La imagen colectiva de la robótica fue durante mucho tiempo un hombrecito de metal que movía sus miembros con ademanes espásticos y emitía una voz de extraterrestre.
La realidad es que en sus distintos campos –industrial, médico, doméstico, militar, etc.– la robótica ha dado pasos gigantescos desde la posguerra hasta convertirse en un elemento inseparable de la vida moderna.
Japón, Estados Unidos, Alemania y China se encuentran hoy en la vanguardia de la industria que tuvo, en 2011, su mejor año de ventas en los últimos 50 años.
Y no son sólo las diversas palancas con formas de brazo de la producción automotriz o los polémicos aviones militares sin tripulantes. En Estados Unidos y el Reino Unido los robots participan de los sistemas de salud como asistentes en todo tipo de intervenciones médicas. En China, en un restaurante en Harbin, en el norte del país, todos los camareros son robots.
La fuerza dominante sigue siendo Asia con una venta en 2011 de 88.700 unidades. Pero el fenómeno es global. En América Latina las ventas se duplicaron en México (1938 unidades), tuvieron un gran salto en Brasil (1449 unidades) y se cuadruplicaron en Argentina (407 unidades)
Lo tradicional es la aplicación industrial, pero ahora hay mucha nueva producción a nivel hogareño o de servicios, buena parte de la cual acaba de salir del laboratorio. El potencial es inmenso, indicó a BBC Mundo Phil Webb, catedrático de Robótica y Automatización de la Universidad de Cranfield en el Reino Unido.
MUNDO MÁQUINA Si en un futuro próximo un robot puede ser camarero, enfermero, oficinista y un larguísimo etcétera: ¿qué pasará con los humanos?
El fantasma de un mundo devorado por la máquina es un viejo tópico de la ciencia ficción que hoy empieza a dar señales de realización.
No es que las máquinas vayan a controlar a los humanos, por más que estos dependan cada vez más de sus servicios para organizar su vida económico-social.
Pero en momentos en que la economía mundial está lidiando con una crisis como no veía desde los años 30, el impacto de la robótica en la ocupación es fuente de preocupación.
Según el columnista del Financial Times Edward Luce la robotización explica que la economía estadounidense haya tenido un alto crecimiento de la actividad fabril y una creación nula de empleo.
La paradoja es que cuanto más robots haya, habrá más crecimiento porque aumentará la productividad, pero también mayor caída del ingreso promedio, señala Luce.
Y no es sólo Estados Unidos. En 2011, Corea fue el país con mayor densidad robótica por empleado: 347 robots por cada 10 mil trabajadores. En el máximo productor de robots del mundo, Japón, se produjo un incremento de la densidad robótica a 339 por 10 mil.
Los optimistas señalan que, desde la revolución industrial, la máquina ha desplazado mano de obra que luego fue reabsorbida en otros sectores de la economía.
A corto plazo puede haber un impacto laboral. Pero a largo plazo la investigación indica que cada robot genera dos nuevos trabajos, porque las compañías se vuelven mucho más eficientes y rentables, señaló Webb.
Pero muchos advierten que el impacto de la robótica no se reduce a lo económico-laboral.
ENTRE WOODY ALLEN Y KARL MARX Este 2013 comenzó con la emisión de una patente de la Administración de Alimentos y Medicamentos de los Estados Unidos para RP-Vita, el primer robot autónomo capaz de supervisar el paciente en su estado preoperatorio y post operatorio.
La aplicación de la robótica al área médica y doméstica plantea ciertos problemas legales que el director Woody Allen podría explorar en alguna película.
Todos sabemos que las computadoras fallan. ¿Qué pasa si en el mundo robotizado de la atención personal el robot se descompone y el paciente en sus brazos de metal cae y fallece?
¿Quién es legalmente responsable del hecho? ¿Se llevará a juicio al robot mismo?
En los años 90, un filósofo argentino, Oscar del Barco, planteó que la robótica cambiaba por completo la visión de la historia.
El sistema-de-máquinas, el gran autómata, como lo llamó Marx, ha tomado el control del desarrollo del sistema en su conjunto y ha hecho entrar en crisis un concepto esencial de la sociedad moderna. Dicho de otra manera: ¿puede haber historia de un mundo absolutamente tecnificado?, ¿puede haber historia sin hombre?, se pregunta del Barco.
TRANQUILOS En un ensayo hace tres años el cofundador de Microsoft Bill Gates intentó poner paños fríos a las fantasías apocalípticas.
A pesar de todo el revuelo que ha causado, nadie puede realmente decir con certeza cuándo –o incluso si– la robótica va a alcanzar la masa crítica necesaria. Si lo logra, cambiará el mundo, señaló Bill Gates.
Las cifras antes citadas para Corea del Sur, el país con más densidad robótica -347 por cada 10 mil trabajadores–, ayudan a relativizar el tema: no llegan al 5% del total de trabajadores.
Los optimistas de la tecnología creen que es cuestión de tiempo.
Hay una gran necesidad de automatizar la producción. China es un caso. Para que China tenga la misma densidad robótica que Alemania o Japón se necesitará una instalación de un millón de robots. El mismo incremento salarial y la demanda de productos de mayor calidad que ya está experimentando China van a exigirlo, indicó a BBC Mundo la germana Gudrun Litzenberger de la Federación Internacional de Robótica.
El problema es si la sociedad está acompañando este proceso. En su libro Race Against the Machine, Erik Brynjolfsson y Andrew McAfee señalan que hay un tremendo desfase entre un mundo que cambia tecnológicamente a una velocidad de vértigo y la educación que recibe la población.
Según algunos analistas, si este desfase continúa, el desempleo masivo será inevitable, lo que plantea un problema de fondo para todo el sistema que necesita, además de productores de objetos, consumidores.
Los autores de Race against the Machine lo ejemplifican con un diálogo en los albores de la robotización entre Henry Ford y el sindicalista Walter Reuther.
Enseñándole su nuevo robot, Ford le preguntó con un dejo de ironía a Reuther cómo pensaba sindicalizar a los robots. A lo que Reuther le contestó, ¿y cómo va a hacer usted para que los robots le compren sus coches?