Las películas y series de televisión sobre la realeza han sido, y son, una tradición entre los realizadores de ficción. Pero jamás una historia había tenido tanta repercusión, sea por su calidad técnica, actoral y de guion, como “The Crown” de Netflix.
Creada por el guionista Peter Morgan (“Frost vs. Nixon”), “The Crown” sigue la vida de la Reina Isabel II de Inglaterra desde antes de su ascenso al trono, así como su vida posterior. Es un recuento detallado década a década de su vida pública y personal, aunque no preciso. Es una ficción y, antes que presentar verdades objetivas como un documental, interpreta los hechos para mostrar una narrativa coherente, donde se busca ser fiel al contexto y tono de la época; no necesariamente a las personas reales que inspiran estas historias.
Interpretaron a la reina en “The Crown” dos actrices. En las dos primeras temporadas se encargó del personaje Claire Foy, como una versión joven, aunque cautelosa de la monarca. La intérprete dio vida a una reina que, para proteger la estabilidad de la corona, sacrificó la felicidad de sus seres queridos.
En entrevista con Vogue, Foy ofreció unas ideas sobre el estado mental de la reina en sus inicios, cuando asumió el trono en 1952. “No hay forma que ella hubiese podido procesar esa información. No creo que de ninguna manera ella pudo haber estado preparada para la pérdida de su padre. Dos de los eventos más sísmicos que le pasaron ocurrieron al mismo tiempo”, contó, en referencia a la muerte de del rey Jorge VI, y el ascenso al trono de la gobernante, que en ese entonces tenía solo 25 años.
En las temporadas tres y cuatro, el rol cayó en manos de la ganadora del Oscar Olivia Colman, cuya interpretación incluyó los gestos que Foy presentó para su versión, pero matizados para representar la experiencia de una mujer que lleva la responsabilidad de ser la guía de un pueblo mientras, cada año, el rol de la monarquía parece perder trascendencia.
Entre los momentos clave del reinado que representa “The Crown”, se encuentran aquellas situaciones donde se esperaba un pronunciamiento público por parte de la gobernante, como el de la gran niebla de Londres de 1952, uno de los mayores desastres ambientales del Reino Unido; y la catástrofe de Aberfan de 1966, deslizamiento de tierra que mató a 116 niños y 28 adultos que la serie enmarca alrededor de una pregunta: ¿tiene la reina sentimientos?
Pero la ficción también representó momentos de crisis política, como los roces entre la reina y la primera ministra Margaret Thatcher, que cumplió funciones en Downing Street en 1979 hasta 1990. También se incluyeron dramas familiares en los que ella, como representante de la familia real, tenía que velar por la estabilidad de la corona; sean la relación que su hermana, la princesa Margarita, mantuvo con el militar Peter Townsend, quien al haber estado casado antes ponía a la corona en un lío; o su propio esposo, el príncipe Phillip, infame por sus infidelidades. En la vida real, ambos fallecieron respectivamente en 2002 y 2021; tramas que la serie tiene pendientes de mostrar en pantalla.
La cuarta temporada también mostró el caso de la princesa Diana de Gales (Emma Corrin), que pasó dificultades en su vida matrimonial con el hijo mayor de la reina, el príncipe Carlos (Josh O’Connor). Se espera que el fallecimiento de Diana sea uno de los elementos dramáticos a cuyo alrededor gire la quinta temporada de la serie, a estrenarse en noviembre próximo y donde el rol de Isabel II recae en la actriz Imelda Staunton. Tras ello, quedará pendiente una sexta y última temporada que, quién sabe, tal vez muestre los últimos días de la reina.