Uno de los romances más populares del Gran Chaco argentino estrena un nuevo capítulo. El galán: un jaguar tan gentil como inexperto. Su compañera: una hembra jaguar nacida y criada en cautiverio. Este episodio narra esta vez el tan esperado encuentro de Quaramtá y Tania en los bosques del Parque Nacional El Impenetrable.
Qaramtá, el ejemplar macho de jaguar (Panthera onca) que desde hace un año ha establecido su morada en esta área protegida y sus alrededores, ha vivido su primera experiencia junto a Tania. El contacto, más fugaz de lo previsto, difícilmente derivará esta vez en la preñez de ella (todavía es prematuro saberlo), pero sí aporta algunas claves sobre el comportamiento de esta pareja de felinos que servirá para los futuros encuentros.
El proceso de apareamiento, el primero que se conoce entre un individuo salvaje y otro que vive en cautiverio en Argentina, fue largamente analizado, estudiado y organizado por los integrantes del Comité Nacional encargado de ejecutar el Plan de Conservación del Monumento Nacional Yaguareté (jaguar).
La unión entre Tania y Qaramtá tuvo su acto inaugural entre el 17 y el 20 de octubre, obligado por la anticipación del período de celo de ella y de una manera “un poco intempestiva”, según la calificación de Juan Garibaldi, delegado regional de la Administración de Parques Nacionales (APN) en la región noreste del país. El escenario fue un recinto instalado dentro del citado parque nacional que fue construido especialmente para tal fin por los integrantes de la Estación de Campo El Teuco, perteneciente a la Fundación Rewilding Argentina (FRA).
La gente de la FRA conoce perfectamente los comportamientos de Tania, una hembra nacida hace ocho años en un zoológico cercano a la ciudad de Mar del Plata, en la costa atlántica de Buenos Aires y que vive en el Centro de Reintroducción Iberá, donde incluso fue madre y ha criado a dos cachorros que ya están a punto de ser liberados. Aunque también a ellos la naturaleza puede sorprenderlos. “El celo de este mes fue tan prematuro que nos tomó desprevenidos”, indica el biólogo Gerardo Cerón, quien tiene a su cargo el manejo de la estación científica. “Habitualmente el período entre dos celos es de 30-35 días. El anterior había terminado el 21 de septiembre, ella suele ser muy regular y teníamos todo preparado para algunos días más tarde, pero esta vez se adelantó”.
Tania fue trasladada especialmente a El Impenetrable en diciembre de 2019 en cuanto hubo certeza absoluta de que, luego de siete años sin una noticia semejante, un yaguareté macho merodeaba la zona. La idea, en principio, fue retener en el parque a quien luego sería bautizado como Qaramtá. Más tarde, al surgir la idea de intentar la reproducción, se decidió el cambio por Tania, y así comenzaría la historia de un “amor” que debió esperar diez meses en concretarse.
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Una relación sin el menor rasguño
“Lo mejor de esta primera junta fue el trato entre ellos”, asegura el técnico de campo Nicolás Muñoz, encargado del manejo diario de Tania y del mantenimiento del corral donde ella vive. Su voz expresa felicidad: “Salió todo de lujo. Ninguno de los dos tuvo el más mínimo rasguño, se llevaron superbien, aunque era algo que podíamos esperar de Qaramtá: es un individuo que siempre se había mostrado muy sereno en sus acercamientos a la jaula”.
Gerardo Cerón corrobora esta impresión y añade detalles de lo que fue el operativo montado durante esas cuatro jornadas de convivencia: “Fuimos todos los días debido a cierta incertidumbre que teníamos sobre el comportamiento de Qaramtá”, explica. “Dejábamos la camioneta lejos del recinto y nos acercábamos a pie después de controlar con un receptor que los dos estuvieran dentro y que todo se encontrase en perfectas condiciones. Tania nos conoce y percibe nuestra presencia cuando estamos en la zona. El primer día se acercó por voluntad propia, se revolcó delante nuestro, nos mostró la panza, el lomo, y vimos que estaba impecable. Eso nos dejó muy tranquilos”, relata con satisfacción.
El enorme corral especialmente construido para el proceso de junta y posible reproducción de la pareja de jaguares merece una descripción aparte. En realidad, se trata de tres recintos: el más grande, pensado para la reunión de la pareja, ocupa una hectárea; los otros dos, de 1200 metros cuadrados cada uno, cuentan a su vez con un área de manejo más pequeña. “Son para alimentación y chequeo. Es ahí donde le dejamos la comida a Tania”, relata el encargado de la Estación El Teuco.
Los tres espacios, comunicados entre sí por un par de pasillos, incluyen en su interior amplias zonas de bosque y pastizal, donde resulta imposible colocar cámaras-trampa; el más grande, también tiene una piscina de 600 litros para que los animales puedan beber y refrescarse. “A Tania le encanta, la usa muchísimo para refrescarse”, comenta Muñoz.
La construcción de semejante complejo, en su momento postergada por la pandemia del COVID-19 que impedía el traslado de los materiales necesarios, finalmente pudo ponerse en marcha en septiembre y demoró 26 días en estar terminada. “No tuvimos casi descanso, pero valía la pena. Nos entusiasmaba mucho colaborar en lo que sabíamos que estaba por pasar”, dice Rogelio Soraire, el encargado de los obreros locales que trabajaron la puesta a punto del lugar.
Los recintos están rodeados por un alambrado —"robusto y resistente", según la definición de Cerón—, sostenido por postes cinco metros de altura enterrados 50 centímetros en la dura tierra de El Impenetrable. Cinco líneas de tendido eléctrico, instaladas sobre el alambrado y alimentadas por energía solar, completan la seguridad y evitan cualquier tentación de treparlo. “Todo costó algo más de seis millones de pesos [unos 75 000 dólares]”, informa el integrante de la Fundación Rewilding.
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Nervios en la noche
La noche del viernes 16 de octubre el nerviosismo invadió a los habitantes de El Teuco. Desde el día anterior, Tania había cambiado su comportamiento. Se restregaba contra la malla del corral y vocalizaba más de lo habitual, como si estuviera llamando a su “prometido”, que de acuerdo a los datos del GPS que lleva en el collar, se hallaba a muchos kilómetros de distancia. Las dudas sobre el adelanto del celo de Tania habían sido resueltas al mediodía, cuando Muñoz y Cerón pudieron observarla al llevarle su ración de alimento. Solo restaba saber si Qaramtá había percibido la llamada y si la respondería. Esa noche, las señales de su collar brindaron la respuesta afirmativa.
Lo que continuó fue una carrera contra el tiempo. La veterinaria Carolina Rosas tenía programado su traslado desde Iberá al Chaco para el día 18. Debió adelantar el viaje. “Su presencia en el primer episodio de junta era clave por si la agresividad propia de la especie desembocaba en la lesión de alguno de ellos y era necesario hacer algún tipo de curación”, aclara Cerón.
En el parque se procedió a poner en marcha el operativo programado. Desde el centro de control, los integrantes del equipo científico de la estación abrieron la compuerta-guillotina que permite la entrada desde el exterior. Su pretensión era invitar a pasar al único yaguareté macho de linaje chaqueño que actualmente se conoce en la porción argentina del Gran Chaco Americano. Atraído por los sonidos y los olores de la hembra, este no dudo en aceptar la invitación.
Emocionados y expectantes, en El Teuco seguían los acontecimientos, atentos a las 21 cámaras instaladas en el recinto. “Teníamos que saber si él estaba relajado y centraba su atención en ella, o si se lo veía nervioso por notarse encerrado”, refiere Gerardo Cerón.
El sábado 17 por la tarde, cuando Qaramtá decidió visitar nuevamente al objeto de sus deseos, pisó sin querer la trampa ubicada en el suelo del pasillo que esta vez había sido activada. El mecanismo hizo que, automáticamente, la compuerta que había dejado atrás se cerrara y al mismo tiempo se abriese la que tenía por delante, que le franqueaba el paso al corral grande. Todavía debió esperar un poco más hasta que, en un momento, Tania también accedió al recinto. Por fin, después de casi un año de mimos, los amantes podían verse, saludarse y hasta rozarse cara a cara, lomo a lomo, sin tejidos metálicos de por medio.
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La inexperiencia queda a la vista
Sus movimientos quedaron registrados en cientos de videos que han servido para sacar conclusiones de lo ocurrido durante las casi 90 horas que convivieron durante esta primera cita. Y lo que ocurrió fue muy poco, más allá de la excelente relación que mantuvieron entre sí.
“Lo sucedido es una muestra evidente de la triste situación que padece el yaguareté en la región”, se lamenta Cerón, “porque aunque no podamos confirmarlo en un cien por ciento, las imágenes sugieren que Qaramtá nunca antes había estado con una hembra, se trata de un macho totalmente inexperto”.
Mayor de edad y con el conocimiento de haber tenido algunas parejas anteriores, Tania procuró brindarle a Qaramtá todas las pistas necesarias para que supiera de su estado en celo, pero sin suerte alguna. “En algunos casos se ven situaciones hasta graciosas”, señala Nicolás Muñoz, “Qaramtá se quedaba mirándola totalmente inmóvil, como si no llegara a entender lo que ella quería decirle”.
La situación de amor platónico se prolongó durante las primeras 48 horas. Solo a partir del tercer día el instinto de Qaramtá comenzó a reaccionar y fue a partir de entonces que los intentos de cópula empezaron a sucederse. En estas circunstancias, los jaguares pueden tener alrededor de un centenar de apareamientos diarios, cada uno de apenas unos segundos de duración. “Tenemos registrados unos 40 o 50 intentos pero no apreciamos que ninguno fuera efectivo”, indica Cerón, pese a que también aclara: “Podría ser que haya habido otros dentro del bosque y algunos hayan tenido más éxito. No podemos descartar nada”.
El martes 20 por la mañana Tania dio las primeras señales de que la intensidad de su celo había iniciado su declive. En esas circunstancias las hembras se tornan menos receptivas y en algunos casos pueden volverse agresivas. Los observadores de la Estación El Teuco decidieron que había llegado el momento de la separación. Ella fue llamada al área de manejo y Qaramtá se quedó solo en el recinto de junta. Unas horas más tarde, ya había abandonado el corral y se alejaba hacia sus zonas de caza, deseoso de comida luego de cuatro jornadas sin alimentarse.
Una preñez difícil
“Puede pasar que una pareja experta tenga múltiples cópulas sin resultados positivos. Seríamos muy, pero muy afortunados si ella hubiera quedado preñada en este primer encuentro”, señala Cerón. En principio, los especialistas calculan que harán falta al menos dos intentos más para tener una cierta garantía de éxito.
Incluso conocer el estado de gestación de una hembra de Panthera onca resulta complejo. El mismo se extiende durante escasos tres meses y los cambios de apariencia de la madre son mínimos. Hasta podría tener algún otro celo y copular estando embarazada. Para develar el misterio solo cabe entonces esperar y, mientras tanto, ir preparando la siguiente junta, que debería producirse alrededor de la tercera semana de noviembre.
“Al margen de que Tania haya quedado preñada o no, el hecho de que el encuentro haya salido tan bien es muy positivo. Por el mensaje que se transmite a la comunidad local y porque es muy válido para impulsar nuevas estrategias de conservación que todavía no están del todo aceptadas en la Argentina”, subraya convencido Leonardo Juber, intendente del Parque Nacional El Impenetrable. “Hay estudiosos, especialistas y ONG que expresan cierto rechazo, ya sea porque entienden que se está manipulando a un animal silvestre o porque sostienen que el valor genético de las posibles crías será relativo, dado que los padres pertenecen a linajes diferentes”, explica Juber.
La Administración de Parques Nacionales, el gobierno de la provincia del Chaco y la Fundación Rewilding Argentina aseguran que han cuidado cada detalle del proceso, contando con la colaboración de especialistas y científicos del Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (CONICET), y como parte del Comité Nacional para la Conservación del Monumento Natural Yaguareté.
“Tenemos prevista una reunión general para el 24 de noviembre y en ella habrá que tomar decisiones sobre el futuro de los eventuales cachorros”, adelanta Juan Garibaldi. El delegado regional de la APN en el noreste del país amplía la mirada sobre la historia que protagonizan Qaramtá y Tania. “Conservar el acervo genético se consideró prioritario”, remarca, “pero no podemos perder de vista las fuerzas que llevaron a la especie a su actual estado en la región, y si no logramos mitigarlas o transformarlas, por más que criemos animales en un parque nacional estarán condenados a ser eliminados o cazados; en suma, a la extinción”.
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Mitigar las amenazas
“Todos están de acuerdo en que obviamente es útil que Tania quede preñada, pero nosotros tenemos muy claro que solo valdrá la pena en tanto se fortalezcan las áreas protegidas y la conectividad entre ellas. Si no tenemos territorio en buen estado de salud, si continúan la deforestación y la pérdida de hábitat, si sigue habiendo cacería, el esfuerzo no servirá de nada”, enfatiza Leonardo Juber.
El debate sobre el sitio ideal de nacimiento y cría de los posibles cachorros se mantiene abierto. La necesidad de desanclar a Qaramtá de las zonas más cercanas al recinto para que pueda conocer y reproducirse con alguna otra hembra que merodee la región es el argumento principal que sostienen quienes apuestan por trasladar a Tania a su domicilio habitual en Iberá. La reciente confirmación de que las huellas de yaguareté encontradas en el parque nacional en los últimos meses corresponden a uno o dos ejemplares de tamaño más pequeño (juveniles o alguna hembra) avala esta postura.
“Si hoy Tania estuviera preñada tendríamos un horizonte de tres años para la suelta en libertad de los cachorros”, analiza Garibaldi, y agrega: “Necesitamos un compromiso por parte de los actores intervinientes: que expresen su voluntad y comprometan recursos para iniciar la tarea de mitigar las amenazas. Por un lado habría que trabajar fuerte en la percepción que se tiene de la especie en el entorno, acabar de alguna manera con el prestigio que se otorga al tigrero que caza un yaguareté; y por otro lado, necesitamos modificar el manejo del ganado por parte de los campesinos.”.
Mientras las opiniones se suceden y entrecruzan, Qaramtá y Tania han recuperado su vida cotidiana. Solo aguardan que el ciclo natural les brinde una nueva oportunidad de estar juntos. Para entonces, quizás, el instinto de él ya se haya desarrollado lo suficiente como para agregarle eficacia a sus muestras de amor gentil. El nuevo capítulo de la historia más romántica que por estos tiempos se desarrolla en el Gran Chaco argentino está por escribirse.
El artículo original fue publicado por Rodolfo Chisleanschi en Mongabay Latam. Puedes revisarlo aquí.
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