Hace muchos años, cuando alguien quería conseguir algún documento tenía que ir a una sala de archivo, que usualmente era un salón con estantes llenos de documentos. Instituciones públicas y empresas privadas utilizaban este sistema para almacenar partidas de nacimiento, actas de matrimonio, certificados de trabajo, libros, entre otros. Muchas veces estos documentos terminaban perdiéndose por incendios, inundaciones, vandalismo u otras complicaciones. La digitalización de la información solucionó en gran medida este problema, ya que los archivos empezaron a guardarse en los discos duros de las computadoras. Sin embargo, a medida que la información digital incrementó vertiginosamente, comenzaron a surgir alternativas de almacenamiento para ayudar a acumular toda la data, entre ellas la que más prosperó fue la computación en la nube o cloud computing (en inglés).
En la actualidad, todos nosotros utilizamos esta tecnología de una u otra manera, aunque muchas veces no somos consciente de ello. Cuando escuchamos música en Spotify o vemos videos en YouTube o Netflix, al revisar nuestros correos, al jugar en alguna plataforma de videojuegos o simplemente cuando ingresamos a una página web, en todos esos momentos recurrimos al almacenamiento de la nube.
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Y no solo eso, para la investigación científica la computación en la nube también es de gran utilidad. Muchos proyectos de diversas ramas como genética, física o computación cuántica utilizan plataformas sustentadas en la nube y de libre acceso para sus investigaciones.
¿Qué es la nube de internet?
Se trata de un conjunto de computadoras de alto desempeño –llamadas comúnmente servidores– que están ubicadas físicamente en diferentes lugares del planeta, explica a El Comercio Corrado Daly Scaletti, ingeniero informático.
“Estas computadoras están agrupadas y alojadas en lo que llamamos centro de datos, cuyo tamaño puede ser tan pequeño que la cantidad de computadoras que tiene se puede contar con los dedos de la mano, hasta centros de datos tan grandes, que pueden llegar a 80.000 computadoras”, señala el especialista.
Estos centros de datos pueden estar dedicados al uso interno de una empresa u organización, o pueden ofrecer su uso a terceros a través de un modelo de negocio de tipo alquiler de servicios.
Si bien hay muchas empresas de nube que son conocidas e importantes, como Alibaba Cloud, Amazon Web Services (AWS), Google Cloud Platform (GCP), IBM Cloud, Oracle Cloud y Microsoft Azure, también existen cientos de proveedores en todo el mundo.
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Estos centros de datos, si bien consisten en sistemas de computadoras, necesitan muchos más elementos para funcionar.
“Están dotados de diferentes implementos que permiten mantener un adecuado clima para el funcionamiento de las computadoras, respaldo de energía, comunicaciones de datos a alta velocidad, seguridad de las instalaciones físicas, repuestos para partes que puedan fallar, y la cantidad adecuada de personal para realizar las tareas que requiere todo lo mencionado anteriormente”, comenta Scaletti.
Un punto importante de esto es el consumo de energía. La optimización de su consumo ha sido una tarea que han buscado tanto los gobiernos como las empresas. En 2019, de acuerdo con la Agencia de Protección Medioambiental de los EE. UU, los centros de datos representaron hasta un 2,5% del consumo de la electricidad total generada en Estados Unidos.
Del total de la cantidad eléctrica usada, una gran parte se destina a soluciones de climatización de los data center. En promedio, casi el 45 % de la energía eléctrica es consumida por equipos de aire acondicionado, el resto por los equipos de cómputo, los sensores y cámaras de seguridad, así como por las consolas de monitoreo y demás aparatos que conforman la infraestructura del centro de datos.
¿Para qué sirve la nube y por qué es importante?
La nube permite a los usuarios acceder a los mismos archivos y aplicaciones casi desde cualquier dispositivo, ya que los procesos informáticos y de almacenamiento tienen lugar en servidores en un centro de datos, y no de forma local en el dispositivo del usuario.
Juan Casal, director de Ventas para Empresas y Sector Público para los países emergentes de América Latina en Intel, define la nube como una evolución de las necesidades de conectividad y de disponibilidad de los datos para las personas.
“Si hablamos de cómo era el mundo de la tecnología antes de la nube, tendríamos que referirnos a una disponibilidad local de datos. Los correos electrónicos que usábamos vivían en un dispositivo, lo mismo ocurría con cualquier tipo de datos a los que nosotros accedíamos. Hoy en día, nosotros recibimos un correo en nuestra PC, teléfono celular, tablet u otros , porque ya esos correos no viven en un lugar único, sino que conviven en una nube justamente accesible por nosotros desde cualquier tipo de dispositivo en cualquier lugar. Esa simplificación es una de las mayores ventajas y de las mayores razones que tenemos para para explorar el mundo de la nube”, dice el ejecutivo a este Diario.
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“Pensemos en lo que era escuchar música hace 10 años atrás. Uno escuchaba música bajándola a un iPod, con los archivos MP3, que fueron la evolución de los casetes y de los discos compactos –ambos medios físicos–. Incluso, aunque los MP3 fueran archivos digitales, los almacenábamos en un dispositivo físico. Ahora escuchamos música a través de plataforma de streaming. Hoy por hoy tenemos los correos, la música, las películas, todos los datos empresariales, las plataformas de videochat que nos permiten hablar en tiempo real aun así nos encontremos a varios kilómetros de distancia; todos estos funcionando a través y gracias a la nube, la cual vino a facilitar la accesibilidad de datos, que hace que la vida moderna sea como es ahora”, acota.
Una de las razones por las que la nube se ha vuelto un elemento sumamente importante en nuestro día a día es por el incremento de la capacidad de computo. Actualmente, casi todo lo que nos rodea tiene una computadora integrada, no solo las PC y celulares, también relojes inteligentes, televisores, lavadoras, refrigeradoras, robots de limpieza, cámaras de seguridad, entre otros. Todos estos artículos procesan determinada información que nos facilita la vida y, además, hace posible la interacción entre ellos. De esa manera, es posible ver desde un celular, por ejemplo, qué alimentos están por vencerse en la refrigeradora o si es que el robot aspiradora ya se activó para limpiar la casa. Lo mismo sucede en las empresas, en donde la información debe estar disponible para todos sus colaboradores no importa dónde se encuentren. El gran reto de la computación en la nube es poder conectar todo estos dispositivos para ofrecer un mejor servicio.
Divisiones de la nube
Existen tres grandes tipos de formas de ofrecer los recursos de cómputo de la nube: la infraestructura como servicio, (IaaS), la plataforma como servicio (PaaS) y el software como servicio (SaaS).
La infraestructura como servicio (IaaS) es un tipo de servicio de computación en la nube que ofrece recursos esenciales de cómputo, almacenamiento y redes a pedido, en un sistema de pago por uso. De esta manera, la IaaS permite evitar el costo y la complejidad de comprar y administrar servidores físicos e infraestructura de centros de datos. Así, ya no sería necesario tener un servidor para procesar la señal de cámaras de videovigilancia, simplemente con una puerta de enlace a la red es posible alquilar o adquirir esa capacidad de cómputo y almacenamiento en una nube remota.
Plataforma como servicio (PaaS) es un entorno de desarrollo e implementación completo en la nube, con recursos que permiten entregar todo, desde aplicaciones sencillas basadas en la nube hasta aplicaciones empresariales sofisticadas habilitadas para la nube. Al igual que la IaaS, la PaaS incluye infraestructura (servidores, almacenamiento y redes), pero también incluye middleware, herramientas de desarrollo, servicios de inteligencia empresarial, sistemas de administración de bases de datos, etc. La PaaS está diseñada para sustentar el ciclo de vida completo de las aplicaciones web: compilación, pruebas, implementación, administración y actualización.
El software como servicio (SaaS) permite a los usuarios conectarse a aplicaciones basadas en la nube a través de internet y usarlas. Algunos ejemplos comunes son el correo electrónico, los calendarios y herramientas ofimáticas. Aquí el proveedor de servicios administra el hardware y el software y garantizará también la disponibilidad y la seguridad de la aplicación y de los datos. Es el tipo de servicio con el que estamos más familiarizados estamos todos nosotros, plataformas como Steam, Spotify, Netflix, Shopify y muchas otras más corresponden a esta categoría de servicio.
Nube pública, privada e híbrida
Según el docente de la PUCP, nos referimos a nube pública cuando hablamos de centros de datos cuyos servicios se ofrecen al público en general, a cambio de una compensación económica. Amazon Web Services, Azure (Microsoft) y Google Cloud son ejemplos de este tipo. Cada empresa tiene decenas de centros de datos en diferentes lugares del mundo – en pocos años hablaremos de centenares–. Sus clientes son empresas de todos los tamaños, gobiernos, y también personas naturales.
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Por otro lado, la nube privada es un conjunto de computadoras gestionadas en su totalidad por una empresa u organización, puede constar de muy pocas computadoras y variar hasta llegar a cantidades enormes. Usualmente las empresas privadas e instituciones del gobierno manejan este esquema.
En el caso de la nube híbrida, es un concepto que combina el uso de nube pública y nube privada en una empresa o institución, de tal forma que los recursos de su nube privada se comunican con los que ha contratado, como cliente, en la nube pública.
La nube y las pequeñas empresas
La nube no requiere que las organizaciones inviertan en infraestructura (como un centro de datos o enormes procesadores), lo cual es una inversión importante, exige personal especializado y mantenimiento y actualización permanente. Eso lo hace el proveedor y el usuario solo paga lo que consume, tiene servicio técnico de primer nivel y 24/7, garantías de los más estrictos parámetros de seguridad y actualizaciones permanentes, expresa David Tolosana, director de Soluciones y Tecnología de Microsoft para la región Andino-Sur.
“La nube, además, democratiza el acceso a la tecnología, porque permite a una microempresa acceder a los mismos servicios y capacidades que una gran corporación sin hacer las grandes inversiones de hardware que eso implica, y se puede adaptar a las necesidades de cualquier empresa, pues se paga solo por consumo. Adicionalmente, la nube es elástica: si tienes una necesidad puntual, usas una capacidad y un servicio, pagas ese consumo y lo desactivas, o si tienes un comercio, aumenta tu capacidad de atender tráficos altos en época de navidad, pero después lo reduces y no tienes que pagar por capacidad ociosa cuando pasa el pico de demanda”, señala.
“A medida que los datos se han convertido en uno de los activos más valiosos para las organizaciones, se va multiplicando exponencialmente la cantidad de información que capturan y almacenan. Pero almacenar no hace ninguna diferencia. Se estima que el 73% de la información de negocio hoy en día no se analiza, así que puedo tener cantidades enormes de información guardada y no estar agregándole valor a la operación. Lo interesante es que la información sea de buena calidad, que sea interoperable (que pueda conectarse entre sí) y que agregue valor”, complementa el especialista.
Retos y futuro de la nube
Con la aparición de cada vez más y más equipos que necesitan estar conectados, la necesidad de mejorar el sistema de cómputo en la nube será mayor. El reto es grande, tecnologías como la realidad virtual, la realidad aumentada y el metaverso irán desarrollándose con mucha fuerza en los años venideros, por ello, la nube va a tener que brindar el soporte necesario para su funcionamiento.
“Hay sin duda muchos desafíos que van alineados a los casos de uso recientes [de la nube]. Porque dar los parámetros y las calidades de servicio que se requieren para que esos casos de uso funcionen bien no es algo trivial”, señala el ejecutivo de Intel.
“El siguiente paso natural que debemos afrontar es seguir conectando de manera óptima a todos los diversos dispositivos de computo que van surgiendo constantemente”, añade.