Cuando tenía 19 años, hace poco más de una década, Jhanan Escudero Zevallos se convirtió posiblemente en la guardaparque más joven del Perú. También fue una pionera: ahora mismo en el país hay 93 mujeres guardaparques, de los 747 que trabajan para el Servicio Nacional de Áreas Naturales Protegidas por el Estado (Sernanp).
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Jhanan es una de los quince trabajadores que protegen el Parque Nacional Yanachaga Chemillén, en la provincia de Oxapampa (Pasco). Su régimen de labores se asemeja al de un minero: 22 días en el parque, seguidos de ocho de descanso. Sin embargo, a diferencia de quienes se dedican a la actividad extractiva, su misión es mantener el lugar inalterable e intacto para proteger a las especies de flora y fauna que allí habitan.
En el contexto de la pandemia del coronavirus, los guardaparques tienen otra misión: evitar que el virus se propague entre ellos y los visitantes.
El centro de operaciones de Jhanan y sus compañeros es el refugio El Cedro, una casa rústica, elegante y funcional construida en madera en medio del bosque y a la que se llega tras quince minutos en automóvil y una hora a pie desde Oxapampa, por el sector San Alberto. El camino es uno de los más hermosos y exuberantes del país. Está tapizado por millones de hojas secas y a la sombra de árboles sobrevivientes cuyas ramas forman arcos y túneles. También hay hongos y helechos pleistocénicos. Un río susurra en el oído de los visitantes hasta que, de pronto, aparecen las montañas del bosque de neblina, uno de los ecosistemas que conserva el parque.
“Trabajar aquí es como estar en otro mundo –comenta la guardaparque oxapampina–. Aunque han pasado diez años, siempre es emocionante avistar un animal”. En las 122.000 hectáreas del parque Yanachaga Chemillén habitan 150 especies de mamíferos, como el oso de anteojos y el puma, 668 especies de aves, como el aguilucho caminero y el relojero montañero, además de 51 tipos de reptiles, 306 de mariposas, 90 anfibios distintos y 5.500 especies de plantas (800 de ellas, orquídeas).
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Por las noches, los guardaparques se iluminan gracias a que cuentan con paneles solares. No hay señal para celulares y mucho menos Internet. La desconexión con la modernidad les permite vincularse por completo con la naturaleza. “Aquí el cielo es precioso. Siempre se descubre algo nuevo con solo mirar hacia arriba”, expresa Jhanan, quien añade que “a veces nos visitan unos monos choros que lanzan hojas o ramas o quieren llevarse algo”.
PROTOCOLOS ANTICOVID
A raíz de la pandemia del coronavirus, las visitas a las áreas naturales protegidas por el Estado fueron suspendidas en marzo del año pasado. Hubo una reapertura entre noviembre y enero, cuando los contagios descendieron. En febrero, ante un rebrote, se volvió a cerrar el ingreso, pero desde marzo los turistas pueden acceder respetando estrictos protocolos de bioseguridad y aforos limitados.
En el caso de Yanachaga Chemillén, solo pueden ingresar grupos de seis personas, con dos horas de intervalo entre cada uno. Se debe hacer una reservación previa y respetar en todo momento el uso de mascarilla y el distanciamiento social. También hay que presentar una declaración jurada de salud, someterse a controles de temperatura y desinfectarse las manos y los zapatos.
“Previo a la reapertura de las actividades turísticas se dio mantenimiento a la infraestructura del parque y se implementó el protocolo de bioseguridad, con la finalidad de que el visitante realice un turismo naturalmente seguro. En los caminos de acceso hemos instalado zonas de descanso con bancas señalizadas con separadores para mantener el distanciamiento social, así como carteles informativos”, asegura la ingeniera Salomé Antezano Angoma, jefa del parque Yanachaga Chemillén.
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Según la funcionaria, entre enero y marzo de este año visitaron el parque 144 personas, casi todos peruanos. Esto representa apenas el 44% de los turistas habituales prepandemia: en el 2019, en el mismo período, los ingresos a Yanachaga Chemillén fueron 321. “En enero de este año nos visitaron 111 personas, en febrero no hubo ingresos por el cierre temporal debido a la emergencia sanitaria, y en marzo fueron 33″, precisa Antezano.
Otro de los guardaparques encargados de que los visitantes respeten los protocolos sanitarios es Erik Medina Timoteo, de 30 años, un tarmeño que trabaja allí desde hace cuatro y que cada vez que tiene días libres viaja a su pueblo para estar con Ayzee, su hija de 5 años. Él estudió Turismo y nunca imaginó encontrar otra “familia” entre sus compañeros de labores. “Nosotros no solo cuidamos el parque y a los visitantes, sino también a nosotros mismos. Aquí somos como una familia. Cocinamos y compartimos momentos inolvidables”, expresa el joven guardaparque.
En el refugio cocinan a gas, y cuando este se les acaba, deben ir al pueblo cargando el balón a cuestas. “Bajar es fácil, pero subir ya es otra cosa”, apunta Erik. También hay que cargar las provisiones desde el pueblo: frutas, verduras, legumbres y carnes. “Realmente nos las arreglamos y nos organizamos bien para que los visitantes puedan disfrutar de este paraíso, minimizando los riesgos de contagio”, agrega.
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Para Erik, es un privilegio poder trabajar en un pulmón del mundo, más aún en tiempos en los que el oxígeno es un bien preciado. En El Cedro se respira una armonía impropia de esta época.
El lado malo o dificultoso, coinciden Erik y Jhanan, es que se sacrifica bastante la vida social. “Pero lo gratificante es que puedes conectarte con la naturaleza y tener paisajes en las noches, cuando todo está a oscuras, que tienden a la reflexión. Es un trabajo inspirador”, dice Erik.
En sus tiempos libres, leen o conversan, aunque casi siempre hay algo por hacer. Abastecerse, cocinar, hervir el agua que captan de las quebradas. Hay una buena energía en el refugio, de compañerismo, de amistad. Se protegen entre sí y a la vez protegen el mundo.
Otro de estos guardianes de la Amazonía es Elías Luna Ariste, oxapampino de 41 años, quien desde hace una década trabaja como guardarques en Yanachaga Chemillén. Un hombre de pocas palabras que señala que su trabajo es “chévere”, aunque –confiesa– “mis hijos ya me dicen tío”. Y ríe.
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Este hombre, experto conocedor de las propiedades de las plantas medicinales, destaca que hace 35 años se haya creado el parque, ya que así se protegen árboles centenarios y únicos en la zona como el diablo fuerte, el cedro o el ficus. “Son sobrevivientes de la tala furtiva de antaño”, indica.
En efecto, los mayores habitantes de este parque son árboles que superan los 35 metros y que luchan entre ellos por sobrevivir y ganar un espacio, como el caso del matapalo, que se enrolla en el diablo fuerte en una pelea centenaria que nadie sabe quién ganará.
Mientras camina de vuelta al pueblo, a buscar provisiones, Elías se siente un hombre afortunado. A sus costados se observan las montañas nítidas, sin niebla, el agua discurre desde una quebrada, aves asustadizas cantan escondidas y las hojas de los árboles se mueven con el viento. En este lugar, lejos de los problemas urbanos, y rodeado de una diversidad biológica única, hay momentos en los que la pandemia pareciera no existir. Un espejismo. Una sensación extraña en estos días nefastos.
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GUARDAPARQUES PERUANOS EN DATOS
- El Sernanp inició su gestión en el 2009 con 164 guardaparques y al 2020 contaba con 747, es decir aumentó en 455% su personal en las 75 áreas naturales protegidas que tiene el Perú.
- Del 100% de guardaparques del Perú, 654 son hombres y 93 mujeres.
- Se cuenta con guardaparques especializados, tales como bomberos forestales, buzos, de rescate y alta montaña, educadores ambientales y de interpretación ambiental.
- Los guardaparques han logrado mantener el 96,09% del estado de conservación del Sistema Nacional de Áreas Naturales Protegidas por el Estado (Sinanpe).
- El Perú cuenta con más de 200 guardaparques bomberos forestales, equipados y entrenados en prevención y combate de incendios forestales. Su número es tres veces mayor que en el 2016, cuando se conforma esta brigada.
- Los guardaparques bomberos forestales han recibido cursos a cargo de instructores propios del Sernanp, certificados por OFDA USAID. De igual forma, a través de proyectos de cooperación, han sido capacitados por expertos del Organismo Autónomo de Parques Nacionales de España y por el Servicio Forestal de Estados Unidos.
- El país cuenta con 20 guardaparques (7 mujeres y 13 hombres) especialistas en buceo, pertenecientes a la RNSIIPG, la RN Paracas y la RN del Titicaca. Ellos cuentan con instrucción teórica y práctica en buceo libre, buceo con equipos autónomos y primeros auxilios.
- Los guardaparques prestan servicios en más de 250 puestos de control y vigilancia en costa, sierra y selva.
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SOBRE YANACHAGA CHEMILLÉN:
- Tips para el viajero: Llevar impermeable, casaca y botas de jebe. En el refugio El Cedro hay una zona para acampar.
- Ubicación: El parque se sitúa en la selva central, en los distritos de Oxapampa, Huancabamba, Pozuzo y Villa Rica, provincia de Oxapampa, departamento de Pasco. Va desde los 370 hasta los 3.800 m.s.n.m.
- Contacto: Oficina Central: Jr. Prolongación Pozuzo 156-158, Oxapampa - Pasco. Tlf: 063-462544 y 968218426. Emails: santezano@sernanp.gob.pe / pnyanachaga-chemillen@sernanp.gob.pe