Laura Zaferson
No tengo hijos ni perros ni plantas. Todavía no me siento capaz de hacerme cargo a tiempo completo de ninguno de ellos, ni por separado y menos a la vez. Cuando consiga que una planta sobreviva seis meses, pensaré en tener un cachorro, y si este llega al año sin escapar de mi casa, evaluaré tener un hijo que, cuando nazca, espero que traiga consigo un gen que le permita desde la cuna cuidar al perro y regar la planta, porque yo voy a estar bastante ocupada tratando de educarlo a él. Dicho esto, en tanto mis credenciales de madre, entrenadora y jardinera no mejoren, seré tía full time.
Además, sepan que tengo tantos que eso me tiene bastante ocupada. Increíble, pero cierto: tengo treinta sobrinos y por supuesto que no soy capaz de recordar sus nombres, al menos no todos a la vez. Aclaro que para este censo me he dado el lujo de excluir a los sobrinos postizos, para empezar porque su proyección de aumento es aterradora, según las ecografías que aparecen en mis redes sociales y, para terminar, porque los niños a los que estoy unida por sangre, gestos y muy festivas costumbres familiares alcanzan para surtir un campeonato barrial de fulbito, para desmantelar una nave espacial y certificar que soy tía de pies a cabeza, de adentro para afuera y por los cuatro costados.
LAS TÍAS DEL SIGLO XXI
Eso sí: no soy ni aspiro llegar a ser la inefable tía soltera de los mil gatos. Primero porque no tengo gatos –contrario a lo que pienso de los perros, temo que si adoptase un gatito, este un día terminará cambiando la cerradura de casa y echándome de mi propio hogar- y luego porque mis tenidas casuales distan mucho de ser batas de felpa y medias con suela de goma. De hecho, si tomamos como credo la última encuesta que realicé entre mis sobrinos más cercanos, soy una tía de toda moda. Incluso los expertos en márketing tienen un nombre para mí: PANK (Professional Aunt No Kids). O sea, una mujer profesional, exitosa y feliz, con una carrera prometedora, sin hijitos y con un montón de amor para dar. ¡Qué pasen los sobrinos!
¿QUIÉNES SON ELLAS?
No soy la única en este grupo demográfico. Y lo creo porque entre mis poco más de mil contactos en Facebook, habitan 232 PANK. Así que diría que estamos en progresivo aumento y sospecho que pronto seremos legión.
Si quieres saber si formas parte de este grupo, fíjate si puedes hacer check, check, check a esta descripción: las PANK son mujeres que tienen la admiración de sus sobrinos y por eso mismo son consultadas todo el tiempo por sus padres en temas relacionados con sus hijos. Ellas tienen un estilo de vida versátil, que puede estar un viernes por la noche en un bar y un sábado por la mañana saltando en la casa de pelotas de un fastfood, aunque después tengan que tomarse un par de días para recuperarse y levantar del piso los pedazos de su cuerpo.
Una PANK respetable conoce al dedillo sus obligaciones de tía ejemplar: le presta la clave de Netflix al sobrino cinéfilo, está de acuerdo con su sobrina en que Niall es el más churro de One Direction, contribuye sin cuestionar a la compra de la Tablet de su ahijado y comprende que Paul Walker es el ídolo del más pericote de sus hijitos de mentira.
Como todas mis compañeras de segmento sabrán –y quizá ahora tú también- el status de PANK es casi un apostolado. Es necesario someterse a una extensiva preparación en términos de lo que impacta al intervalo de edad de tus sobrinos –en mi caso es de 0 a 20 años- y además tener disposición para oír anécdotas pueriles como si te estuvieran contando aventuras legendarias. Por último, hay que invertir hasta lo que no tienes en navidades, cumpleaños, días del niño, bautizos y demás eventos que el capitalismo y el Vaticano han puesto en nuestro camino.
REGLAS CLARAS
Conviene preguntarse hasta dónde debe llegar uno como PANK. ¿Lo nuestro tiene que ver solo con ser cómplices o también nos toca educar? ¿Quién traza la línea? ¿El niño, sus padres o una? En la opinión del psicólogo Eugenio Calmet, el mundo de hoy permite que algunos roles sean dinámicos y que todas las partes nos beneficiemos: el tiempo voluntario y feliz que una PANK dedica a pasar con sus sobrinos, en donde ella puede engreírlos o educarlos, es también un tiempo valioso que los padres necesitan para ser pareja, para reencontrarse y disfrutarse de a dos. O para tomar una siesta, que nunca viene mal.
Marvel registra 184 heroínas y DC Comics tiene 160 y ninguna es Supertía. Pero tengo una amiga que puso de cabeza la ciudad buscando a Elsa de «Frozen» y no descansó hasta encontrarla, otra que vuela seguido a Arizona, porque es la mejor amiga de su ahijada y no pueden pasar mucho tiempo sin verse, y a una tercera que cruzó un mar de gente para que su sobrina viera de cerca a la banda de sus sueños y que no se enoja porque hoy la indecisa adolescente tenga otra banda de sus sueños. Así somos las PANK, puro amor, pura entrega, cero club de gatos, cero batas de felpa.