Amelia vive en Pucusana y tiene su bodega Angieale.
Amelia vive en Pucusana y tiene su bodega Angieale.
Manuel Contreras

Hay oportunidades que nos cambian la vida para siempre, la de Amelia se presentó en el año 2017. Sus amigas del barrio le contaron que estaban convocando a mujeres de para ayudarlas a hacer realidad sus ideas de negocio y ella no dudó en aceptar el reto.

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Toda la vida había soñado con tener un negocio propio, más aún después de casarse y tener hijos, para estar más tiempo en casa con ellos. Emprendedora ya era, había vendido gaseosas y marcianos en la puerta de su casa, pero le faltaba dar el siguiente paso: abrir la bodega que tanto anhelaba.

El programa “Destapando Mi Emprendimiento” (DME), impulsado por Arca Continental Lindley, convocó en esa oportunidad a 50 mujeres de Pucusana para capacitarlas. Al finalizar los cursos, diez de ellas accedieron a un capital semilla de 1500 soles para hacer realidad sus negocios y Amelia fue una de las seleccionadas.

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Con ese dinero compró su primer mostrador y empezó la historia de su bodega Angieale. Siguió capacitándose y creciendo. Hace una año la llegada de la pandemia la sorprendió -como a todos-, pero a través del programa pudo encontrar soluciones para seguir con su negocio. Protocolos de bioseguridad, atención por delivery y otras ideas que fue implementando para adaptarse.

Con el capital semilla que ganó, Amelia pudo empezar su tienda.
Con el capital semilla que ganó, Amelia pudo empezar su tienda.

El momento de enseñar

Como parte del programa ahora Amelia también ayuda a otras mujeres a salir adelante con sus emprendimientos. En base a su propia experiencia, apoya a sus amigas a empezar con sus negocios, les da ideas para el delivery, les aconseja.

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Además, es parte de la comunidad de DME, en el que se encuentran todas las mujeres que han pasado por las ediciones anteriores del programa, desde donde comparte sus experiencias y atiende las necesidades de las demás participantes.

Así como ella, se calcula que más del 80 % de las emprendedoras participantes del programa DME ha ayudado a otro ciudadano de Pucusana en su emprendimiento o desarrollo personal como producto de los conocimientos adquiridos.

“No vas a ver al toque tu ganancia, pero poco a poco vas a ver lo que estás sembrando”, comenta que siempre les dice a sus amigas. Y es que la paciencia, esa cualidad fundamental de los emprendedores, se forja con el paso de los años y se aprende con el consejo de los que ya hicieron el camino, como Amelia.

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