Una de dos personas muere a causa del virus raro que entró en el cuerpo a Sonaly Tuesta en el 2016. Aún no se sabe cómo lo contrajo ni exactamente cuál fue, pero sí que era letal dado el cuadro grave que la metió nueve días en cuidado intensivos.
Durante el coma y los días posteriores, la comunicadora que por más de dos décadas recorrió los pueblos y caminos del Perú con su programa de TV Costumbres, tuvo sueños y visiones de los que se aferró para seguir con vida. Un viaje para no morir (Artífice, 2022) reúne todos ellos como una forma de dar gracias por las incontables muestras de cariño que entonces le llegaron desde todas las regiones del Perú, pero también para cerrar un ciclo personal. Uno que por pocos meses coincide con su salida abrupta del Ministerio de Cultura, donde asumió el cargo de viceministra de Patrimonio Cultural e Industrias Culturales.
MIRA TAMBIÉN: Los agricultores de Apurímac que aplican saberes ancestrales para prevenir una crisis alimentaria
—¿Qué es lo más revelador en el encuentro con la muerte?
Que me sirvió para entender mi propósito de vida: ser menos exigente conmigo misma. He sido muy dura al no darme tregua ante el cansancio. Hoy me estoy priorizando. Y en este viaje para no morir me ha sido útil el apego a la memoria. Recordar lo que he vivido me ancló a donde estoy.
—En el libro describes la nitidez de los recuerdos que venían a tu cabeza en ese momento...
Y después del coma también. Cuando salí tenía muchos delirios, no me sentí automáticamente bien. Mis memorias de ambos periodos son en blanco y negro, lo único que tenía color en mis alucinaciones era el lago Titicaca. Porque, claro, soñaba con los lugares a los que había ido, con gente que había conocido. Fue una experiencia muy visual. Recuerdo haber visto a Ccori Sisicha, el danzante de tijeras; a los devotos del Señor Cautivo de Ayabaca, a gente del pueblo de San Jerónimo, de Amazonas, con peroles de mazamorra.
—¿En qué crees ahora?
Antes no me gustaba hablar de mi propia devoción. De los demás, sí, pero no de la mía. Como casi todos, me acompaña la devoción de mi familia, me refiero a la de Amazonas. En casa tenemos presente al Señor de Gualamita (distrito de Lamud, provincia de Luya). Pero no lo vemos a él solo como un Cristo, sino también como una montaña de energías poderosas. Pensar positivamente en otra persona puede transformar destinos.
COMPARTE: La historia de los peruanos que organizaron Lima 2019 y hoy trabajan para Qatar 2022
—¿Tanta gente rezando por ti o deseándote lo mejor fue clave en tu recuperación?
Sí, lo afirmo. No se trató solo de la medicina haciendo su trabajo. El calor y el abrigo de la gente, la mayoría de la cual me conocía por la TV además, fue vital en mi recuperación, fue clave para seguir viviendo.
—Narras en el libro que te llevaban cosas sagradas, y un sueño con un niño milagroso...
Un año fui con el programa a la Semana Santa de Arequipa. En el Convento de Santa Rosa hay una costumbre el Domingo de Resurrección. Las hermanas de claustro, por única vez en el año, salen hasta una parte externa de donde están y les entregan la imagen del Niño a los fieles para que lo saquen en procesión. La tradición dicta que este Niño despierta del coma y ayuda a hacerlo a quienes transitan por él si se ora con ese pedido. Una de las cosas que yo recuerdo en mi coma es escribirle una carta pidiéndole que me despierte, pero diferente. Que me despierte, pero para ser mejor conmigo misma.
—Dices que estás de vuelta para ser más amable contigo misma. Han pasado seis años, ¿cuán difícil ha sido llevar esto a la práctica?
Ufff… mucho. Es bien difícil. Porque llega un momento en que la experiencia pasa, va quedando atrás. Yo no tengo miedo de morirme ahora, pero no quisiera hacerlo. Creo que esto sigue siendo un proceso. He aprendido a saber, eso sí, que no soy invencible, sino un ser humano vulnerable. Y que eso está bien. //
Un Ministerio de Cultura a la deriva
Sonaly Tuesta fue viceministra de Patrimonio Cultural e Industrias Culturales durante cinco meses, hasta abril del 2022. Su salida del Mincul fue polémica. Se le pidió dejar el cargo tras haber criticado al primer ministro Aníbal Torres, quien puso a Adolfo Hitler como ejemplo de desarrollo de infraestructura en Alemania.
“Este fue para mí un tiempo intenso. Lo más difícil fue convencer a mucha gente en el aparato estatal, desapegada de la realidad, que avance contigo en las propuestas. Alinear un solo objetivo es complicado. Se pudo comprometer a mucha gente en el camino, eso sí”.
Sobre lo que pasa en el ministerio hoy: “El Mincul y el Estado no tienen como prioridad a la cultura. No se le ve como motor de desarrollo. Todo queda en actividades y no en transformaciones. Debería haber una política nacional de cultura pensada hacia el 2030″.