Nicole Kidman, 46 años, apareció sonriente en la alfombra roja de Cannes para levantar la polémica. No solo por haber interpretado a Grace Kelly, quien murió a los 53, en una película que no fue aprobada por el Principado de Mónaco sino porque su rostro parecía haber sufrido una transformación. En la línea donde la belleza natural está en un extremo y al otro lado El Guasón, ella se encuentra cerca de la Tigresa del Oriente. Y en esa zona hay cuarentonas de todo tipo.
¿Qué le pasó a Nicole Kidman? ¿Qué se hizo en la cara? Sobre todo porque la actriz australiana bien clarito había declarado que ella era natural, que si bien durante un tiempo había saboreado el lado oscuro del bótox, se mantenía libre de cualquier asistencia contra arrugas. Puro bla bla bla, porque su rostro inflamado, sus pómulos hinchados y sus ojos desdibujados -cero arrugas- no solo la desmentían sino que opacaron su presencia en uno de los festivales de cine más famosos. Es broma, pero pareciera que la ex de Tom Cruise lo hubiese planeado todo para distraer a los ánimos alterados por la película de la princesa, que obtuvo pésimas críticas de la prensa especializada.
Semanas atrás, pasó desapercibido que Renee Zellweger, apareciera en otro evento con la cara de otra persona. La suya no sé dónde se quedó. Al parecer en el quirófano donde la atendieron y operaron de párpados, pómulos y nariz, o tal vez entre las inyecciones de bótox que ha decidido implantarse para no volver a reír o llorar jamás. Con tal cantidad de intervenciones su rostro será pronto una estatua. Ninguna llega a los 50, pero ambas parecen sufrir del síndrome Benjamin Button.
Pedirles a todas que abracen la llegada del tiempo con lo mejor de los ánimos es utópico. Pero, vamos, hay que saber encontrar el equilibrio.
Si vamos a optar por tratamientos de rejuvenecimiento, pensemos en los no invasivos, primero. En tratar de no cambiarnos. Podemos atenuar arrugas pero cambiarnos la expresión es otra cosa. Y créanme que se nota.
Así que, ¿qué hacer para evitar vernos como Nicole Kidman? Prevenir antes que lamentar. Debemos cuidarnos la piel desde los veinte, sí, flojera al tacho, y en aras de ese cuidado: no salir de casa sin bloqueador así llueva; hidratarse la piel todas las mañanas y nutrirse en las noches, tener una buena alimentación como primer paso, tomar bastante agua, no fumar. Si pasamos la juventud de los 20 y nos encontramos en los 30, seguir con lo recomendado antes y, ¿por qué no? probar por lo natural. Podemos optar por utilizar aceite de coco para hidratarnos, un milagro que funciona para todo tipo de piel, y tiene increíbles beneficios, sobre todo para la piel seca. Eso sí: somos lo que comemos, así que ya, de una vez, optemos por una alimentación sana donde el consumo de alimentos crudos, verduras y frutas, tiene que ser de un alto porcentaje.
¿Qué pasa si tenemos 40 y empezamos a creer que nos vemos viejas? Serenidad. Siempre tendemos a dramatizar, pero, calma, mujeres: nunca es tarde para comenzar a cuidarnos. Y recuerden las sabias palabras de senséi Karl Lagerfeld: «Nada te hace ver más vieja que querer verte joven». Amén.
Puedes leer la columna de Lorena Salmón y más notas interesantes todos tus domingos con Semana VIÚ!