A los 14 años, una malformación arteriovenosa cerebral (MAV) le impidió llegar a los Juegos Olímpicos. En ese momento, Camila Escribens (Lima, 1998) tuvo que librar dos batallas: una contra la enfermedad que amenazaba su vida y otra contra la profunda frustración de no poder representar al Perú en un torneo internacional. Una década después, salió victoriosa de ambas pruebas.
Camila llegó a Estados Unidos con su familia cuando tenía apenas dos años. A pesar de la distancia y su corta edad, creció amando sus raíces y sintiéndose profundamente orgullosa de ser peruana. Desde niña, destacó en atletismo, alcanzando el segundo lugar en salto alto a nivel nacional. Con ese logro, su mayor sueño era representar al Perú en las Olimpiadas.
“Por razones de salud, no pude cumplir ese sueño en el deporte, pero Dios me dio la oportunidad de hacerlo a través de los reinados de belleza”, señala con satisfacción la Miss Perú 2023.
Lucha implacable
Escribens estaba en el colegio cuando le diagnosticaron una malformación arteriovenosa cerebral (MAV). Todo comenzó con un adormecimiento en el brazo, una señal de que algo grave ocurría en su organismo.
“En el hospital, me hicieron un escáner cerebral con y sin contraste en las venas. Ahí detectaron tres arterias y venas malformadas en mi cerebro, lo que es un paso antes de un aneurisma. Durante mi internamiento, también me diagnosticaron Factor VII, una rara deficiencia genética en la sangre. Me moreteo fácilmente y sangro más de lo normal con un corte. Cuando me sacaron la muela del juicio, estuve internada una semana. Mi hermanita también tiene la enfermedad y, raramente, mis padres no”, narra.
“Fueron once o doce años de tratamiento con radiación y oxígeno para mi cerebro, también muchas cirugías. Fue un tiempo muy duro para mí y mi familia, pero, increíblemente, logré curarme. Ahora, estoy 100% saludable”, añade.
La vida le enseñó a Camila a no rendirse nunca, incluso cuando el panorama se muestra desalentador. Al alejarse del deporte, se dedicó al modelaje, una actividad que la llevó a participar en certámenes de belleza.
“Cuando terminé el High School me mudé a Los Ángeles para estudiar negocios internacionales en la universidad. Fue allí donde me inicié en el modelaje, hasta que el Miss Perú me encontró [ríe]. La primera vez que postulé tenía 18 años. Intenté tres veces, y la tercera fue la vencida. El tiempo de Dios es perfecto. Quedé en el Top 10 del Miss Universo. Fue una experiencia maravillosa e inolvidable, un sueño hecho realidad”, señala.
El rey de la reina
Durante la última edición del Miss Perú, el día en que coronó a Tatiana Calmell del Solar como su sucesora, Camila estuvo acompañada de cerca por su pareja, Allen Lazard, una de las estrellas de los New York Jets de la National Football League (NFL) de Estados Unidos.
Este destacado jugador de fútbol americano tiene 28 años y cuenta con más de 200 mil seguidores en Instagram. En cuanto a su desempeño en las canchas, los medios especializados de la NFL destacaron su excelente juego en la pasada edición del Super Bowl.
“Lo conocí hace cuatro años, éramos amigos. Es muy especial en mi vida porque me acompañó desde que empecé en el Miss Perú. Me ha visto llorar, también reír, y ahora finalmente tenemos la oportunidad de estar juntos. Coincidentemente, cuando terminé el Miss Universo, él también terminó su temporada deportiva, e hicimos click. Eso fue a finales del 2023. Pasamos Año Nuevo y mi cumpleaños juntos”, revela.
“Estoy muy feliz y agradecida por todo lo que estoy viviendo y emocionada por este nuevo capítulo en mi vida. No sabía que Allen iría a Lima, él planeó todo con Cassandra (hija de Jessica Newton) para sorprenderme. Se suponía que estaba practicando con su equipo y no podía ausentarse porque les ponen multa. Llegó un viernes, dos días antes del concurso, y todo ese tiempo estuvo a mi lado, junto a mi familia, apoyándome”, detalla.
A casi un mes de haber entregado la corona y alejada de los certámenes de belleza, Escribens no descarta la posibilidad del matrimonio, aunque aclara que aún no ha recibido una propuesta.
“No sé si hijos todavía, pero, obviamente, sí me quiero casar en alguna etapa de mi vida, aunque primero me tienen que pedir la mano [ríe]”, comenta.
Camila ha sido fichada por la mítica agencia de modelos neoyorkina Wilhelmina y se prepara para dar charlas en universidades sobre la enfermedad que padeció. “La vida es una lucha constante, y depende de uno salir adelante. Yo lo hice”, subraya convencida de que en la vida nada es imposible.