Los niños tienen acceso a la tecnología desde una edad muy temprana, pero no siempre lo hacen de manera segura, lo que puede llevar a que, movidos por la curiosidad, el desafío intelectual y la sensación de poder, caigan en las redes de los ciberdelincuentes, involucrándose en actividades ilícitas en línea.
Virginia Tovar vivió un momento de angustia en 2016 cuando su hijo, entonces de 13 años, compartió con ella su vocación: “Mamá, quiero ser hacker”; lo que en su mente se vinculó al momento con el mundo de la ciberdelincuencia.
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Ella ya sabía que su hijo tenía desde pequeño “un talento innato para la tecnología”. “Con tan solo 12 años, mientras otros niños jugaban al Minecraft para divertirse, él ya estaba explorando códigos y creando sus propios accesorios para juegos online, e incluso vendiéndolos por cinco euros”, cuenta.
También comenzó a hablar de cosas que Virginia “ni siquiera sabía que existían”, como la ‘deep web’ y la ‘dark web’, asegurándole que no debía preocuparse, que “controlaba”. La preocupación y el temor a que “se metiera en líos”, le llevó finalmente a acompañar a su hijo en esta empresa.
“Es cierto que hubo momentos difíciles y de mucha angustia porque veía que las habilidades tecnológicas que tiene mi hijo podían llevarle por un camino peligroso y yo lo único que quería era encontrar la forma de apoyarlo sin cortarle las alas, pero asegurándome de que usara su talento de forma responsable”, reconoce.
Juntos recorrieron congresos de ciberseguridad, lo que les permitió conocer y encontrar el apoyo de expertos y profesionales del sector. Esto ha permitido “mostrarle que su sitio estaba del lado de la luz y no del lado oscuro”, y que hoy sea “parte de una comunidad que fomenta el uso ético de la tecnología”.
“Sin el apoyo de organizaciones como X1RedMasSegura, Incibe y empresas como Kaspersky, el camino hubiera sido mucho más difícil y es probable que con un final no tan feliz”, concluye esta ‘cibermadre’.
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Lo que motiva a los jóvenes
Virginia ha contado su historia en el marco de una campaña con la que Kaspersky busca ayudar a los padres y madres a entender lo que motiva a los menores a emprender una carrera delictiva en línea, en ocasiones sin ser conscientes de ello, y a reconocer las actitudes que pueden indicar que sus hijos ya están involucrados.
Esta situación se enmarca en un momento en que los niños tienen un acceso muy temprano a la tecnología: casi la mitad de los menores españoles (47%) tiene su primer contacto con un dispositivo conectado a Internet antes de cumplir los 7 años, según el informe de Kaspersky ‘Estar en línea: niños y padres en Internet’.
En este mismo estudio también se recoge que el 24,5% de los padres y madres españoles nunca ha hablado con sus hijos sobre los peligros del entorno digital, e incluso que un 75% afirmaba que su hijo no tenía las nociones suficientes para hacer un uso seguro de Internet.
En este contexto, los ciberdelincuentes se aprovechan del desconocimiento de los menores sobre las consecuencias legales que pueden tener las actividades ilícitas en el entorno digital, y los reclutan a través de foros ‘online’ o videojuegos.
A menudo, se les atrae con promesas de reconocimiento y recompensas financieras. Las motivaciones detrás de este fenómeno incluyen la búsqueda de adrenalina, el deseo de pertenencia y la curiosidad por explorar habilidades tecnológicas, como explican desde la firma de ciberseguridad.
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A ello se le añade el atractivo de la cibercriminalidad. En muchas películas y series de televisión, los ciberdelincuentes son representados como figuras de admiración, por lo que se convierte en algo emocionante y deseable, más que una actividad delictiva.
Las actitudes que los delatan
Para identificar y evitar que los menores se adentren en el mundo de la ciberdelincuencia, los expertos de Kaspersky recomiendan prestar especial atención a cambios en el comportamiento ‘online’, es decir, si de pronto sus hijos se interesan en tutoriales relacionados con la ciberdelincuencia que expliquen, por ejemplo, cómo crear virus.
“Si tu hijo pasa más tiempo del habitual frente a la pantalla, en dark webs o páginas específicas de cibercrimen, puede ser una señal de alerta”, advierten desde la empresa de ciberseguridad.
También hay que estar pendientes de cambios en sus intereses tecnológicos. Un interés repentino en programas o herramientas que no corresponden con sus actividades escolares o aficiones previas puede indicar que está siendo expuesto a prácticas ilícitas ‘online’.
Asimismo, aconsejan monitorizar las interacciones que sus hijos puedan tener en línea, si han hecho nuevos amigos con intereses inusuales en tecnología o delincuencia digital, y prestar atención a la forma en que explica sus actividades, sobre todo si evita hablar de lo que hace ‘online’ o se muestra evasivo cuando se le pregunta por ello, ya que podría estar ocultando algo.
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El informe de Kaspersky se destaca que a pesar de contar con normas en la mayoría de los hogares, el 37,5% de los padres españoles ha descubierto a sus hijos realizando actividades en Internet como hablar con personas que no conocen (21,5%), compartir información como el nombre del centro educativo en el que estudia, número de teléfono o fotos (12,5%) e intentar averiguar claves wifi o contraseñas para conectarse sin permiso a redes o apps (5%), lo que supone brecha significativa en la supervisión de los menores.
Medidas proactivas para proteger a los hijos
Los expertos de Kaspersky aconsejan, además de monitorizar la actividad en línea de sus hijos y de prestar atención a su comportamiento, fomentar el diálogo abierto. Es importante que expliquen a sus hijos las consecuencias de la cibercriminalidad y actividades delictivas ‘online’, evitando acusar y castigar, porque esto puede generar una respuesta defensiva por parte del menor.
Deben, asimismo, asegurarse de que los dispositivos de sus hijos cuenten con soluciones de seguridad adecuadas y fiables, que permitan configurar una restricción de edad que ayude a evitar que los más pequeños accedan a contenidos inapropiados o peligrosos.
Y, sobre todo, educar en ciberseguridad y responsabilidad tecnológica, para que entiendan que la delincuencia ‘online’ no es solo un juego, sino una actividad con consecuencias reales, tanto para ellos como para los demás. Y fomentar una comprensión de las normas éticas en el uso de la tecnología que ayude a frenar las conductas ilícitas. Solo un 36% de los menores ha recibido varias formaciones sobre ciberseguridad en sus centros educativos, de acuerdo con el informe de Kaspersky.
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