Hace poco vi una definición de ‘civilización’, un tema más complicado de lo que parece ser. Un parámetro mencionado es la esperanza de vida, a la cual los demás parámetros están íntimamente ligados.
La esperanza de vida sube con el ingreso per cápita y con la distribución de la riqueza. El tipo de gobierno también influye, porque impacta los servicios sociales.
–La cifra final–
La esperanza de vida varía muchísimo. Hay países donde una persona puede vivir alrededor de 50 años, mientras que en otros la cifra se eleva hasta 90. Eso no quiere decir que la mayoría de la gente vaya a vivir exactamente esa cantidad de años; es un promedio, pero es un número que dice mucho acerca de cuán civilizado es un país o cuánto cuida de su población.
“En el Perú, la esperanza de vida es de 76,9 años, comparable a Argentina”.
Es posible que en un país con menor esperanza de vida haya varias personas que tienen 90 años o más, pero el promedio es bajo. Hay edades críticas, que son como vallas que –una vez superadas– dan una esperanza de vida más larga. En las sociedades menos desarrolladas, muchos niños mueren antes de llegar a los 10 años. La mortalidad infantil baja el promedio e impacta la estadística.
Otra edad crítica es entre los 16 y 22 años, cuando los jóvenes comienzan a llevar una vida más independiente, relacionándose con grupos fuera de la familia, teniendo relaciones sexuales, manejando auto, etc. A esta edad, el riesgo de accidentes es alto. Al pasar esa etapa, los adultos enfrentan otros riesgos a través de las décadas, como el cáncer, la diabetes o las enfermedades cardíacas.
–Servicios sociales–
Aunque la mayoría de los riesgos enfrentados por adultos alrededor del mundo son parecidos, la probabilidad de que impacten su esperanza de vida varía de acuerdo a los servicios sociales disponibles. Por ejemplo, en países escandinavos, Costa Rica, Japón o Taiwán, donde la asistencia médica es universal y de alta calidad, la incidencia de enfermedades es menor.
Esto se debe tanto a la disponibilidad de tratamientos como a la prevención y detección temprana, que permite tratamientos efectivos. En países donde hay servicios sociales universales, los ingresos personales no son tan determinantes sobre la esperanza de vida como en países pobres, donde la falta de servicios de salud es una condena de muerte en caso de una enfermedad de tratamiento costoso.
–El ingreso per cápita–
Generalmente se usan las siglas PBI (producto bruto interno) para indicar el nivel económico de un país y sus habitantes. Pero más adecuado para comparar niveles de vida de países es la paridad de poder adquisitivo (PPA). Esta refleja mejor el costo de vida y la desigualdad de ingresos, que puede variar enormemente y distorsionar los demás parámetros.
Cuando la disparidad es muy grande, el PBI o riqueza total del país no refleja la realidad nacional, ni siquiera la de una minoría privilegiada. En muchos casos, la esperanza de vida más alta es más aplicable a la minoría más próspera. Un ejemplo es EE.UU., cuyo sistema de salud produce inigualables logros para algunos, pero que la Organización Mundial de Salud (OMS) clasifica por debajo de Costa Rica en la provisión de servicios de salud pública.
–Natalidad y mortandad–
En los últimos años, la esperanza de vida de países pobres y ricos se ha acercado mucho comparado al siglo pasado. Un ejemplo es la República Centroafricana (RCA) donde, en los años 70, la esperanza de vida era menos de 30 años. Eso se debía a que las mujeres tenían en promedio 14 hijos y morían la mitad o más.
A partir de la exitosa campaña mundial de planificación familiar y disponibilidad de anticonceptivos, ha bajado enormemente la cantidad de embarazos y de muertes infantiles globalmente. Hoy, la RCA tiene una esperanza de vida de 55 años.
“En las sociedades menos desarrolladas, muchos niños mueren antes de llegar a los 10 años”.
–Países desarrollados–
En el Perú, la esperanza de vida es de 76,9 años, comparable a Argentina. Este promedio en nuestro país ha aumentado 11 años en las últimas tres décadas, y se ha mantenido alrededor de cinco años más para las mujeres. La nación que tiene la mayor expectativa de vida es Japón, con 84,6 años (87,7 para mujeres y 81,5 para hombres).
Aquí cabe aclarar que cuando se trata de civilización y desarrollo, muchos parámetros deben tomarse en cuenta; por ejemplo, la ausencia de armas y crímenes. Si se tiene en cuenta eso, Japón lidera: posee bajo crimen, la más alta esperanza de vida y la menor desigualdad de ingresos. Sin embargo, en otras medidas de civilización, como sostenibilidad ambiental, Japón está en el puesto 67, lo que lo coloca en el puesto 15 en el índice de progreso social.
–El índice de progreso social–
En el 2010, un grupo liderado por Michael Porter en la Universidad de Harvard y Scott Stern en el Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT), desarrolló el índice de progreso social (IPS). Este tiene como objetivo medir “la capacidad de una sociedad para satisfacer las necesidades humanas básicas de sus ciudadanos, establecer las bases que permiten a los ciudadanos y a las comunidades mejorar y sostener su calidad de vida, y crear condiciones para que todos puedan alcanzar su verdadero potencial”.
El IPS mide la performance de países en tres dimensiones: necesidades humanas básicas, bienestar fundamental y oportunidades de progreso. Estas dimensiones se dividen en 54 indicadores de resultados concretos, medibles con metodologías compatibles en todos los países estudiados. Las áreas incluyen salud, refugio, salubridad, igualdad, inclusión, sostenibilidad, seguridad y libertades personales, entre otras.
El grupo formó la organización Progreso Social Imperativo, y ha publicado dos estudios hasta hoy. El Foro Económico Mundial publicó los resultados del último estudio (2015), donde 133 países son clasificados. El Perú ocupó el 55 lugar, Japón el 15, Nueva Zelanda el 5 y Noruega el primero.
Un factor importante que contribuye a la mejor performance de países es la educación, índice íntimamente ligado a todos los demás indicadores de civilización y progreso social. Y si bien la esperanza de vida es muy importante, cuanto podamos disfrutar esos años de vida es quizás el indicador crucial.
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