El verde parecería ser un color obvio para algunos mamíferos, especialmente para los pequeños, como los conejos o ratones, que pasan sus días escondidos en la vegetación. Después de todo, la primera lección de camuflaje es hacer lo posible para verse como lo que te rodea.
¿Por qué será entonces que la evolución no tomó ese camino?, se pregunta la física Helen Czerski en la serie de la BBC "Colour: The Spectrum of Science" (Color: el espectro de la ciencia).
Ella ha vivido fascinada por los colores y las historias que cada uno de ellos esconden. En el caso de los mamíferos, que nunca han sido verdes, encontró más de una respuesta.
En primer lugar, los humanos vemos mejor los colores que casi todos los otros mamíferos. Aparte de unos pocos otros primates, los demás son dicromáticos: mientras que nosotros tenemos tres tipos de fotorreceptores retinianos en los ojos, el resto solo tienen dos.
Por ello los perros, tigres, elefantes y demás pueden distinguir cosas que sean amarillas y azules, pero no ven la diferencia entre el rojo y el verde.
De manera que no es necesario ser de ese último color para camuflarse. Para un zorro, el marrón de un conejo se ve muy parecido al verde de las plantas entre las que se está escondiendo.
El otro problema es que es muy difícil volverse verde. Las plantas lo hacen usando clorofila, pero no hay realmente otros pigmentos verdes a disposición en la naturaleza. Pero, si es tan difícil, ¿cómo lo logran las ranas y los loros?
Pues superan la falta de pigmentos verdes valiéndose de una astuta combinación de tipos de colores.
Lo que usan es color estructural. La forma de la superficie de su piel o plumas hace que solo se refleje la luz azul, lo que les da una capa de ese color. Pero encima tienen un pigmento amarillo. Y la combinación de azul y amarillo se ve verde.
De manera que los animales que vemos verdes realmente son azules, con un filtro de amarillo encima. Todo ese esfuerzo vale la pena para una rana, pero los conejos parecen estar bien sin tanta complicación.
Otra explicación
Hay otra teoría de por qué los mamíferos pequeños no evolucionaron para ser del color predominante del ambiente en el que viven. Y tiene que ver con la última parte de esa frase.
Hay mastozoólogos que señalan que esos animales típicamente viven en el suelo, correteando en la hojarasca. Como las hojas muertas no son verdes sino de color café, no tuvieron la necesidad de ser verdes para sobrevivir.
¿Y los perezosos?
Sí, los osos perezosos efectivamente son mamíferos y van tornándose verdes, pero hacen un poco de trampa. Lo que sucede no es que con la edad les vayan saliendo canas verdes.
De hecho, el pelo de los mamíferos solo tiene dos tipos de pigmentos: uno que produce negro o marrón y otro que produce amarillo o rojizo-naranja.
La mezcla de estos dos pigmentos nunca va resultar en verde. Entonces, ¿cómo logran estos relajados habitantes de las selvas centro y sudamericanas lucir de ese color tan elusivo para el resto de los mamíferos en su suntuosa piel? Pues su secreto es un alga.
Los pelos de los osos perezosos son largos y gruesos, y a medida que envejecen, se quiebran. Esas fibrosas hebras son un lugar perfecto para que esas algas verdes se aferren. Para el perezoso, darles un hogar tiene sus beneficios: ese matiz verde que adquiere le ayuda a camuflarse. Además, puede absorber nutrientes de las algas a través de su pelo y piel.