Hay mujeres que perciben la idea de divorciarse como un baldazo de agua fría y lo relacionan con un “fracaso” en sus vidas. Pero Kathy Masunaga de Honolulu, Hawái, no quiso sumirse en la tristeza cuando su matrimonio terminó. Todo lo contrario, le dio un giro a la situación y salió delante de una forma peculiar: horneando.
Kathy siempre amó preparar dulces pero su esposo no la apoyaba en su sueño de tener una tienda propia. Luego de 25 años de un matrimonio complicado y de escuchar la frase “Tú no puedes cocinar nada” tantas veces, se armó de valor y pidió el divorcio.
Con dos hijos que mantener y ningún apoyo económico, Kathy dejó su trabajo de oficina para alcanzar por fin su meta: abrir su local de postres. En el 2009 comenzó a trabajar en un negocio de catering para poco a poco irse abriendo paso hasta fundar Sweet Revenge o Dulce Venganza, su tienda que hoy vende más de 500 pasteles a la semana.
Para ella, el divorcio fue una motivación para salir adelante y sentirse una mujer plena. Y su dulce venganza no es devolverle la mala vibra que la persiguió durante años a nadie sino que “su felicidad, trabajo duro y éxito son su verdadera venganza”, tal y como explica en su página web.