Las cámaras trampa que la ecóloga Annette Fayet instaló no le proporcionaron las pistas que esperaba encontrar sobre la dieta y el comportamiento de anidación del frailecillo. Sin embargo, sí proporcionaron algunas de las primeras pruebas del uso de herramientas por parte de un ave marina.
Un video de 10 segundos capturado en una isla islandesa muestra a un frailecillo atlántico (Fratercula arctica) levantando un palo y utilizándolo para rascarse. El descubrimiento, junto con una observación similar de 2014 en Gales, extiende la capacidad de usar herramientas a un nuevo grupo de aves y plantea preguntas sobre inteligencia, cognición y si este comportamiento inusual sucede en otro grupo de animales.
Anteriormente, se pensó que el subconjunto de animales que usaba herramientas conformaba un grupo bastante exclusivo, con membresía limitada a especies inteligentes conocidas por su comportamiento de resolución de problemas. Hasta ahora, escriben los autores, el rascado solo se ha visto en animales con cerebros más desarrollados como los primates y elefantes.
El descubrimiento de otros animales que modifican y aprovechan los objetos en su entorno para adaptarse a sus propósitos ha provocado un replanteamiento en cómo entendemos la cognición. Recientemente, los científicos registraron a una familia del jabalí de las Bisayas (Sus cebifrons) que cavaban valiéndose de cortezas y ramas en un zoológico de París.
Fayet y sus colegas creen que el frailecillo filmado en 2018, en la isla Grimsey, pudo haber estado usando el palo para deshacerse de garrapatas, las cuales afectaron a la población de frailecillos de Islandia ese año. El equipo señala que el comportamiento es claramente distinto de la colección de pastos y plumas más suaves que se usan en los nidos de frailecillos.
La evidencia de dos pájaros, en ubicaciones a más de 1700 kilómetros entre sí, también demuestra que la táctica no surgió en una sola población. Es posible que a cada pájaro, independientemente, se le haya ocurrido la idea de usar un palo rígido para rascarse, escriben los autores. O bien, podrían haberlo aprendido de otro frailecillo. Cualquiera de los casos podría ser evidencia de que la inteligencia de las aves marinas puede haber sido "subestimada".
"Nuestro hallazgo […] justifica más estudios sobre la cognición de las aves marinas", agregan los investigadores, "un tema casi completamente no estudiado, pero claramente lleno de oportunidades para futuras investigaciones".
El artículo original fue publicado en Mongabay Latam. Puedes revisarlo aquí.
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