MELISSA GARCÍA SOMOS

Dicen que en Google los encargados de las finanzas son como los ‘padres’ de la compañía: adultos en sus cuarentas intentando poner orden a las incansables ideas de los miles de ingenieros en sus veintes. Dicen también que entrar a su casa matriz, en Mountain View, California, es como dar un paseo por una gran universidad en la que hay de todo; geeks, nerds, deportistas y artistas pasean en bicicleta entre sus oficinas repletas de jardines, cafeterías y espacios de ocio. Es este espíritu adolescente el que los ha caracterizado durante sus 15 años de vida, en los que se han dado tiempo para –entre grandes innovaciones, varias polémicas y algunos desaciertos– cambiar el modo en el que el mundo hace las cosas.

Como un chiquillo que evita los límites, Google quiere experimentarlo todo. Por eso ha roto las reglas desde un principio: cuando todos los portales llenaban de información su página de inicio, él la presentó casi vacía. Cuando en las oficinas el objetivo era sacar hasta el último segundo de trabajo de sus colaboradores, él les dio el 20% de su tiempo libre para que ‘creen’. Y cuando aún no había terminado de cuajar el sentido de la industria en internet, Google decidió que su modelo de negocio sería la publicidad en línea. “Esto sucedió a los tres años de fundada la empresa y fue el elemento que logró que sobreviva”, explica Susana Pabón, PR Communication Manager para Google Colombia y Perú. Fue así, aprendiendo con la misma rapidez con la que su buscador nos ofrece respuestas, que empezó a marcar la diferencia. Para Arturo Goga, blogger de tecnología, este ha sido uno de los mayores aciertos de Google en sus 15 años. “El ser una especie de intermediario, como la agencia publicitaria más grande del mundo, le permitió a esta empresa luego financiar todos sus proyectos”, explica.

Esta rebeldía adolescente (que solo ha sido posible mantener por sus crecientes ingresos) llevó a la compañía a desafiar incluso a Larry Page, uno de sus fundadores, que en un principio solía decir “Solo contratamos gente como nosotros”. Hoy Google se ha permitido dibujar el escenario de una comunidad casi utópica, donde la inclusión, la sostenibilidad y la horizontalidad – aparentemente– son cosa de todos los días.

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