Aun si todos los países firmantes del Acuerdo Climático de París cumplieran los objetivos establecidos en este pacto, la temperatura global media se incrementaría hasta un 3,2°C, en comparación con los niveles preindustriales. A menos que cada año la concentración de gases de efecto invernadero (GEI) caiga en un 7,6% entre el 2020 y 2030, el mundo perderá la oportunidad de limitar a 1,5 °C la temperatura promedio, y evitar así los efectos más graves asociados al cambio climático. Esta es una de las advertencias del Informe Anual de Brecha de Emisiones del Programa de Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA). No obstante, no es el único estudio publicado esta semana que augura –de seguir con el ritmo actual– un panorama gris para el planeta.
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— Punto crítico —
La temperatura global ha aumentado un 1,1 °C, y ya se pueden observar las consecuencias de eso: glaciares encogidos, cambios en los hábitats naturales de los animales y plantas, ondas de calor, e intensas sequías y lluvias.
Los científicos coinciden en que para limitar ese crecimiento a 1,5 °C, relacionado con menos impactos devastadores, las emisiones de dióxido de carbono (CO2) –el principal GEI– tienen que caer a 25 gigatoneladas (GT) para el 2030. Lamentablemente –según la tendencia actual– las emisiones están en camino de alcanzar las 56 GT para la misma fecha.
De acuerdo con el reporte del PNUMA, si hace 10 años los países se hubiesen comprometido a la meta de 25 GT, anualmente, bastaría con disminuir las emisiones en un 3,3%. Es por eso que hoy es necesario que las naciones quintupliquen sus esfuerzos de disminución de los GEI.
“Cada día que nos demoramos, las brechas se vuelven más pronunciadas y difíciles de superar. Para el 2025, el recorte necesario de emisiones sería de 15,5% cada año, lo que hace que el objetivo de 1,5 °C sea casi imposible”, se lee en el reporte.
Cabe resaltar que solo las naciones del G-20 –entre las que están EE.UU., Japón, Alemania, Rusia y Francia– representan el 78% de las emisiones globales, pero solo cinco estados miembros se han propuesto objetivos de emisiones cero a largo plazo.
— Sin señales de éxito —
Si es que lo mencionado anteriormente le pareció grave, pues no lo es todo. Esta semana la Organización Meteorológica Mundial (OMM) informó que la concentración media de CO2 rompió un nuevo récord, llegando a las 407,8 partes por millón (ppm) en el 2018, luego de haber alcanzado 405,5 ppm en el 2017. Este incremento superó el promedio de los últimos 10 años.
Desafortunadamente, no hay indicios de una desaceleración o una disminución en la concentración de los gases de efecto invernadero, sostiene Petteri Taalas, secretario general de la OMM.
“Tenemos que plasmar los compromisos en acción y aumentar el nivel de ambición en aras del bienestar futuro de la humanidad”, recalca.
— Impacto local —
Del total de emisiones globales, el Perú solo aporta un 0,4%. No obstante, es altamente vulnerable al cambio climático, explica Yamina Silva, investigadora principal del Instituto Geofísico del Perú (IGP).
“El efecto más evidente en el país está en los glaciares. A partir de los años 70, el 50% de estos se han derretido. Por otro lado, hemos observado que la temperatura en Huancayo aumenta casi 0,2 grados cada 10 años. Asimismo, la frecuencia e intensidad del friaje se están incrementando”, advierte la especialista, y agrega que desde 1980, la temperatura promedio en el Mantaro subió en 0,7 °C.
Silva sostiene que el Perú se ha desarrollado de una manera no planificada; es decir, las personas se han asentado en zonas sensibles a los actuales cambios en el clima.
“Si vemos en Lima, hay personas que se han asentado en cerros inestables, y si llueve poco, basta con que se humedezca el suelo, para que sus hogares empiecen a caer”, detalla.
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