Verónica Linares: "La cocina, el fuego y un consejo
Verónica Linares: "La cocina, el fuego y un consejo
Redacción EC

Uno de los mejores consejos que he recibido en mi vida me lo dio mi roommate, justo antes de mudarme sola. Al despedirnos mi amigo de siempre, conocido cariñosamente como ‘El Negro’ me hizo una serie de recomendaciones. La más importante fue la que parecería más obvia. La recuerdo -aún ahora- todas las noches antes de irme a la cama: «Verónica, procura no incendiar tu casa, por favor»

No lo culpo. Durante nuestra convivencia estuve a punto de quemar su cocina más de una vez. En dos oportunidades encontró un sartén ardiente sobre una hornilla prendida. Fue a buscarme y me encontró dormida. Al día siguiente le expliqué que mi intención era hacer un omelette. Que dejé la cocina prendida, mientras arreglaba la ropa que usaría al día siguiente en el programa y me olvidé del pequeño detalle. Me disculpé y prometí que no volvería a suceder. Pero ocurrió. Halló una tetera casi sin agua a punto de derretirse. Me contó que tuvo que sacarla con varios trapos envueltos en la mano, porque era intocable. La última vez que me dejó entrar a su cocina olvidé el horno prendido y sí, estaba vacío.

Creo que no hace falta decir que no sé cocinar y que he dejado de intentarlo por un tema de seguridad. He estado varias veces tentada a contar esta historia al ver la cara de desconcierto de algún colega de espectáculos que no entiende cuando le explico que no sé cocinar. «Pero ¿qué plato te sale mejor?», me repreguntan. Parece una conversación entre sordos. ¿Qué debo responder? ¿El omelette que casi incendia la casa? ¿El agua superhervida que se evaporó?

Es de imaginarse entonces, que cuando conocí a un chico que sabía cocinar, me atrapó. Más allá de su delicioso lomo saltado, menestrón o ají de gallina, me llamó la atención escuchar cómo aprendió las recetas. Ya sé que cada vez está más extendido que los hombres triunfen en la cocina, pero nunca antes estuve con uno.

Mientras movía el cucharón, me fue contando que los momentos más felices de su infancia, los vivió cuando acompañaba a su mamá al mercado y luego se sentaba a verla cocinar. Después, cuando tenía hambre, no quería molestarla y se lanzaba a la cocina. Luego ella aprobaba lo aprendido. Tengo entendido que muchos otros cocineros famosos pasaron por la misma historia. Y cuando dicen que un hombre que cocina te conviene, algo hay de verdad: la conexión de un hombre con su madre es clave en las relaciones de pareja. Alguna vez escuché que un buen hijo puede resultar un buen esposo y un buen padre.

Algunas mujeres se quejan de que sus enamorados o esposos sufren de mamitis. Yo les digo que se laven la cara con agua fría y reflexionen. No existe un sensor para detectar si un hombre podría resultar una buena pareja o no, pero ¿qué opinan de uno al que no le interesa su madre? Ahora,

¿qué les parece uno que se preocupa por ella? Eliminemos los extremos, porque cualquier  exageración es peligrosa. Si alguien es considerado, respetuoso y atento con su madre, ¿no tiene acaso más probabilidades de serlo también con su mujer?

‘El Negro’ fue el mejor de los hijos. No sabe cocinar, pero cuidó a mamá hasta el último día de su vida. Una vez, en nuestra época universitaria, ella me preguntó preocupada por su desordenado hijo: «¡¿Qué va a ser de este chico cuando yo no esté?!». Yo la tranquilicé diciendo: «Ay tía, tu hijo ya es grande». Años más tarde miren quién terminó cuidando a quién. Gracias a su consejo me mantengo alejada de la cocina y nunca incendié nada. Y no paso hambre, gracias a aquel cocinero que aún me prepara la mejor lasaña de carne del mundo.

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