Todas sabemos que lo mejor antes de comprar alguna nueva prenda y llevarla a casa es probárnosla en la tienda. Y si bien somos conscientes de que es necesario hacerlo, también es uno de esos momentos que encontramos irritantes e incómodos.
Estos son los motivos que hacen que esta tarea sea una de las más fastidiosas al momento de ir de compras.
1. El tiempo de espera
Las colas siempre son desesperantes y aún peor si estas parada en medio de la tienda cargando con ganchos de ropa, tu cartera, tu saco, tu lonchera después del trabajo o si tienes que cuidar que tus hijos no hagan destrozos.
2. Da flojera
El simple hecho de pensar en que tenemos que sacarnos toda la ropa para probarnos algo ya nos da pereza. Y peor aún si es invierno, la época del año en la que traes más prendas encima y desvestirse no es solo más tedioso sino que te mueres de frío.
3. El espejo del probador no esconde nada
Hay mujeres que no tienen un espejo de cuerpo completo en casa. Es por eso que un espejo de 360° puede significar un shock pues no hay parte de tu cuerpo que puedas esconder: te das cuenta que tus piernas están más llenitas, te ha crecido el trasero, tu cintura no es la de antes y eso que traes puesto no te queda tan bien como pensabas.
4. Se arruina tu peinado y maquillaje
A veces las compras pueden ocurrir en cualquier momento, incluso antes de ir a una reunión o en la hora de almuerzo en la oficina. Y es al desvestirte para probarte ropa cuando tu pelo se vuelve una melena de león y tu maquillaje se corre dejando una mancha en tu rostro o peor, terminas ensuciando la prenda que elegiste.
5. Te das cuenta que tu talla ya no es tu talla
Nada más triste que descubrir que el pantalón talla 34 que hace unos meses te quedaba bien, hoy ya no te cierra. Pero también podemos ver el lado positivo en este punto, como cuando la talla de sostén que usabas te queda pequeña lo que significa que tu escote ha mejorado considerablemente.
6. La ropa complicada
Caminas por la tienda y ves un vestido lindo en el maniquí. Lo tomas, vas al probador y ahí empieza tu lucha por sobrevivir a esa extraña prenda que parece querer ahorcarte, no entiendes por dónde meter las piernas o no llegas a los cierres y botones. Lo peor es cuando luego de pelear te das cuenta que te queda fatal.