¿Por qué tenemos problemas de flatulencia cuando volamos? - 1
¿Por qué tenemos problemas de flatulencia cuando volamos? - 1
Redacción EC

¿Alguna vez tuvo un problema de a bordo de un vuelo?

Si le ocurrió, no se avergüence. Se trata de algo muy común cuando viajamos en avión.

¿A qué se debe? Eso es lo que se preguntó el médico danés Jacob Rosenberg, quien se abocó a la tarea de encontrar la explicación.

El interés de Rosenberg por la flatulencia a bordo comenzó cuando realizó un viaje de larga distancia a Nueva Zelanda.

Al mirarse el estómago se dio cuenta de que había crecido visiblemente desde que subió al avión.

Cuando abrió su valija y vio su botella de agua vacía comprendió lo que había ocurrido.

La botella se había expandido cuando bajó la presión de la aeronave, en vuelo, y luego se contrajo cuando aterrizaron.

Ahí se dio cuenta de que los gases en su estómago probablemente estarían haciendo lo mismo.

"Desde entonces he notado cuánta flatulencia uno tiene cuando vuela", dijo a David Robson, de la BBC.

Aunque no es comparable con los efectos de la turbulencia externa, esta ventosidad que ocurre dentro del avión es una causa común de quejas entre pasajeros.

"Cuando hablas con la gente todos han sentido mal olor alguna vez durante un vuelo", señala Rosenberg, un profesor en la Universidad de Copenhague, en Dinamarca.

Eso llevó al experto a preguntarse sobre las consecuencias científicas de este fenómeno, lo que lo impulsó a realizar una investigación sobre el tema que podría aportar claves sobre cómo aliviar esta molestia.

Gas
Incluso cuando estamos con los pies sobre la tierra todos expulsamos una sorprendente cantidad de gases cada día.

Los científicos estiman que la persona promedio emite flatulencias unas diez veces cada 24 horas, equivalente a cerca de un litro de emanaciones.

Esos gases son producto del alimento que no fue absorbido por el intestino y que es fermentado por bacterias.

La fermentación produce nitrógeno, dióxido de carbono e hidrógeno, además de otros componentes sulfúricos más olorosos.

A pesar de tratarse de una experiencia universal, Rosenberg encontró muchos malentendidos en torno a esta problemática.

Por ejemplo: a pesar de lo que sugiere la cultura popular, un estudio realizado en los años 90 muestra que los hombres no son más flatulentos que las mujeres (aunque sí parecen ser más públicos sobre la experiencia).

La misma investigación también señala que los pedos de las mujeres tienen una mayor concentración de componentes sulfúricos, lo que hace que su olor sea más potente.

Y aunque los granos hayan cobrado fama por ser causantes de gases, un experimento reciente demostró que no son tan inflamatorios del intestino como se creía, y su efecto varía mucho entre distintas personas.

También se determinó cuáles alimentos ayudan a reducir la flatulencia: el pescado, el arroz y los jugos de fruta colados son algunos.

Y –sorprendentemente- los productos lácteos también reducen los gases (contrario a lo que muchos creen), ya que no suelen dejar desechos en el intestino que pueden ser fermentados.

Pilotos hinchados
Mientras que la flatulencia en el día a día pasa un poco desapercibida (o es cortésmente ignorada) puede causar inconvenientes mayores en vuelo.

Algo que afecta especialmente a quienes pasan mucho tiempo en una cabina presurizada.

Según las estadísticas de la Asociación Médica Aeroespacial, más del 60% de los pilotos sienten hinchazón abdominal, una cifra muy por encima de la del trabajador común.

El motivo tiene que ver con la física básica: "la presión cae y el aire debe expandirse en un espacio mayor", explica Rosenberg.

El médico estima que ese litro de gas pasa a ocupar un volumen un 30% mayor, lo que lleva a esa sensación tan incómoda de hinchazón.

Algunos seguramente intentan retener esos gases, por pudor, pero el experto no lo recomienda.

"Si eres joven y saludable no es un problema, pero para la gente mayor puede representar un esfuerzo cardíaco riesgoso", advierte.

¿Peligro de explosión?
Por otra parte, liberar todos esos gases también puede tener sus riesgos.

Un estudio de 1969 resaltó el peligro de explosión que podría generar una acumulación de flatulencias generadas por astronautas dentro de un cohete espacial.

Sin embargo, hasta el momento no se ha registrado ningún accidente por esta causa.

No obstante, la Agencia Espacial de Canadá sugirió recientemente que la soya fermentada podría ser la comida ideal para comer en el espacio, ya que contiene bacterias probióticas que reducirían la hinchazón abdominal de los astronautas.

En tanto, mientras que en los aviones no hay peligro de explosión, las aerolíneas toman medidas para aliviar las molestias que causan los malos olores generados por este problema.

Rosenberg entrevistó a diferentes compañías aéreas que utilizan filtros de carbón en el aire acondicionado, para absorber el olor.

Las aerolíneas también buscan servir comida a bordo que contenga pocas fibras y muchos carbohidratos, una combinación que facilita nuestra digestión.

Otras soluciones

Rosenberg cree que podrían adoptarse otras medidas para aliviar la situación.

Por ejemplo, usar frazadas que contengan carbón en sus fibras, para que absorban más gases.

Pero para los más preocupados por este tema, tiene una sugerencia más radical que pondrá fin a su vergüenza.

El experto recomienda que compren ropa interior con fibras de carbono, que ya fabrican algunas marcas, y que según la Revista Estadounidense de Gastroenterología absorben casi el 100% de los malos olores.

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