La Dirección General de Medicamentos, Insumos y Drogas (Digemid) otorgó el Registro Sanitario Condicional a Molnupiravir, antiviral que inhibe la replicación del SARS-CoV-2 (el virus causante del COVID-19). Si bien Molnupiravir es un fármaco que cuenta con el respaldo de la ciencia, en el mundo hay sustancias que son presentadas como “milagrosas para cualquier tipo de males”. Sí, la tan famosa agua arracimada podría estar dentro de este último grupo.
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“Una persona debe tomar el medicamento adecuado, pero si estás tomando algo que ni siquiera lo es, que no tiene estudios, hay riesgo para la salud porque pueden tener efectos adversos [desconocidos]. Hay riesgos secundarios porque algunas personas, por tomar estos compuestos, dejan sus medicamentos o no buscan ayuda para un problema de salud que se puede agravar con el tiempo. Además, está el riesgo económico porque estas estafas suelen ser caras, lo cual los puede dejar sin presupuesto para afrontar el tratamiento que en realidad necesitan”, advierte el médico epidemiólogo Álvaro Taype-Rondan.
Entonces, ¿cómo comprobar que el producto que compré o me están ofreciendo en alguna tienda es en realidad un medicamento o tienen las propiedades que dice poseer? A continuación, algunos pasos de verificación.
Paso 1
Si nos vendieron un producto que supuestamente es un medicamento o tiene propiedades medicinales, podemos recurrir al repositorio oficial de la Dirección General de Medicamentos, Insumos y Drogas (Digemid) para corroborar si se encuentra en su lista de medicamentos autorizados.
En el buscador, debes digitar el nombre del medicamento. En este caso, usaremos la carbamazepina, un fármaco usado para la epilepsia. Como se ve, figura el informe técnico en el que se especifica que está autorizado.
Si hacemos la prueba con el producto Cluster X2 -uno de los nombres de la llamada ‘agua arracimada’, que es promocionada incluso por algunos médicos para supuestamente mejorar la absorción de nutrientes y mejorar la comunicación celular-, podemos notar que no se encuentra en el registro.
Para realizar una verificación podemos realizar las mismas búsquedas en el Observatorio Peruano de Productos Farmacéuticos de la Digemid. Aquí el enlace al sitio web.
Paso 2
Otro mecanismo para conocer el tipo de producto que estamos consumiendo es la Dirección General de Salud Ambiental (Digesa), ente encargado de monitorear la salud ambiental e inocuidad alimentaria en el país. Allí podemos encontrar el registro sanitario.
Al realizar la búsqueda con Cluster X2, podemos corroborar que esta tiene autorización como “bebida para diluir a base de agua purificada”. No es un medicamento, ni un suplemento.
Paso 3
Otra herramienta importante también es internet. Muchos de estos productos son vendidos en la red, donde también hay información respecto a sus riesgos. Es el caso del dióxido de cloro, que promete curar el cáncer, sida, diabetes y hasta el covid sin ningún sustento científico. Este no es un medicamento, incluso entes como la Administración de Drogas y Medicamentos de EE.UU. (FDA) y la Agencia Europea de Medicamentos (EMA) tienen artículos específicos al respecto.
La recomendación general, en este caso, es tomar en cuenta las fuentes autorizadas, como las páginas web de los CDC, FDA, Digemid, EMA, Mayo Clinic. Si buscamos ‘dióxido de cloro + covid’ en Google, encontraremos la advertencia de la FDA:
“Hay artículos científicos previos y fuentes periodísticas serias [en internet]. Lo que puede hacer una persona es una búsqueda inicial de la sustancia que le quieren vender, de la siguiente manera: el nombre del producto + fraude”, recomienda el médico epidemiólogo Álvaro Taype.
El investigador advierte, además, que existen algunas estafas que también usan medicamentos aprobados: “A veces te quieren vender un medicamento que sirve para tratar una condición pero que es para otra enfermedad, como la ivermectina para tratar el covid. Es un medicamento, pero no por eso quiere decir que sirva para todo y puede llegar a causar daño”.
No todos son medicamentos
Estos productos no pueden equipararse con un medicamento por diversos motivos, pero el principal es que no cuentan con ensayos preclínicos y clínicos, es decir, no superaron las pruebas de laboratorio, animales y las tres fases en humanos para poder demostrar su eficacia y seguridad.
Un claro ejemplo es el proceso seguidos por las vacunas contra el COVID-19, que, si bien fueron probadas en corto tiempo, sí pasaron por todo este proceso y también demostraron su efectividad en la vida real.
En el caso de estos compuestos vendidos como milagrosos, no cuentan con esta data científica que respalde sus presuntas propiedades. Es por ello que las autoridades reguladoras como Digemid o la FDA no las autorizan como medicamentos. A veces solo tienen autorización como bebidas, es decir, son equiparables a jugos de frutas, que no llegan incluso a ser consideradas suplementos nutricionales, que sí cuentan con otro tipo de proceso para su aprobación.
Es importante recordar que todos los medicamentos tienen efectos adversos, que están identificados y especificados en sus insertos. Con los productos ofrecidos como ‘milagrosos’, en cambio, los vendedores suelen asegurar que no tienen contraindicaciones porque son ‘naturales.
“Las ciencias de la salud buscan dar el medicamento correcto a la persona correcta en la dosis correcta. Lo que una persona debe tomar para una dolencia sí tiene que ser un medicamento, pero debe ser el correcto”, añade Taype-Rondan.
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