Ramadán es el noveno mes del calendario lunar árabe. La fecha la define el ciclo de la luna nueva. Este año, empezó el 23 de abril y culminará el 23 de mayo. Durante este tiempo, los musulmanes se reúnen para rezar, reflexionar y compartir cenas. Pero el confinamiento, que busca reducir la propagación de la pandemia, obligó a modificar tradiciones que datan del siglo VII.
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En este mes de introspección se conmemora que el ángel Gabriel le revelara al profeta Mahoma, fundador del islam, el contenido del Corán (libro con las doctrinas y mandamientos de esta religión). A lo largo del Ramadán, los fieles deben ayunar desde el amanecer hasta el ocaso, abstenerse de relaciones sexuales, leer el Corán, realizar obras de caridad y rezar cinco veces al día con el cuerpo en dirección a la ciudad de La Meca, en Arabia Saudita. Esta rutina constituye un sacrificio que les permite limpiarse de pecado, conocerse a sí mismos, compartir con su comunidad y acercarse a Alá.
Los musulmanes suelen congregarse en las mezquitas para rendir culto a su dios. La más importante es la Masjid al-Haram (638 d.C.), ubicada en La Meca y con capacidad para casi 820 mil personas. Esta alberga la Kaaba: monumento sagrado que simboliza la casa de Dios. Hoy, sus puertas permanecen cerradas por mandato del rey Salmán Bin Abdulaziz. Arabia Saudita tiene más de 42.900 infectados de COVID-19 y más de 260 muertos. En consecuencia, el monarca anunció que los rezos se harían en casa. Asimismo, prohibió el hach: la peregrinación que todo fiel tiene que realizar al menos una vez en la vida hacia la mezquita Masjid al-Haram.
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Por otro lado, en Indonesia, donde se concentra más del 80% de musulmanes del orbe, la gente acostumbra regresar a sus pueblos natales con el fin de compartir en grupo las generosas cenas. El objetivo: confraternizar y ser solidarios con quienes menos tienen. Sin embargo, la semana previa al mes sagrado y hasta el 15 de junio, el gobierno cerró sus fronteras nacionales por el coronavirus. En el país asiático existen más de 14.700 contagios y más de 1.000 fallecidos.
A causa del aislamiento, los locales de ocio y los centros comerciales en Singapur y Malasia han cerrado. Muchos de estos abren toda la noche en Ramadán. Los bazares que venden insumos para la dieta de ese mes (pastas, arroz, cereales, carnes y frutas, entre otros ingredientes) tampoco atienden. Singapur y Malasia presentan más de 24.600 y 6.700 casos, así como un poco más de 20 y 100 decesos, respectivamente.
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¿El plato principal del Ramadán? La sopa harira. Lleva carne, legumbres y se acompaña con dátiles e higos.
En Turquía, el ministerio del interior vetó los comedores comunitarios entre vecindarios, las carpas donde se reparten los alimentos poco antes del atardecer, y a los denominados bateristas. Al ritmo del tambor, ellos anuncian por las calles el inicio y cese del ayuno a cambio de propinas. En el país europeo hay más 141.400 enfermos y más de 3.800 muertos.
Pese a que en marzo último decretó cuarentena y hasta cinco años de cárcel para quien la incumpla, el gobierno de Emiratos Árabes Unidos (EAU) autorizó la reapertura de los establecimientos de ocio en la ciudad de Dubái para el desarrollo de la festividad. Eso sí, los locales solo operan de noche y al 30% de su capacidad. Además, se toma la temperatura a los clientes antes de que ingresen. Los restaurantes, en cambio, ubican a sus comensales a 2 m de distancia entre sí y utilizan cubiertos y platos desechables. EAU registra más de 19.700 casos y un poco más de 200 muertos.