Imaginemos que los virus tuvieran un cerebro como el de los seres humanos y que están en una lucha sin cuartel contra la humanidad. Así como nuestros cerebros exploran, investigan, aprenden y ejecutan acciones para luchar contra el coronavirus, ese cerebro viral estaría también haciendo lo mismo para luchar contra los humanos.
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Obviamente, los virus no tienen un cerebro pensante. Pero tienen un estímulo muy poderoso para modificar su comportamiento: la fuerza de la evolución y selección natural. Una fuerza tan poderosa que hace que el virus mute su genoma buscando una ventaja o adaptación evolutiva que le permita ser más eficiente y permanecer más tiempo en su rol de agente causante de enfermedad. Y eso es lo que ha hecho el SARS-CoV-2, que ha desarrollado tres variantes de interés global, la B.117, B.351, y la P1. La primera fue descubierta en el Reino Unido, la segunda en Sudáfrica y la tercera en Brasil.
—P.1 en el Perú—
El ministro de Salud, Óscar Ugarte, informó que un análisis de 199 muestras del nuevo coronavirus aisladas durante las últimas semanas en Lima Metropolitana arrojó que el 39,7% correspondió a la variante P.1 o brasileña.
Por el tamaño de la muestra, el que no se haya hecho un muestreo probabilístico de tomas de muestras en la ciudad y el que no se haya usado el secuenciamiento completo del virus, sino una técnica similar, no se puede decir que el 40% de los casos de COVID-19 de Lima Metropolitana son causados por la nueva variante. Pero, sin duda, el muestreo nos da una idea de que estamos enfrentando un problema tan severo que algunos expertos dicen que, si no se logra controlar esa variante, podría suceder en Lima lo que sucedió en Manaos, que tras haber tenido un alto índice de infección en la primera ola tuvo una feroz segunda ola.
La variante P.1 fue identificada por primera vez el 2 de enero de este año, cuando cuatro pasajeros de Brasil –un hombre, una mujer y dos adolescentes– tuvieron una prueba molecular al llegar desde Brasil al aeropuerto Haneda de Tokio.
“Esta amenaza obligará a las autoridades a acelerar el proceso de vacunación en la población”.
Las autoridades japonesas realizaron un secuenciamiento genético completo del virus y, para su sorpresa, detectaron mutaciones nunca antes encontradas, por lo que procedieron a informar a las autoridades brasileñas.
La variante, clasificada como P.1, fue encontrada por primera vez en Manaos el 12 de enero, y en una publicación en “The Lancet” del 27 de enero se reportó que en diciembre del 2020, esa variante ya constituía el 42% de las muestras examinadas en la ciudad de Manaos. La P.1 estuvo ausente en 26 muestras recolectadas en Manaos entre marzo y noviembre del 2020, y en la actualidad, el 64% de las infecciones en todo Brasil son causadas por la variante P.1.
—Mutaciones en la mira—
La variante P.1, al igual que la variante B.351 de Sudáfrica, tiene –entre 17 otras– tres mutaciones en una zona de la espiga llamada RBD, que es la que responde a los anticuerpos neutralizantes producidos como consecuencia de la enfermedad natural o de la vacunación.
Es decir, una persona que ya tuvo COVID-19 podría reinfectarse con esta variante. Una persona que recibió una vacuna de primera generación también podría infectarse con esta variante.
Además, el hecho de tener la mutación N501Y, que la hace de 1,4 a 2,2 más contagiosa que el virus original, origina que se produzcan muchos más casos de la enfermedad en un tiempo menor, lo que hace que aumenten de manera proporcional los casos graves y muertes.
Pese a los múltiples reportes anecdóticos, no hay evidencia de que esta variante P.1 o cualquiera de las otras dos causen un COVID-19 más agresivo o diferente. Aún se está investigando.
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—¿Qué hacer?—
Ante esta amenaza, el Perú debe reforzar la vigilancia genómica en su territorio. Es decir, tiene que aumentar el número de secuenciamientos genómicos del virus que se hacen. En el último reporte, se habían secuenciado 974 genomas. Si tomamos en consideración que, en ese momento, ya existían casi 1,4 millones de casos en el Perú, eso hace que solo el 0,07% de las muestras ha tenido un secuenciamiento genético. Al no saber si los virus que circulan en el Perú tienen mutaciones, estamos luchando contra el virus con los ojos vendados.
Esa amenaza debe obligar a las autoridades a acelerar el proceso de vacunación de la población. Lamentablemente, las vacunas llegan a cuentagotas, situación que favorece que las personas se infecten, y diseminen los virus y las variantes.
Es importante que la población sea adecuadamente informada y sepa cómo reforzar las medidas de prevención contra el SARS-CoV-2. El uso de una doble mascarilla, el distanciamiento físico, no organizar ni asistir a eventos sociales en los que haya gente que no vive en el hogar y la limpieza de manos y superficies son importantes medidas que ahora debemos reforzar.
—Corolario—
La variante P.1 está en el Perú y podría convertirse en la variante predominante en muy corto tiempo, provocando que la carga de enfermedad y muerte sea formidable.
Ustedes, estimados lectores –aparte de su voto en las próximas elecciones–, no pueden influir en las políticas de salud, pero sí pueden –y deben– hacer todo lo posible para no convertirse en un caso de contagio.
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