apoyo. Sí es chamba, pero la satisfacción de cambiar la vida de esos animalitos es mucho mayor”, asegura Leyla.
“En cuanto a vivir con cuatro perros en un departamento... es una responsabilidad, es complicado, la casa sufre, es alto mantenimiento y hay que educarlos bien, pero si estás dispuesto a asumirlo, la recompensa es más grande que todo el trabajo y los gastos que te genera”, añade Leyla.
Reconocida por WUF
Hace unos días Leyla Reyes fue elegida por Humans of WUF, una campaña que busca promover la adopción de mascotas.
A mediados de agosto, esta asociación sin fines de lucro lanzó ‘Humans of WUF’ (traducido al español, Humanos de WUF), una acción que busca motivar a más gente a mejorar la calidad de vida de un animal sin hogar, o al menos empezar a considerarlo.
Inspirado en el proyecto ‘Humans of New York’, el que desde el 2010 retrata la vida cotidiana de cientos de residentes de esta ciudad, WUF se ha propuesto hacer algo similar con individuos y familias que han adoptado una mascota en el Perú.
Esta campaña consiste en subir una fotografía del perro y su dueño en el muro de WUF en Facebook, junto con un comentario del adoptante.