En la atmósfera del planeta Kepler 7b hay nubes y se mueven poco. Es el principal hallazgo del primer mapa de nubes de un planeta exterior al Sistema Solar.
El planeta en cuestión es un gigante gaseoso similar a Júpiter, que está a unos 1.000 años luz de distancia.
Los astrónomos usaron la información obtenida gracias a los telescopios espaciales Kepler y Splitzer para estudiar al planeta extrasolar, que orbita cerca de su estrella madre.
Los resultados de su investigación, que se publicarán en la revista especializada Astrophysical Journal Letters, sugieren que el gigante caliente está marcado por nubes en el oeste y cielos claros en el este.
Tras observar este planeta con Spitzer y Kepler por más de tres años, pudimos crear una especie de mapa de baja resolución de este enorme planeta gaseoso, dice Brice-Olivier Demory uno de los autores del estudio, del Instituto de Tecnología de Massachusetts (MIT) en Cambridge, Estados Unidos.
No esperábamos ver océanos o continentes en este tipo de mundo, pero detectamos una clara marca reflectante que interpretamos como nubes.
Los astrónomos habían logrado hacer mapas de temperaturas de planetas que orbitan alrededor de otras estrellas, pero esta es la primera observación de nubes en un mundo lejano.
Kepler 7-b es una rareza: más grande que Júpiter pero con menos masa, con una densidad muy baja, similar a la del poliestireno (10kg/m3).
CLIMA ESTABLE Las observaciones en el rango de la luz visible de Kepler de las fases de Kepler-7b, parecidas a las de la luna, permitieron crear un mapa aproximado del planeta que muestra un punto brillante en el hemisferio occidental.
Pero estos datos por sí solos no eran suficientes para descifrar si ese punto brillante provenía de nubes o de una fuente de calor.
Por ello, los astrónomos utilizaron el telescopio infrarrojo Spitzer para reunir más información sobre la atmósfera del exoplaneta. Así pudieron medir la temperatura de Kepler-7b, de unos 800 y 1.000 grados Celsius, demasiado baja para un planeta que orbita tan cerca de su estrella.
De esta forma determinaron que la luz de su estrella madre rebota en las nubes localizadas en el costado occidental del Kepler 7-b.
El Kepler 7-b refleja mucha más luz que muchos de los planetas gigantes que hemos encontrado, algo que hemos atribuido a nubes en la atmósfera, explica Thomas Barclay, del centro de investigación Ames de la NASA en Moffett Field, California, quien trabaja en el equipo del telescopio Kepler.
A diferencia de la Tierra, los patrones de nubes en este planeta no parecen cambiar mucho en el tiempo. Tiene un clima notablemente estable.
La NASA dice que estos hallazgos constituyen los primeros pasos en el desarrollo de técnicas para estudiar las atmósferas de planetas extrasolares que se parecen más a la Tierra en tamaño y composición.
Estamos en un punto en que vamos más allá de simplemente detectar a los exoplanetas, hacia la fascinante ciencia que nos permitirá entenderlos, comenta Paul Hertz, director de la división de astrofísica de la NASA en Washington D.C.
Sin embargo, la misión Kepler ahora ha finalizado por problemas con los componentes que ayudan a apuntar el satélite con precisión.
Pero los astrónomos aún están estudiando los datos que pudo reunir –la misión ha descubierto hasta ahora más de 150 exoplanetas genuinos y miles de otros candidatos a serlo.