López Aliaga, Luis Molina y otros precandidatos a la alcaldía de Lima cuentan cuál es su rincón favorito de la ciudad

Casi a punto de cumplirse el segundo año de la pandemia en nuestro país, el aniversario 487 de la fundación de Lima llega en un momento difícil. Nuestra ciudad capital sigue tomada por la informalidad, el caos, la contaminación y la inseguridad. Aquello que se escribió sobre ella hace 10, 15 o 20 años es, en muchos sentidos, lo mismo que podría escribirse hoy. Por eso, las elecciones municipales de octubre de este año se esperan con particular inquietud.

Cuatro de los candidatos al sillón municipal de Lima aceptaron nuestra invitación para conversar sobre sus planes para la capital, pero no desde cualquier lugar, sino desde aquel que tuviera para ellos un significado especial. Ya sea porque buena parte de su juventud la vivieron allí, o porque les trae recuerdos de su infancia, o quizá fue el origen de su vocación política.

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Luis Molina, actual alcalde de Miraflores, eligió como su lugar favorito de Lima el Bar Restaurant Cordano, al que iba cuando era estudiante de Letras y Derecho de la Universidad Católica, cuando estas facultades quedaban muy cerca de allí, en la plaza Francia. Entonces, un café o un buen sánguche de jamón del país en el mítico local del jirón Áncash, en el Cercado –muy cerca de la puerta posterior de Palacio de Gobierno y la actual Casa de la Literatura–, acompañaban las conversaciones fervorosas, a fines de los 60 y comienzos de los 70, en pleno gobierno de Velasco, cuando el bicho de la política empezaba ya a picarle.

Los lugares preferidos de Lima de cuatro precandidatos a la alcaldía

“Yo estudiaba en el Centro a fines de los años 60 e inicios de los 70. Luego pasé a la Facultad de Derecho en la Casona Riva Agüero, en Camaná. Todos los muchachos y muchachas nos pasábamos horas conversando sobre estas mesas de granito. Los debates eran intensos... cada tertulia en El Cordano la siento como una historia inolvidable”, nos dice Molina.

Molina promete asumir un rol de liderazgo para trabajar con los alcaldes distritales, teniendo como objetivo reducir las brechas y crecer juntos. “Además, es inadmisible que no se haya solucionado la escasez del agua y que sigamos con un transporte caótico que les roba la vida poco a poco a los limeños”, aseguró.

AL RESCATE DE SUS PLAZAS

A pesar de haber pasado la mayor parte de su infancia en Pomalca, Chiclayo, el ex candidato presidencial Rafael López Aliaga guarda especial cariño por un lugar en Lima: la parroquia Santo Toribio, ubicada en la cuadra 3 de Nicolás de Piérola, donde sus padres se casaron. Durante unos años vivieron también a pocas cuadras, en la plaza Dos de Mayo, en una ciudad que ya solo existe en el recuerdo.

“A unas cuadras de aquí está la plaza Dos de Mayo, allí vivió mi familia, y ahora está abandonada. Hay que rescatar esa plaza”, refiere. Las avenidas alrededor de la plaza y de la parroquia tienen mucha historia de su familia. “Mi mamá se iba caminando a San Marcos, tengo fotos de mis abuelos caminando por estas calles. A Lima hay que ponerla al nivel de otras grandes ciudades del mundo. Y tiene que tener gente de buen vivir”.

Otro de sus intereses es rescatar del olvido el proyecto Río Verde, que buscaba recuperar la ribera del río Rímac. “No podemos dejarles un desastre de mundo a los que vienen”.

SÁNGUCHE AL PASO

“Aspiramos a hacer una reforma de transporte que nos permita ver que aquel vecino que tiene un vehículo privado decida ir en el transporte público porque se siente cómodo y seguro”, nos dice Edde Cuéllar, actual alcalde de Ate. Para él, es fundamental que las líneas 2, 3 y 4 del Metro de Lima aceleren su construcción.

El alcalde recuerda con especial cariño las caminatas que hacía en su niñez y juventud por el Centro de Lima junto a su padre, atravesando la plaza San Martín y el Jirón de la Unión hasta el antiguo paradero del puente Trujillo para volver a casa.

Mientras estudiaba en la Universidad Villarreal, acostumbraba sentarse en las mesas de El Chinito, su lugar favorito, donde disfrutaba sus tradicionales sánguches, mientras sostenía conversaciones inolvidables junto a sus amigos y compañeros, mientras soñaba una mejor ciudad. “Mientras caminaba, yo iba imaginando una Lima diferente. Esas calles y El Chinito fueron mudos testigos de mi alegría, mi impaciencia por salir adelante, por soñar con una Lima más igual para todos”, refiere Cuéllar.

En caso de ganar, buscará mitigar los efectos del cambio climático promoviendo la cultura de reciclaje, como asegura haberlo hecho con Ate Recicla. “Quiero que tengamos la ciudad que nos merecemos”, afirmó.

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LA ESCUELA DE LA CALLE

El joven alcalde de La Molina eligió como su lugar favorito de Lima la Unidad Vecinal del Rímac, donde pasó parte importante de su infancia y donde vivía su madre, sus abuelas y tías abuelas. Él nació con un severa discapacidad del habla, por lo que pasó una niñez muy difícil, abrumado por el bullying que sufría en el colegio o en el barrio. Pasó su infancia entre La Molina y el Rímac, apoyado por su abuelita Chela, quien lo hizo salir adelante a pesar de esa discapacidad, que con gran esfuerzo pudo corregir. “El Rímac marcó mi vida. Allí vivían mis tías abuelas y sobre todo mi abuela Chela. Sin ella yo no habría podido llegar lejos, me enseñó a hablar y a creer en mí mismo”, recuerda.

“Lo que queremos es revolucionar Lima y romper el paradigma de la infraestructura gris”, afirma el precandidato, quien prefiere proponer un modo de hacer las cosas, no una infinita lista de construcciones. //

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