Alessandra Fuller no planeó ser actriz. La primera vez que ensayó para una obra de teatro fue para ver a su madre feliz, para complacerla. Pero al hacerlo, sintió que “el universo había conspirado” para que ella descubra su vocación. Dieciséis años después de aquel primer encuentro con el arte, la artista reitera su pasión por la actuación e incursiona en la producción de cine en “Entre nosotros”, un thriller dirigido por Martín Casapía.
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“Normalmente, el actor nace sabiendo que quiere ser artista. A mí nunca se me pasó por la cabeza actuar. Llegó de casualidad, cuando tenía 11 años. En mi clase estaba Nuria Saba, una compositora maravillosa, hija de Edgar Saba. Estaban buscando una niña para una obra en el teatro La Plaza, llamada ‘La celebración’. Nuria pensó en mí por mis características físicas, no sabía que me moría de miedo de actuar, que no me sentía segura, que me daba vergüenza. Decidí aventurarme porque mi mamá estaba súper emocionada con la idea. Y qué bueno que lo hice, porque en el primer ensayo sentí como que volví a nacer. Me cambió la vida”, asegura la actriz.
Aquella fue la primera de una serie de puestas en escena que Alessandra Fuller desarrolló de la mano de la directora artística de La Plaza, Chela De Ferrari. Luego, cuando cumplió 14 años, dio el salto a la televisión.
—¿Cómo llegas a “Lalola”, la telenovela de Latina?
A través de un cásting sin cámaras con Lucho Barrios, director que me dirigió en todas las telenovelas que vinieron luego y con quien tengo una relación de padre-hija. La prueba la hice con Cristian Rivero, quien hizo de mi papá. Nos pidieron improvisar para ver si había química entre nosotros. Al final, me convocaron. Fue muy emocionante, fue mi primera experiencia en televisión, mi primera telenovela larga: fueron como diez meses de rodaje; aunque lo que vino después, fue algo que nadie imaginó. “Ven, baila, quinceañera” duró realmente bastante tiempo.
—Fue un proyecto previsto para reemplazar a “Al fondo hay sitio” durante las vacaciones de verano, pero ante el éxito de sintonía, el canal apostó por más.
Y no hubo marcha atrás, entonces había que seguir hacia adelante, y nos fuimos por la segunda temporada, luego por la tercera y, de hecho, hubo hasta cuarta porque se fusionó la segunda con la tercera. Fue un ‘boom’ que nos tomó por sorpresa a todos y que recibimos con muchísima emoción y cariño. Definitivamente, nos cambió la vida.
—¿De qué forma te cambió la vida?
Definitivamente, en el grado de exposición hay un antes y un después tremendo en mis días. Salir a la calle se volvió una cosa particular, especial, que al comienzo no lograba dimensionar. Recuerdo clarísimo el día que comencé a dimensionarlo. Tenía una entrevista para el programa “Cinescape”, en Santa Beatriz. Cuando llegamos a la puerta del canal, no podía bajar del auto porque había mucha gente rodeando el carro, golpeando la luna. Tuvo que venir la seguridad para ayudarme a ingresar. Ese día entendí claramente que algo estaba pasando. Aprendí a llevar y a disfrutar el proceso.
—¿Cómo construyes al personaje de Rosy? ¿Tuvo algo tuyo?
Fue algo curioso, porque me dieron dos textos: el de Rosy y el de Viviana, que es el personaje que interpretó Mayra Goñi. De saque, sentí que conecté más con el de Rosy. Ella te permitía tener ese rango dramático y tenía las emociones a flor de piel. Le contaba a su prima que había sido violentada por un hombre y aparentemente agredida sexualmente. Era una sensación que me movía cosas por dentro. Por eso pude conectar de esa manera y llevar a cabo todo lo que significó el personaje. Aunque soy distinta a Rosy, pues yo soy más extrovertida, desenvuelta, histriónica, creo todos los personajes van a tener algo de uno, algún matiz.
—¿A la gente le costó desligarte de Rosy?
No mucho, incluso cuando la telenovela estaba al aire, me decían Ale, no Rosy. Eso fue muy lindo.
—Durante la telenovela, Flavia Laos y tú eran bastante unidas, ¿Por qué se distanciaron? ¿Cuál es la verdad?
La verdad es que fue un tema difícil, muy duro para mí, que decidí no exponer, no tocar. Recuerdo que se me criticó por no dejar las cosas claras, por no ser directa con lo sucedido, pero fue una decisión que tomé para no seguir haciendo más ruido, para que no se critique más a las personas involucradas, para tratar de apagar un poco tanto ruido mediático. Preferí dejarlo como en privado, tener la conversación que se tenía que tener, y tomar esa decisión fue lo que me hizo estar más tranquila. No me arrepiento que haya sido así.
—Se especuló que el distanciamiento se produjo por celos profesionales, también se dijo que fue la tercera en discordia en el fin de tu relación con Pablo Heredia, entre otras cosas. Y al no existir una repuesta concreta de tu parte, siempre va a quedar como una situación divagante.
Pero es una situación que compete a dos partes. Yo me quedo con eso. Con saber que traté de manejar las cosas entre cuatro paredes. Creo que si hubo tanto cariño de por medio, pues la consideré una hermana en mi vida, una persona muy cercana a mí, prefiero quedarme con lo bonito que vivimos, con todo lo que aprendimos juntas. Los involucrados fueron importantes en mi vida, prefiero tomarlo así.
—¿Cómo fue seguir grabando con Pablo Heredia, luego de que la relación terminó?
No te voy a mentir, no fue nada fácil porque incluso habían besos en la ficción, entonces, era raro. Pero amo tanto mi profesión y le tengo tanto respeto, que jamás podría permitir que algo de mi vida privada afecte mi trabajo. Antes que nada está la pasión y el amor que le tengo a lo que hago. Creo que si la pasión y el compromiso no serían tan grandes, no hubiese podido sobrellevarlo, pero estaba dispuesta a pararme todos los días de la cama con la mejor energía del mundo para sacar las mejores escenas. Fue difícil, pero se logró.
—”A tu lado” marcó tu debut en la pantalla grande. ¿Cómo fue la experiencia de grabar en República Dominicana?
Fue increíble, un lujo grabar allá, sobre todo con grandes profesionales. Aprendí muchísimo. Tuve la oportunidad de conocer a quienes ahora son mis mejores amigos: Andrés Vílchez, Joaquín Escobar, Guillermo Castañeda y todo de la mano de Martín Casapía, que es un estupendo director a quien quiero y admiro muchísimo. Ahora estamos enrumbados en un nuevo proyecto que me toma no solamente como actriz, también como productora ejecutiva. Estoy muy contenta y emocionada.
—¿Cómo se llama?
Se llama “Entre nosotros”, empezamos a grabar en agosto de este año. Es un suspenso, un thriller increíble que te engancha de principio a fin, pero no te puedo dar muchos detalles.
—¿Tienes propuestas para volver a la televisión?
Estoy súper enfocada al cine. Este año estreno “Sugar en aprietos”, la película que protagonicé con David Zepeda, que es un talento mexicano con quien tuve el placer de trabajar. También estoy abocada a “Entre nosotros”, que es un enorme reto en mi vida. Estoy sacando lo mejor de mí para este proyecto, así que no he podido comprometerme con nada de la tele. He tenido propuestas súper lindas que agradezco y valoro. La televisión me abrió puertas enormes, me conectó con el público.
—A raíz de los cariñosos mensajes que intercambiaban en las redes sociales se te relaciono sentimentalmente con Andrés Vílchez. ¿Tuvieron un romance?
Se nos ha visto siempre juntos y se nos va a ver siempre juntos, pero solo somos súper íntimos amigos, como familia. Entiendo que la gente nos quiera ver como pareja, de que nos relacionen, pero no hay nada más que una amistad.
—¿Qué relación te une al abogado Francesco Balbi? ¿Son pareja?
Así es, estoy enamoradísima, como nunca antes. Estoy muy feliz, es una contraparte porque él no tiene nada que ver con el medio artístico, encontré el equilibrio. Esta relación me toma muy tranquila, contenta. Al hombre que tengo al lado, le tengo respeto, admiración y amor infinito.
—¿Cómo defines el momento actual que vives?
Es un momento de mucha realización, de mucha entrega, compromiso y felicidad. Quiero construir, hacer cosas y eso me tiene muy contenta.
—¿Cambiarías algo del pasado?
No cambiaría absolutamente nada. Cada persona que conoces te hace crecer, mirar la vida desde otra perspectiva, y cada personaje te hace percibir las cosas de forma diferente porque te coloca en los zapatos de otros. Todo lo que he vivido me ha permitido evolucionar.