“Sorprende mucho que este anglicismo nos llegue recién ahora, cuando siempre hubo idiotas que destripaban el final del cuento”. Hace tres años, el periodista Álex Grijelmo decía esto en “El País” sobre ‘spoiler’, un barbarismo devenido en adjetivo y sustantivo, muy popular en estos tiempos de instantaneidad.
Los aguafiestas que nos adelantan el final de una película o una serie siempre han existido. “Los Simpsons” los inmortalizaron años atrás, cuando un joven Homero salía de ver “El Imperio Contraataca” y le comentaba a Marge la sorpresa de saber que Darth Vader era el padre de Luke Skywalker. El problema es que lo hizo delante de decenas de fanáticos que aguardaban ingresar a la siguiente función. Al papá de Bart casi lo matan.
En la era de las redes sociales, el ‘spoileo’ ha crecido exponencialmente. Es la encarnación del “yo lo vi primero” con que jugábamos en los colegios. La diferencia es que un posteo puede arruinarle la película –y hasta la vida- a miles de personas.
Hoy se estrena “El ascenso de Skywalker”, el filme que cierra la historia original de “La Guerra de las Galaxias”. Se espera que se develen varias incógnitas: ¿Cuál es el origen de Rey? ¿Kylo volverá del lado oscuro? ¿Morirá C3-PO?
Sobra decir que los ‘spoileos’ rebosarán en las redes sociales, en particular de aquellos que esta madrugada repletaron los cines para ser los primeros en verla.
¿Qué hacer? Harry Burns, el personaje que interpretaba Billy Crystal en “Cuando Harry conoció a Sally”, decía que cuando compraba un libro, lo primero que hacía es leer la última página. Así, en caso muriera, podía hacerlo sin dejar de conocer cómo terminaba la historia.
Harry era un bicho raro. A nadie le gusta ‘autoespoilearse’ ni que lo ‘spoileen’. De mi parte, como fanático de Star Wars, evitaré abrir posts potencialmente reveladores y revisar las reseñas de los críticos. No quisiera cerrar esta historia iniciada hace 42 años en el lado oscuro de la fuerza.