Dice mi psicoanalista que quiero ir por la vida sin vivirla. Se refiere a que busco siempre la manera más indolora de pasar los diferentes procesos cuando, nos guste o no, uno tiene que experimentar lo que le toca. Escribo un blog de moda desde el 2008, pero llevo hablando o generando contenido de moda desde hace muchos años atrás. En ese período de tiempo he trabajado con varias marcas locales y muchas extranjeras, he escrito para medios de prensa e, incluso, ni en los mejores de mis sueños, he conducido un programa por cable.
Cuando se ha explorado por muchos caminos, solo queda seguir avanzando y hacerlo implica muchas veces reinventar. ¿Cuál era el paso siguiente?
Después de pensarlo, sentía que tenía una deuda pendiente conmigo misma, y solo para demostrarme que sí puedo –eso de lanzarme a otro terreno–, comencé a pensar en la marca propia. De esto, hace años. Tardé porque creo que no fui lo suficientemente valiente y durante años dilaté lo que podría ser o no un fracaso. Siempre le he tenido miedo (al fracaso). Creo que la única razón por la que no festejé ningún cumpleaños con fiesta bailable fue por temor a que nadie vaya.
Ojo, que mi neurosis en ese sentido no ha desaparecido y hasta ahora sufro en los cumpleaños de mis hijos por si no llega ningún niñito.
Volviendo a la marca, no quería hacer una marca por hacer, todo el mundo hace ropa, pensé. ¿Cómo me distingo de las propuestas actuales y locales? ¿Cómo logro conseguir la calidad que realmente me guste por la que pueda pagar? Entonces el proceso se fue dilatando hasta que finalmente la hora llegó. Y mis dos pasiones se encontraron: Vibra, como llamé a la marca, está inspirada en el yoga –disciplina que practico hace 10 años– y en su filosofía, por eso, su mensaje siempre es positivo.
Considero que empezar el año con un propósito nos enfoca y encamina, permite que nuestra atención, creatividad, tiempo y pensamiento estén dirigidos a un proyecto, y eso alimenta el espíritu. Al final, es como tener un hijo; nadie realmente está preparado para ese momento. Y me refiero a que siempre habrá una excusa o dos para sentir que no es el momento perfecto. ¿Por qué no apostar por lo que nuestro corazón dicta? He leído por ahí varios correos donde me cuentan que les fascina la moda, que no saben si mandarse o no, o que quieren empezar un blog… cualquiera que sea el sueño, si le pones corazón habrá valido la pena. Así que manos, corazón y mente a la obra.