El fallecido actor estadounidense Robin Williams conocía sus demonios y sabía cómo debía enfrentar sus batallas. Y los conocía tan a fondo que utilizó ese material para su comedia.
A diferencia de otras estrellas y famosos que a menudo optan por no hablar de sus problemas personales en público, Robin Williams, quien murió el lunes al parecer en un suicidio, siempre se mostró más que dispuesto y abierto a hablar de ellos.
En particular, de sus constantes derrotas y recaídas frente a sus adicciones.
En 2010, en el programa de la BBC Friday Night with Jonathan Ross ("Viernes por la moche con Jonathan Ross"), pocos minutos después de saludar a su anfitrión Williams inicia la conversación con la frase: "En mis días de excesos alcoholicos...".
"¿Extrañas esos días?", le pregunta Ross, "porque pocos han sido tan alocados como lo fuiste tú".
Williams responde: "No los extraño en absoluto. Fue una locura. En mi reciente recaída en el alcoholismo, me levanté una mañana y junto a mí en la cama había un guante de niño y pensé 'oh no, esto no está nada bien'", dice el actor provocando una carcajada del público.
"Pues resulta que una mesera con manos pequeñas me había dado un mitón... Pero lo que no me hubiera gustado es haber recibido una llamada de Michael Jackson preguntando: '¿Estuve allí en tu casa?'".
Williams tuvo varias recaídas con sus adicciones al alcohol y las drogas en las décadas de 1970 y 1980.
En 2006, después de 20 años de haber dejado la bebida y recaer, Williams se internó en el centro Hazelden en Springbrook, Oregon, para un tratamiento contra el alcoholismo.
"Fui a rehabilitarme a la zona vinícola para mantener abiertas mis opciones", bromeó.
"Mis terribles lagunas"
Sobre su alcoholismo le dijo a Jonathan Ross: "Hay cosas que te aterrorizan cuando bebes. Como eso de las llamadas lagunas mentales. Yo tuve unas terribles".
"Es como si tu cerebro se fuera de vacaciones. Como si tu cerebro te dijera: 'Mira, estás a punto de tener sexo con una cabra... yo ya me voy, ¿entiendes? No sé cómo saldrá esto, pero ¡buena suerte! Me voy de vacaciones'".
"'Te dejo el pene encendido y pase lo que pase es tu problema'".
Para describir cómo lo más terrorífico de abusar del alcohol y las drogas es el momento en que empieza "la caída" después de la euforia, dice: "Vas hacia arriba, arriba, arriba... pero cuando te desplomas, hasta el diablo te dice: 'Oye, esto no te va a gustar nada. Yo soy el diablo pero esto realmente es malo'...".
Williams también admitió en público su adicción a la cocaína, a la que llamaba "el polvo de marcha peruano" o "la caspa del diablo". También bromeaba que esta droga era "la forma como Dios te comunica que estás ganando demasiado dinero".
En su entrevista con Jonathan Ross se refirió, asimismo, a esta adicción: "Que la uses una y otra vez... ¡qué locura! Porque ¡qué droga tan maravillosa! Una droga que te vuelve paranoico e impotente, ¡qué diversión tan extraordinaria!".
Ante las cámaras, Williams se burlaba de sus vicios y adicciones con su estilo frenético e hiperactivo. Sin embargo, el comediante tenía muchas otras facetas que no muchas veces dejaba ver al público.
"Abrumadora tristeza"
Williams también enfrentó durante su vida una lucha contra la depresión severa, tal como declaró su publicista.
Y a principios de este año se informó que el actor se había vuelto a internar en una clínica de rehabilitación.
En una entrevista en 2010 con el diario británico The Guardian, la periodista Decca Aitkenhead encontró a un Robin Williams muy distinto del que solíamos ver en el cine y televisión.
"Su comportamiento es de un zen intenso y casi afligido, y cuando no está imitando voces habla en un barítono bajo y trémulo, como si estuviera al borde del llanto. Es algo que funcionaría muy bien si estuviera ofreciendo una elegía en un funeral", escribe Aitkenhead.
"Parece gentil y amable, incluso tierno, pero la impresión abrumadora es de tristeza".
La entrevistadora agrega: "Es vago, tangencial y a veces más o menos incomprensible. Hasta que la conversación se vuelca hacia asuntos más personales y entonces se vuelve lúcido y abierto. Lo que Williams realmente desea es hablar sobre sus recaídas en el alcoholismo y sus rehabilitaciones".
En 2009, el comediante fue sometido a una cirugía cardíaca en la Clínica Cleveland, en Ohio, para reemplazar la válvula aórtica.
El evento, según dijo entonces, le sirvió para reconsiderar su vida.
"Aprecias las pequeñas cosas de la vida", dijo en una entrevista a The New York Times. "Como las caminatas en la playa con un desfibrilador".