FERNANDO VIVAS (@Arkadin1)
Si digo que es un hombre tímido, no es un chiste ni un cliché, como esos, sexistas y homofóbicos, que quiero discutir con él porque creo que es el llamado a superarlos. Carlos es tan tímido y reservado con su intimidad que se esconde detrás de sus mil remedos y por eso no tiene personajes propios. Es la abusiva hipótesis que le voy a deslizar. Pero, a la vez, sus imitaciones son creaciones arrebatadas que se independizan de sus criaturas reales y vuelan como esas mariposas contrahechas de los chistes de Hugo Garavato.
Y quiero decirle que tiene líneas y remedos geniales porque, como todo ser humano talentoso e inseguro, necesita que le digan cuando la hace grande, cuando mete la pata y cuando se reivindica.
¿Qué hace un comediante como tú en vacaciones? No tienes que remedar a nadie. Eres tú mismo.
Remedarme a mí mismo, reírme de la vida. Es una manera de ser feliz. Detrás del maquillaje y de las caracterizaciones, también hay que reflexionar.
Ya que te pones reflexivo, ¿has pensado en la necesidad de ajustar algunas cosas, para no depender de las bromas homofóbicas y machistas? Más que una pregunta, es una invocación.
Podría ser un compromiso y no de político. Yo sí lo voy a cumplir [risas]. Lo digo con toda franqueza. No se trata de hacer escarnio con mala intención hacia las opciones sexuales.
Si hay una broma homofóbica en tu programa no es por convicción, pues no eres homofóbico, sino por tradición del humor. Pero puedes contribuir a evolucionar esa tradición.
Siempre he declarado contra todo tipo de homofobia y discriminación. Sin embargo, hemos cometido excesos. Pero no creo en la censura sino en la autorregulación.
¿Hay cosas de las que no te ríes?
Sí, de enfermedades. Y, por ejemplo, de Abimael Guzmán. No me parecía gracioso.
A Urtecho sí lo has hecho.
Sí. La gente se conduele y se solidariza sentimentalmente con el discapacitado y vota por él. Y luego él destruye el corazón de esa buena intención.
Estás sustentando por qué un personaje merece el remedo. Esa es la idea del humor político.
El humor político recoge la indignación. Alan García, en mi show, dice: “Si así roban los discapacitados, cómo serán los que corren y caminan”. Peor son los discapacitados morales.
Ahí tu programa entra en un terreno rico y ambiguo. A los cínicos los haces simpáticos.
Hay un personaje por el que he tenido algo parecido a un aprecio, Alberto Quimper. Lo de la rata no lo dije yo, sino Alan.
Alan fue guionista del humor.
Muy buen guionista. Te cuento una anécdota. Fui a un spa y lo veo a Don Bieto.
¡La rata calata!
Con su toalla. Le digo: “Mucho gusto”. Le dije que en la parodia no había nada personal. Me dijo: “Señor Álvarez, quiero preguntarle algo”. “Dígame, señor Quimper”, le contesté. “Si Alan García no me hubiese dicho rata, ¿usted me hubiese parodiado?”. “Nunca”, le respondí. Y me dijo: “Ya ve, Alan es el ‘conche...’”. [risas]. Es la primera vez en mi carrera que yo veía al personaje y me estaba viendo a mí mismo.
¿Por qué un cómico brillante no tiene personajes propios?
Bueno, no hago personajes que sean inspirados en personajes reales, pero te hago una acotación. Los personajes que hago son creados totalmente, desde la uña hasta el pelo.
Tus remedos son tus personajes. Y a veces se independizan del personaje real, como Garavito.
Una vez me contó que cuando vio la imitación con la manga zafada y todo chueco, fue al sastre y mandó a arreglar todos sus sacos. Otro personaje al que le tengo mucho cariño es monseñor Durand.
En un show te oí: “Si mi sotana fuera de bronce, el campanazo que daría”. ¿De dónde sacas una línea así de genial?
Y el campanazo era con movimiento. Se nos ocurren, con mi equipo, con Raúl [Dávila, su productor y mánager].
¿No tienes libretistas?
No, solo una vez tuve a Augusto Polo Campos para algunos sketches en “Las mil y una de Carlos Álvarez”.
¿Es tuya esta línea histórica que dice: “Belaunde nos dejó al borde del precipicio, Alan ha dado un paso adelante”?
Eso lo decía Alan en un show [imita a Alan]: “Por qué tanta diatriba, tanto vituperio, tanta catilinaria. Belaunde nos dejó al borde del abismo y conmigo hemos dado un paso adelante”.
Haces shows, pero no el stand up como Carlos Alcántara basado en su vida. ¿Es porque defiendes mucho tu privacidad?
No creo que mi biografía sea el guion de una película. No es solo que defienda mi intimidad, no me nace hacer algo así.
¿Qué piensas de la televisión que exprime la privacidad ajena?
Entré a la TV en el 84. No te seguían con una cámara a tu departamento. Lo que deploro es la maldad, cuando se busca hacer daño. Es darle basura al televidente y volverla adictiva.
El humor también puede hacerte pasar por naturales cosas que son terribles. Vi un sketch, magnífico, de Escobar en el muelle de Chorrillos, y decía, caray, me río de algo terrible.
Y llevábamos la coca a Disneylandia, donde Blancanieves. No solo es la droga, sino el soborno, la política. El narcotráfico es el modus operandi de todo. No hacemos apología del narcotráfico. Hacemos mensaje en broma [imita a Pablo Escobar]. “Las drogas son pésimas, destruyen tu juventud".
El humor es carnavalesco, las reglas se subvierten.
Conocí a Álvaro Uribe en Trujillo. César Acuña era el anfitrión y me lo presentó diciéndole que yo hacía la parodia de Escobar. Uribe dijo que no le parecía coherente, que mató a un senador amigo suyo. Yo le expliqué: “Nosotros no nos burlamos del guion de Colombia, nosotros lo adaptamos al Perú”.
A fines de los 90, no tenías espacio en la TV y acabaste en el 7. Te has arrepentido, fuiste procesado y saliste absuelto.
Fue un error, una metida de pata. Es una página volteada. Era joven y uno hace estupideces. Después de los 50 es otra cosa.
Me piden que te diga que eres muy cruel con Zelma Gálvez.
Más cruel con ella fue la naturaleza [ríe]. El sketch nació cuando nace la escuelita, como una crítica al 'bullying'.
Estás de vacaciones y has dejado programas grabados para algunas semanas.
Sí, pero si hay algo muy importante, como La Haya, lo metemos. Ahí puedo hacer a Bachelet, a Humala, a Piñera.
Es uno de tus sueños, ¿no?, un programa donde los remedados sean los presidentes de la región.
Me gustaría que todo el programa fuera así.
Fue ambicioso tu sketch cenando con Cristina [Fernández].
Tenía personajes reales, temas internacionales, pero solo estuvo un mes, no tuvo pegada.
Era un sketch conceptual como "Las vecinas de Ate y La Molina", que hacías con J.B. Me encantaba. Eso era sátira de costumbres.
Leímos la noticia del conflicto entre Ate y La Molina y dijimos ¿por qué no hacemos esto? Era algo social. La crítica que puedo hacer de los programas cómicos es que hemos caído en la rutina y el facilismo.
Acaban de liquidar “Risas de América”, el total facilismo.
Lamento lo de "Risas". Hay artistas muy buenos como Mariella Zanetti, Farfán, la Pánfila.
Puedes recibirlos.
Vamos a ver qué dice la caja de ATV. Estoy pensando en hacer un programa para convocar a jóvenes. Quién sabe, trascienda a mis personajes, y algún día sí me gustaría ser alcalde de mi ciudad.
¿Estás hablando en serio?
Será en su momento oportuno y no es una broma. Lo digo con toda seriedad y será en su momento. Al final, el cargo de alcalde es el buen vecino, un cargo comunal que se ha politizado lamentablemente.
Me dejas con la obligación de hacer un chiste. Suerte con "El cartel" y con tus sueños.
Sueños que ojalá se hagan realidad porque ahora vivimos muchas pesadillas con los políticos. Y ojalá la televisión se adecente. Yo estoy involucrado en ese esfuerzo.