Imagínate que es un viernes por la noche, te reúnes con tu grupo de amigos para tomar un par de tragos y relajarse un rato. Pero ocurre un problema, no a todos les gusta la misma bebida, algunos no toman cerveza porque es muy amarga, otros prefieren el saber dulce de un vino que el sabor fuerte de un ron y otros simplemente no soportan el whisky. No todos responden igual a un mismo tipo de bebida. Sin embargo, la respuesta podría estar en los genes.
Un estudio publicado en la revista “Alcoholism: Clinical and Experimental Research” (Alcoholismo: Investigación clínica y experimental) los tipos de genes determinarían la manera en que sientes el alcohol, lo que explicaría por qué unos tragos te saben más amargos que otros.
“Los dos genes que habían sido previamente asociados con la ingesta de alcohol también están asociados con las diferencias en la percepción del etanol”, indica el Doctor John E. Hayes, autor del estudio.
Según la investigación, las personas que sienten el alcohol menos amargo tienen cierta disposición a beber con mayor frecuencia, lo que podría llevar a posibles problemas de alcoholismo. “La genética del gusto puede ser un importante factor de riesgo antes de que alguien se vuelve dependiente a la bebida”, resalta la investigación.
Para el desarrollo del estudio, el equipo de investigación reunió a 93 personas de ascendencia europea y analizó las variantes de dos de los 25 genes encargados de la codificación del sentido del gusto.
Al grupo se le ofreció una bebida con 16% de alcohol, el cual debían beber y escupir, mediante este proceso las personas podían notar sus sensaciones gustativas. Luego se les aplicaba un poco de alcohol al 50% en la parte posterior de sus lenguas.
Para Hayes, este estudio marca un precedente en esta clase de investigaciones. “La razón de este trabajo es importante porque se llena un vacío, nadie había demostrado en laboratorio que el alcohol en realidad sabe de forma diferente según la versión del gen que tiene cada uno”.
Sin embargo, el autor señala que también hay aspectos culturales que intervienen en la conducta de beber de una persona. Aun así “la idea de que un pequeño factor biológico pueda tener un papel tan grande es bastante impresionante” afirmó.