En la primavera de 2011, Andrew Cameron, un profesor de cirugía de la Escuela de Medicina de la Universidad Johns Hopkins de Baltimore (EEUU), se encontró con una antigua compañera de facultad en Harvard. Su amiga ya sabía que Cameron llevaba tiempo dándole vueltas a la manera de incrementar las donaciones de órganos en EEUU. Durante los últimos 20 años, pese a los esfuerzos realizados, el número de donantes ha permanecido estable mientras las personas que esperan un trasplante se han multiplicado por 10. La suerte de Cameron y de muchos de los enfermos que esperan un trasplante fue que la compañera con la que comentó sus cuitas no era una más de las brillantes licenciadas de Harvard. La mujer era Sheryl Sandberg, directora operativa de Facebook y una de las mujeres más influyentes en internet.
Un año después de aquella charla y tras varios meses de trabajo posterior, Facebook incluyó la posibilidad de que sus usuarios compartiesen su estado respecto a la donación de órganos, de una manera similar a la que permite compartir el estado civil o el nivel educativo. Hoy, Cameron ha publicado los resultados de aquella campaña en la revista American Journal of Transplantation y muestra que el éxito ha sido notable. Los datos reflejan que el día que se puso en marcha la iniciativa, el 1 de mayo de 2012, 57.451 usuarios de Facebook actualizaron sus perfiles para compartir su estado de donante de órganos. Además, 13.012 personas se registraron como nuevos donantes, 21,2 veces más que la media diaria normal, de 616 en todos los EE.UU.
En los siguientes días al lanzamiento de la campaña, el número de nuevos registros descendió, pero aún así, el ritmo de incorporaciones era aún el doble del normal doce días después. Ahora, reconocen los investigadores, habrá que ver si las personas que se apuntaron acaban finalmente donando sus órganos, aunque para hacer ese seguimiento aún deberán pasar años.
BUSCAR ÓRGANOS ENTRE FAMILIARES Y AMIGOS Cameron afirma que este estudio ha tenido un impacto muy superior a otros esfuerzos para concienciar a la población sobre la necesidad de donar sus órganos, por encima incluso de las realizadas en medios tradicionales de gran alcance como la televisión. Además de buscar la forma de lograr que el incremento en el número de registros para la donación se mantenga y no quede circunscrito al momento puntual de la campaña, el cirujano de Johns Hopkins ya piensa en emplear el potencial de la red social para otros proyectos. “Nos gustaría utilizar las redes sociales para ayudar a la gente con fallo orgánico que están tratando de encontrar un donante vivo entre su familia y amigos”, apunta Cameron. “Es difícil e incómodo contarle a la gente que tienes un problema de este tipo y aún más duro pedir ayuda; una aplicación de Facebook podría ser de ayuda”, cuenta.
Respecto a esta campaña, Cameron afirma que están buscando maneras para revitalizar el éxito de mayo de 2012, que se ha ido ralentizando con el tiempo. El investigador afirma que ha hablado con responsables de Facebook para relanzar la campaña en su plataforma para móviles e incluso se está planteando la posibilidad de ofrecer incentivos, como por ejemplo cupones de descuento, para la gente que declare en su página de Facebook que son donantes de órganos.