FERNANDO VIVAS (@Arkadin1)

De Tilsa Lozano ya dije lo que tenía que decir tras su primer round en “El valor de la verdad” se ha hecho pasible de una demanda por difamación (sea verdad o mentira lo que cuenta); su soberbia la ciega al punto de creerse con derecho a acosar a Juan Manuel Vargas con revelaciones de su intimidad compartida. La comercialización de su ‘affaire’ es un agravante de su infidencia.

Tilsa Lozano reveló que pasó por tratamiento para tener hijo de Juan Vargas

Tilsa Lozano y sus controvertidos tuits antes de El valor de la verdad

Oigo con insistencia que el despecho de la negada o abandonada es un dolor profundo y ad hominem —¡ese desgraciado me las va a pagar!— que no justifica pero hace comprensible una acción vengativa hacia el ex. Deploro que algunos colegas y amigos se pongan a estas alturas a hacer una apología de la venganza. Si no ha habido maltrato —“me trató como una princesa”, ha dicho ella— nada justifica una revancha pública. El despecho, a lo sumo, convierte su falta y sus invectivas contra Vargas (lo ha acusado de ‘cobarde’, ‘falto de huevos’ y ‘chantajeado emocionalmente’) en un crimen pasional, pero no la valida.

Beto Ortiz ha desnaturalizado “EVDLV”. El formato nacido para confrontar desconocidos con un polígrafo creíble, devino en fórmula retorcida, sin apego a verdad ni rigor; una entrevista donde se paga a un famoso para que acepte un cuestionario negociado. Si no fuera así, no durarían hasta las últimas preguntas y habría tensión entre entrevistado y entrevistador; en lugar de zalamera complicidad. La tele está obligada a autorregularse en transparencia. Este ya no es el formato, ya cuestionable, que nos prometieron en el 2011 y costó una vida. Esto es otra perversión con nuevas víctimas. Empiecen por sincerarse.