En el año 1995, Steve Jobs ocupaba el cargo de director ejecutivo en Pixar, una empresa emergente de animación que estaba cosechando grandes éxitos. Jobs y su mentor, Andy Grove, CEO de Intel, discutían cómo Intel podía beneficiarse de los conocimientos adquiridos por Pixar.
Cuando un ingeniero de Intel envió un correo electrónico a Jobs para dar seguimiento a la conversación, Jobs sugirió que Intel debería pagar por esa información privilegiada.
El ingeniero respondió poniendo la reunión en espera y dejó claro que Intel no había llegado a acuerdos financieros previos ni tenía intención de hacerlo en el futuro a cambio de buenas ideas para sus microprocesadores. Esto ofendió a Jobs, quien respondió destacando que el enfoque de Intel no había sido exitoso en el pasado por sus arquitecturas gráficas y bajo rendimiento.
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Luego, Jobs se dirigió directamente a Grove, calificando el correo electrónico del ingeniero como “extremadamente arrogante” y criticando la comprensión (tanto de Intel como de Grove) de la arquitectura de gráficos por computadora como “pésima”.
Grove respondió a Jobs al día siguiente con un correo donde expresó su apoyo al ingeniero de Intel en el caso en cuestión y afirmó que, a lo largo de sus conversaciones con Jobs, nunca había sugerido ni insinuado que se tratara de un intercambio comercial. Aceptó la oferta de ayuda de Jobs exactamente como eso, una ayuda, no como una propuesta comercial. Grove mencionó también ejemplos anteriores en los que brindó ayuda y consejos a Jobs sin esperar nada a cambio.
Según Grove, este tipo de intercambios son lo que hacen las compañías amistosas y los amigos entre sí, y a largo plazo, estas cosas se equilibran. Con su mensaje, no solo expresaba su desacuerdo y puntos de vista opuestos de manera respetuosa, sino que también apelaba a las emociones de Jobs. Grove parecía decirle: “Hey, no solo te he ayudado en el pasado, sino que estás perdiendo la oportunidad de hacer algo más grande que el dinero aquí: contribuir al impulso de la industria”.
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El mensaje de Grove tuvo un impacto profundo. Cinco días después, Jobs respondió mostrando arrepentimiento. Reconoció sus faltas y estuvo de acuerdo en que “a largo plazo, estas cosas se equilibran”. Cambió completamente su postura y se comprometió a ayudar libremente al ingeniero de Intel a mejorar significativamente los gráficos en 3D de sus procesadores.
Este episodio no solo dejó una impresión duradera en la mente de Jobs, sino que también llevó a un cambio significativo en su posición y en la forma en que abordaba los intercambios comerciales. Esta interesante interacción se encuentra documentada en el nuevo libro “Make Something Wonderful: Steve Jobs in His Own Words”, recientemente publicado por Steve Jobs Archive.
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