RAÚL ALARCÓN S.
A pocos minutos de aterrizar en el recientemente inaugurado aeropuerto Mariscal Sucre, lo primero que llama nuestra atención desde la ventanilla del avión es apreciar una ciudad que se erige, literalmente, entre montañas dominadas por los imponentes volcanes Pichincha y Cotopaxi.
Lo segundo, ya en tierra, es constatar la manera como Quito ha sabido fusionar un rico legado colonial, que se plasma en sus majestuosas iglesias virreinales y plazas, con una cara más cosmopolita, en barrios como La Mariscal y La Floresta con restaurantes y bares que están a la par de las grandes capitales del mundo.
Y es que la capital ecuatoriana se viene consolidando desde hace un tiempo como un destino atractivo en la región y prueba de ello es la reciente obtención del World Travel Awards a mejor destino de Sudamérica.
HERENCIA QUE PERDURA Quito se jacta de poseer el Centro Histórico más grande y mejor preservado de América. Para recorrer sus principales referentes, recomendamos tomar como punto de inicio la Plaza de la Independencia o Plaza Grande, en donde se encuentra el Palacio de Carondelet (sede de la presidencia), así como la Catedral (una de las más antiguas de Sudamérica y en perfecto estado de conservación). Ambos recintos están abiertos a las visitas.
A pocos metros de estos edificios, siguiendo por la calle García Moreno, se topará con la imponente Iglesia de la Compañía de Jesús, la cual es considerada una de las obras cumbres del barroco en Latinoamérica. Vale la pena tomarse una hora para ingresar y apreciar el perfecto estado de conservación en el que se encuentran sus altares, cúpulas y pilares en pan de oro (el ingreso cuesta US$3).
Siguiendo por la adoquinada calle Sucre, que separa este recinto del Museo Fray Pedro Gocial, que cuenta con invaluables obras religiosas de los siglos XVI, XVII y XVIII (www.fijc.org.ec ), llegamos a la iglesia y convento de San Francisco, la cual data del siglo XVI y es la más extensa de la ciudad. En su interior alberga más de 4.000 objetos religiosos, entre esculturas, muebles y lienzos (el ingreso cuesta US$2).
Si sigue por la calle Cuenca rumbo norte llegará hasta la hermosa iglesia La Merced, la cual es conocida por el reloj de sol que posee en su interior, así como por sus lienzos del Vía Crucis.
Algo más alejado, pero de visita obligada si se pasa por Quito, es el imponente recinto de la Basílica del Voto Nacional, la cual ostenta un inconfundible estilo gótico que la ha llevado a compararse con la Basílica San Patricio (Nueva York) y la Catedral de Notre Dame (París). En su interior se pueden apreciar hermosos vitrales y columnas, mientras que en su exterior se distinguen gárgolas inspiradas en la fauna local.
TRADICIÓN Y MODERNIDAD Un renovado paseo peatonal ubicado en el centro de Quito viene cobrando protagonismo entre los turistas. Se trata de La Ronda, una empedrada calle en la que se mantienen vivos diversos oficios con tradición. Entre sus protagonistas podemos encontrar al legendario Luis López, dueño de la sombrería Humacatama, quien confecciona a medida los tradicionales ‘Panama hat’ (hoy ecuatorian hat) de paja toquilla. Entre sus clientes figuran la familia presidencial ecuatoriana, así como artistas de la talla de Brad Pit.
En esta misma calle también encontrará una tienda con objetos de hojalata, así como un local de la célebre cadena República del Cacao (www.republicadelcacao.com ), en la cual se pueden encontrar diversas variedades de chocolates en base a uno de los insumos más emblemáticos del país: el cacao.
Por su parte, el barrio La Mariscal ofrece una propuesta totalmente distinta, pero igualmente interesante. Se trata de la zona cosmopolita de la ciudad, en la que cohabitan modernos hoteles, cafés, centros culturales y los parques El Ejido y La Carolina. Su centro neurálgico es la Plaza Foch, punto de reunión de la juventud quiteña para beber o comer los fines de semana.
Otro punto ineludible en Quito es el Museo Capilla del Hombre, un espacio concebido por el artista Oswaldo Guayasamín en cuyos murales se muestran los valores culturales y sociales desde la época precolombina hasta la actualidad. Y si llegó hasta Ecuador, no puede dejar de acudir a la Ciudad Mitad del Mundo para tomarse la clásica instantánea en la latitud 0, posando con un pie en el hemisferio sur y con el otro en el norte.
QUITO DESDE LAS ALTURAS La geografía de la capital ecuatoriana está concebida para apreciarse en todo su esplendor desde las alturas. Por suerte, existen varios miradores que ofrecen imponentes panorámicas de la ciudad.
Uno de los más visitados es El Panecillo, elevación de 3.000 metros que cuenta en su cima con una escultura de la Virgen de Quito. Desde su punto más alto se tiene una vista perfecta del centro de Quito.
Otro lugar para avistar la ciudad es el Yaku Parque Museo del Agua, un espacio que enseña de manera lúdica los beneficios de este líquido en nuestras vidas y que cuenta con una terraza con vistas al centro, así como de la cordillera occidental (Cotopaxi, El Panecillo, Antisana, Cayambe).
Pero si lo que busca es una visión de 360° para inmortalizar su visita a Quito, no puede dejar de visitar el teleférico de la ciudad (www.teleferiqo.com ), el cual parte de las faldas del volcán Pichincha hasta ascender a los 4.050 m.s.n.m.
El ascenso tarda unos quince minutos y en la cima encontrará una serie de miradores (lleve ropa de abrigo) para apreciar los diversos puntos de la ciudad, así como una cafetería con excelente vista.