La industria tecnológica enarboló la bandera del crecimiento económico mundial por los últimos 10 años. Hoy, sin embargo, algo está pasando. Empresas muy representativas como Facebook, Twitter o Amazon enfrentan despidos masivos que hace que nos preguntemos qué está sucediendo en el sector, ¿acaso proyectos tan ambiciosos como el metaverso de Meta se podrían ver afectados por esta crisis generalizada?
Las cifras no son ligeras. Twitter despidió a la mitad de los 7.500 empleados que tiene en todo el mundo, Facebook hizo lo propio con el 13 % de su fuerza laboral –más de 11.000 personas–, Amazon, por su parte, estaría planeando pasar al retiro a 10.000 empleados, de acuerdo a un informe del diario The New York Times. Y así como estas compañías, hay muchas otras más que van por el mismo camino.
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Por otro lado, de acuerdo a los informes de ganancias recientes de empresas como Alphabet, Amazon, Meta y Microsoft, no se cumplieron las proyecciones, lo que ocasionó que sus acciones se desplomaran. Tan solo Meta, por ejemplo, perdió más del 70 % de su valor de mercado en lo que va del año; no obstante, pese a eso y a los recortes de personal, Zuckeberg ha dicho que seguirá enfocada en el metaverso, algo que parece incomodar a los inversores. De hecho, la compañía ya ha tenido que dar un paso al costado frente a algunas tecnologías que estaban en desarrollo.
Crisis del 2000: la burbuja puntocom
Toda esta situación hace recordar a la crisis de la burbuja puntocom del 2000. Aquella vez, en pleno auge de internet y las páginas web, se generó una corriente especulativa muy fuerte entre las empresas del sector que dio paso a una burbuja que terminó por reventar.
El entusiasmo por las tecnologías emergentes (sobre todo en el rubro de la informática y las telecomunicaciones) hizo que en el mercado los capitales se movieran hacia este sector. Con la llegada del dinero, se esperaba que las empresas se desarrollen, crezcan y retribuyan a los inversores que apostaron por ellas.
La tecnología puede ser algo muy llamativo, sin embargo, muchas veces necesita tiempo para asentar sus bases y demostrar que realmente es eficiente. Aquella vez, grandes proyectos empezaron a fracasar y la duda apareció. No paso mucho tiempo para que el capital huya hacia sectores menos volátiles. Ya antes del derrumbe, especialistas advertían que la ruptura de la burbuja iba a llegar tarde o temprano.
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“En aquel entonces se creía que por tener presencia en el ciberespacio todo negocio iba a ser fructífero. Imagínate, había una página que se llamaba Hats.com que se dedicaba a vender sombreros en línea. Estamos hablando de los primeros años de la primera década del 2000. Ellos pensaban vender millones y millones de dólares simplemente por el hecho de estar en la web y tener su página, sin tener en cuenta que el negocio de sombreros es un mercado de nicho desde siempre”, dice a El Comercio Bruno Ortiz, periodista especializado en tecnología y ciencia.
Durante el derrumbe bursátil, muchas tiendas en línea, como Pets.com, Webvan y Boo.com, así como varias empresas de comunicaciones, como WorldCom, NorthPoint Communications y Global Crossing, se hundieron y acabaron cerrando. Algunas otras, como Cisco, Amazon.com y Qualcomm, perdieron una gran parte de su capitalización de mercado, pero sobrevivieron.
“En el 2000, las bases sobre las que se fundamentaba [el mercado tecnológico] eran meras expectativas producto del previsible cambio generacional que conduciría a la proliferación en el uso de internet. Pero en ese momento las redes no tenían suficiente alcance y el acceso a dispositivos de conectividad todavía no estaba al alcance de la mayoría, como para suponer una generalización del fenómeno”, nos dice Luis Ortigueira, profesor del departamento de administración de la Universidad del Pacífico.
“No es sino hasta el 2007, con el iPhone, que se produjo una integración real y un dispositivo móvil con niveles de usabilidad real, marcando lo que sería el referente en la industria. Pero no podemos hablar de un efecto a gran escala hasta la popularización de los smartphones económicamente accesibles que han estado basados en el sistema operativo Android”, agrega.
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¿Podríamos estar cerca de una nueva burbuja tecnológica?
Hoy en día –y luego de una época de bonanza–, aunque el sector tecnológico no lo está pasando bien, nada parece indicar que transitaremos por una situación similar a la ocurrida en el cambio de milenio. Las cosas parecen ser distintas esta vez.
De hecho, Ortigueira considera que en la actualidad la situación es radicalmente distinta. Para el docente, la reducción del personal y la pérdida de valor en el mercado de las empresas de tecnología tienen su base en un reajuste o vuelta a una situación de prepandemia. La paulatina vuelta a la normalidad y a los hábitos ‘offline’ que por mucho tiempo fueron, debido a las restricciones, inaccesibles ha ocasionado la reducción de la capacidad de las empresas de llegar a los consumidores con mensajes publicitarios.
“Recordemos que estas empresas basan su modelo de negocio en su capacidad de microsegmentar clientes o, dicho de otro modo, en su capacidad de dar el mensaje correcto, con el estímulo correcto al individuo correcto como para generar una respuesta en el mismo”, explica.
La tempestad tras la bonanza
Por otro lado, la pandemia trajo una transformación digital acelerada. En unos pocos meses se hizo lo que en otras circunstancias habría tomado muchos años. Esta situación demandó una fuerte apuesta por la industria. Incluso, mientras otros sectores reducían personal, el tecnológico demandó mayor capital humano. Así, cuando algunas firmas se iban a la bancarrota, las tecnológicas no paraban de crecer.
Las complicaciones aparecieron con la llegada de la actual crisis económica, que ha disparado la inflación, y la guerra de Ucrania, que ha traído problemas de desabastecimiento.
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El docente de la Universidad Pacífico explica que el despilfarro de las decisiones de una contratación desproporcionada y sin fundamentos de gestión ha conducido a lastrar los resultados de muchas de estas empresas.
“Tengamos en cuenta que el ámbito de control, es decir la capacidad de coordinar y supervisar a los empleados en las diferentes áreas, se ha visto incrementado en exceso, lo que ha afectado el desempeño en estas áreas. Es por ello que ahora varias de estas empresas se plantean medidas de evaluación del desempeño de estos nuevos empleados que justifiquen la idoneidad de las contrataciones”, refiere Ortigueira.
Asimismo, como señaló recientemente William Quinn, académico de la Queen’s University Belfast, a BBC Mundo, debido al aumento de las tasas de interés, se ejerce mayor presión sobre las empresas de tecnología porque se les dificulta recaudar más inversiones. “Algunas empresas sólidas y rentables están haciendo recortes bastante razonables, pero otras están en problemas”.
¿Peligra la innovación y el desarrollo de la tecnología?
En los últimos años hemos sido testigos de la voracidad con la que ha avanzado la tecnología: dispositivos plegables, el uso de la inteligencia artificial para el arte y muchas otras áreas de la vida, la tecnología blockchain o el metaverso. Y esto es solo un botón de muestra.
La pregunta que muchos se hacen es si las empresas tecnológicas seguirán con el mismo ritmo de desarrollo que han tenido hasta ahora o, por el contrario, se corre el riesgo de que algunos proyectos no puedan seguir adelante.
Uno de los casos más notables es el de Meta, que como ya mencionamos, ha perdido hasta el 70 % de su valor en el mercado el último año. Una de las razones tiene que ver con la facturación y los beneficios de la publicidad, que habían crecido desmesuradamente en los últimos años, y ahora se están desplomando. Mientras eso pasa, el grupo sigue invirtiendo decenas de miles de millones de dólares en el metaverso. Pero realmente el futuro es incierto.
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La gigante de las redes sociales ha destinado alrededor del 20 % de su presupuesto para el desarrollo de este universo virtual, aunque el mismo Mark Zuckerberg ha dicho que tendremos que esperar años para que este proyecto deje de estar en rojo, por lo que optará por capitalizarse con negocio que ya funcionan como Messenger y WhatsApp.
“Esta crisis sí va a afectar a la industria. Si las grandes empresas no tienen dinero, imagínate cómo estarán las más chicas. Hay que tener en cuenta que sobre todo los startups postulan a fondos de financiamiento, por lo que, al no haber tanta expectativa, los inversionistas van a ser más cuidadosos a la hora de invertir, ya que la posibilidad de que el retorno sea rápido cada vez va a ser más difícil”, opina Bruno Ortiz.
El periodista considera que nos estamos dando cuenta que, si bien el cuento de volverse millonario con una idea de tecnología “rompedora” funcionó por algunos años, ese no es el final de la historia. Las empresas tienen que mantenerse y para mantenerse tienen que funcionar como empresas normales.
“Yo creo que ahora estamos viendo en su real dimensión cuáles son los problemas que pasan las empresas de la industria tecnológica y estamos siendo testigos de cómo están tratando de manejar estos problemas. Y ojalá puedan encontrar ideas tan rompedoras para encontrar soluciones como las que tuvieron al momento en que propusieron los negocios que hicieron que inversionistas apostaron por ellos. Me gustaría ver esa misma innovación para encontrar soluciones que permitan que la gente pueda mantener su trabajo y que pueda seguir desarrollando productos que sirvan a los usuarios”, comenta Ortiz.