Luis Torres había terminado de descargar la pesca del día en Puerto Cayo cuando accedió a hablar con Mongabay Latam. Era un día nublado y caluroso en este pueblo pesquero de Manabí, en la costa ecuatoriana. Se arregló la gorra, se limpió las manos con una franela y caminó hacia un costado de la playa para tomar distancia del barullo del mercadillo playero. “Los (pesqueros) industriales pescan en la milla 6 más o menos”, dijo, un lugar que por ley está reservado a los artesanales; pero además, parte de esa pesca “va directo a la harina de pescado. Todos lo saben”, contó.
Lo que narra el pescador, es, según coinciden los habitantes del sector, una verdad obvia y poco atendida: aseguran que en las aguas de la Reserva Marina Cantagallo – Machalilla, las embarcaciones industriales pescan ilegalmente peces pelágicos pequeños —como anchovetas, sardinas o pinchaguas— que luego convierten en harina de pescado pese a una disposición ministerial que lo prohíbe.
Hablar de ello, sin embargo, no es fácil. Los pescadores tienen miedo y Luis Torres comparte lo que ha visto bajo condición de proteger su identidad, así es que su nombre, en realidad, es solo un pseudónimo.
En el océano, las primeras ocho millas contadas a partir de la línea de playa son cruciales. Allí, el fondo marítimo blando —conformado por arena, arcilla y otros sedimentos— sirve como alimento para múltiples organismos y es también el lugar donde se reproducen numerosas especies de peces, principalmente pelágicos pequeños. La primera franja de mar es de hecho tan importante que numerosos países, entre ellos Ecuador, establecen por ley que se trata de un área donde únicamente pueden pescar las embarcaciones artesanales y en donde la actividad pesquera industrial está prohibida.
Mongabay Latam viajó hasta la zona y accedió a información del Ministerio de Producción, Comercio Exterior, Inversiones y Pesca (MPCEIP) en la que se precisa que, entre fines del año 2020 e inicios del 2022, se detectaron al menos 44 alertas de pesca no autorizada dentro de las ocho primeras millas de la Reserva Marina Cantagallo – Machalilla.
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Las alertas del Ministerio de la Producción
Desde marzo de 2020, el Ministerio de Producción, Comercio Exterior, Inversiones y Pesca (MPCEIP) ejecuta el Proyecto de Mejora en la Competitividad del Sector Acuícola y Pesquero que busca establecer directrices que garanticen la trazabilidad de los productos pesqueros y controlar eficientemente las pesquerías para asegurar, sobre todo, la sustentabilidad de los recursos. Este proyecto, según la información que el Ministerio proporcionó, “exige que el país cuente con los más altos estándares en el ejercicio de la actividad pesquera y acuícola” con el propósito de “adoptar medidas para prevenir, desalentar y eliminar la pesca ilegal no declarada y no reglamentada”.
Mongabay Latam revisó 156 reportes emitidos, entre noviembre de 2020 y marzo de 2022, por cuatro unidades de la Dirección de Control de dicho proyecto y detectó que en ese periodo se registraron, en la provincia de Manabí, 78 alertas por actividades de pesca no autorizada dentro de las ocho primeras millas, las cuales fueron ejecutadas por 16 embarcaciones industriales.
Eso no es todo. De las 78 alertas precisadas en los reportes, 46 contaban con coordenadas y al localizarlas en un mapa comprobamos que 44 de ellas ocurrieron dentro de la Reserva Marina Cantagallo-Machalilla.
Además, salvo 4 casos, casi todas las embarcaciones detectadas son reincidentes. Por ejemplo, la embarcación Wellington José fue registrada en 10 ocasiones, entre noviembre de 2020 y mayo de 2021, realizando actividades sospechosas de pesca dentro de las 8 primeras millas de la Reserva Marina. Lo mismo sucede con las embarcaciones Walter Ramón y Daniel Santos II que registran, respectivamente, 7 y 9 alertas de pesca en zona no autorizada dentro del área protegida. Entre los datos también aparece la embarcación Brisas del Mar con 15 alertas por “pesca en zona no autorizada frente al perfil costero”. En este caso, sin embargo, en la información entregada no constan las coordenadas exactas, aunque sí se precisan varios sectores pertenecientes a la provincia de Manabí, en donde se ubica la reserva marina.
El Ministerio de Producción asegura que estas alertas no implican o derivan “obligatoriamente en una infracción”. Según explica, los analistas de las unidades de control del proyecto monitorean satelitalmente a las embarcaciones que se encuentran desarrollando actividades de pesca. Tras observar que se comete una presunta infracción, emiten un informe a la unidad administrativa competente y se abre un expediente donde los pescadores ejercen su derecho a la defensa. Luego se celebra una audiencia y se emite una resolución.
Sin embargo, aunque entre enero y abril de 2022, se abrieron 64 procedimientos administrativos pesqueros para investigar las alertas por pesca en zona no autorizada, dentro de las ocho primeras millas en todo el país, la Dirección de Patrocinio Legal del Ministerio de Producción abrió finalmente solo un expediente administrativo pesquero sancionatorio por esa infracción.
Para este reportaje se consultó al Ministerio de Producción sobre por qué solo abrió un expediente sancionatorio, aunque hubo 64 expedientes pesqueros que alertaban sobre la pesca ilegal dentro de las 8 millas, pero hasta la publicación de este artículo el organismo no entregó respuesta.
De las 16 embarcaciones industriales detectadas que presuntamente pescaron en las primeras millas del área protegida, 14 se dedican a la pesca de peces pelágicos pequeños como anchovetas y sardinas con red de cerco y dos operan con red de arrastre para capturar merluza y camarón.
Diversas organizaciones ambientales aseguran que uno de los principales impactos tanto de las redes de arrastre como de cerco es la poca selectividad, es decir, que en ellas cae una gran cantidad de especies que no son necesariamente las que se espera capturar. Además, al raspar el fondo marino, las redes de arrastre levantan partículas que generan sedimentos. Estos, a su vez, crean avalanchas de fango que contribuyen a la erosión impactando así los ecosistemas y la dinámica de las especies. Las redes de cerco pueden tener el mismo efecto si es que operan muy cerca de la orilla puesto que, según explica la organización de conservación marina, Oceana, al haber poca profundidad en las primeras millas de mar, las redes de cerco también terminan arrastrándose por el fondo.
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¿Un área protegida de papel?
La Reserva Marina Cantagallo – Machalilla se creó en 2015 para proteger a más de 200 especies de mamíferos, 84 de aves y 36 de anfibios y reptiles que habitan en el área.
Una de las principales riquezas de esta área protegida es que en ella se encuentra la mayor población mundial de mantarrayas gigantes (Mobula birostris) que hasta ahora se conozca, una especie considerada En Peligro, según la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN). Además, es un lugar que utilizan las ballenas jorobadas que anualmente llegan a Ecuador para aparearse y alumbrar a sus crías. Y, por si eso no fuera suficiente para considerar su importancia, en las costas que colindan con las aguas de la reserva hay playas de anidación de tortugas marinas como la verde, golfina, laúd y carey, calificadas como En Peligro, Vulnerable” y En Peligro Crítico.
También, entre las aves endémicas del Chocó ecuatorianas y Tumbesinas están el albatros ondulado o de Galápagos (Phoebastria irrorata), el piquero de patas azules (Sula nebouxii), la fragata magnífica (Fregata magnificens), la gaviota reidora (Chroicocephalus ridibundus), la pardela gris (Puffinus griseus) y el petrel de Parkinson (Procellaria parkinsoni).
Cuatro años después de la creación de la reserva, el plan de manejo —que es el instrumento que define actividades y prohibiciones para conservar los ecosistemas marinos y las zonas costeras como playas y manglares que están dentro de la reserva— reconoció que, a pesar de que está prohibida la pesca industrial en la primera franja de mar, una de las causas que estaba afectando a los recursos pesqueros era justamente la sobreexplotación de especies para la elaboración de harina de pescado por parte de “barcos rastreros y polivalentes (dedicados a diferentes pesquerías) dentro de las 8 millas náuticas”.
Para asegurar que eso no siguiera ocurriendo, el plan de manejo dividió la reserva en diferentes áreas y estableció que entre la milla 2 y la 8 podrán pescar exclusivamente los pesqueros artesanales. Sin embargo, tres años después de la elaboración del plan de manejo éste continúa sin ser aprobado y es considerado “un borrador”.
Salvaguardar los recursos pesqueros para que las pesquerías locales sean sustentables no es el único objetivo de que exista una zonificación dentro de la Reserva Marina Cantagallo – Machalilla. El objetivo también es proteger la fuente de alimento de las especies que el área protegida busca conservar puesto que, por ejemplo, diferentes especies de aves marinas se alimentan de los peces que nadan en la reserva.
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Los peces para el consumo humano convertidos en harina
Ecuador fabrica harina de pescado desde la década de los sesenta. El país, de hecho, se ubica entre los 10 mayores productores de harina de pescado del mundo siendo esta la segunda industria pesquera más importante a nivel nacional, luego de la manufactura de atún para conservas.
Su fabricación, sin embargo, debe realizarse según estableció un acuerdo ministerial emitido por el Ministerio de Producción en octubre de 2019, “utilizando únicamente los excedentes y desperdicios resultantes del procesamiento de los recursos para consumo humano directo”.
Pescadores, expertos y el propio plan de manejo de la reserva, aseguran, no obstante, que eso no se cumple y que, por el contrario, peces que deberían ser utilizados para el consumo humano son destinados directamente a las plantas de harina de pescado.
Un pescador que acompañó a Mongabay Latam en un recorrido por Puerto López, otro poblado pesquero cuyas aguas son parte de la Reserva Marina Cantagallo – Machalilla, detalló que los industriales pescan peces como sardinas por encima de su capacidad de procesamiento, lo que impide que algunos sean destinados para el consumo humano. “Cuando hay demasiada sardina que ya no pueden filetear, la hacen harina de pescado y eso es ilegal”, asegura el pescador, mientras habla en voz baja.
Un análisis del Instituto Nacional de Pesca de Ecuador, que estudió la pesquería de peces pelágicos pequeños desde 1981 hasta 2007, ya advertía sobre este problema. El estudio señala que “se ha reportado la incursión de barcos industriales a nuevas zonas usualmente no explotadas (cercanas a la costa), con la captura desmesurada de otras especies tradicionalmente destinadas para el consumo humano directo como es el caso de carita, hojita, picudilla, entre otros, cuyo destino es la elaboración de harina de pescado”.
Manuel Reyes, presidente de la Cooperativa de Producción Pesquera Artesanal Cogaevismar y secretario de la Unión de Pescadores Artesanales de Manabí, asegura que el principal problema que esa situación acarrea es la sobrepesca y cuestionó a las autoridades por la falta de acciones que permitan garantizar los recursos pesqueros a largo plazo. “La corrupción impera. El viceministerio de pesca, el ente regulador, hace oídos sordos y los biólogos miran a otro lado porque tienen orden de no decir nada”, dice.
El economista Jimmy Anastacio, en un artículo publicado en abril de 2022 en la web de la Cámara Nacional de Pesquerías en el que analiza la industria de la harina de pescado en Ecuador coincide con Reyes: “El manejo ineficaz de la pesquería de pelágicos pequeños (una de las principales fuentes de materia prima para la elaboración de harina de pescado), durante el presente siglo, generó un incremento desmesurado de la flota autorizada para pescar este recurso y de los sitios autorizados para su procesamiento, sumado al crecimiento de la captura y procesamiento ilegal a lo largo del perfil costero, situación que hoy en día afecta el estado biológico de estos stocks”, sostiene el economista.
Los pescadores artesanales cada vez tienen más evidencias de esa afectación. “La pesca en las 8 millas va disminuyendo por la pesca ilegal. Eso lo sabemos todos”, dice Reyes, por lo que cada vez deben ir más lejos a pescar.
Consultado el Ministerio del Ambiente sobre cuáles son las acciones que realiza para impedir que se cometa pesca ilegal en las primeras millas de la reserva, el organismo respondió que “dentro de los patrullajes marinos que realizamos como área protegida, no se han reportado o detectado novedades correspondientes a barcos pesqueros industriales en sectores por debajo del límite de 8 millas náuticas”.
La aprobación del Plan de Manejo de la Reserva Marina Cantagallo – Machalilla es necesario para que exista un instrumento que permita ejecutar acciones de protección frente a la pesca ilegal. Ese documento que aún espera tener un visto bueno de las autoridades ecuatorianas definirá el ordenamiento y regulación de las zonas donde pueden realizarse actividades de pesca dentro de la reserva. Mientras ese plan siga como borrador, Cantagallo – Machalilla está en riesgo de convertirse en una reserva de papel.
*El mapa elaborado a partir de las alertas emitidas por las unidades de la Dirección de Control del Proyecto de Mejora en la Competitividad del Sector Acuícola y Pesquero fue realizado con la colaboración del doctor en ecología marina, Fabio Favoretto, profesor de la Universidad Autónoma de Baja California Sur.
*Imagen principal: Parque Nacional Machalilla, Puerto López. Foto: Yalilé Loaiza.
El artículo original fue publicado por Yalilé Loaiza en Mongabay Latam. Puedes revisarlo aquí.
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