A poco de iniciar la conversación por zoom, Kat Reeder nos advierte que no hablaba tanto en español, su lengua materna, desde que se fue de Perú a los 8 años. La semana pasada la ilustradora peruano-estadounidense radicada en Hawai, empezó a notar que sus seguidores locales, que antes eran pocos, empezaban a subir en sus redes sociales, en las que exhibe y ofrece su arte. “Averigüé qué había pasado y vi que estaban haciendo notas allá por el estreno de Licorice Pizza. Es bien bonito y no es algo solo de Perú, sino de Latinoamérica”.
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Lo que había pasado es que la prensa reportaba que una peruana, que se fue del país huyendo de la crisis de los años 80, era la encargada de realizar el póster de Licorice Pizza, la nueva película del destacado Paul Thomas Anderson. El póster ilustrado causó tal sensación que muchos usuarios de redes comentaban que estaban enamorados de él, que se lo querían llevar a casa.
Algunos pasaban a la acción y lo arrancaban de las paredes. Mientras, webs como Indiewire o Playlist lo incluían en sus notas con los 25 mejores poster del cine del año que pasó. Y en Ebay algunos lo cotizan en cientos de soles.
A Katherine Rodríguez Reeder lo sucedido le parece un sueño. Ella, que es coleccionista de arte antiguo, es una gran fan de los pósters ilustrados de películas, una bonita tradición que se fue perdiendo en algún momento. Hubo un tiempo en que los póster ilustrados eran tan icónicos que trascendían como el de La Naranja Mecánica, Tiburón, Chinatown, o Volver al Futuro. El de Licorice Pizza tiene ese sabor vintage de los clásicos que va perfecto con la trama de un adolescente muy seguro de sí mismo que está enamorado de una chica diez años mayor.
—¿Cómo llegaste a hacer este encargo para Paul Thomas Anderson? ¿Tenías un contacto o conocías a alguien en la industria?
No conocía a nadie en Hollywood aunque llegar ahí siempre había sido mi sueño. La pandemia fue un poco la responsable porque por ella empecé a hacer videos, a poner mi arte en redes y mucha gente empezó a conectar y conocerme. Antes, mi mercado era solo Japón y Hawai, en donde vivo. Mi arte tiene esta onda tipo años 70. Y parece que alguien en el grupo de Paul Thomas Anderson vio mis ilustraciones y eso fue. Fue como una competencia con varios artistas hasta que Paul dijo “ella tiene lo que quiero”.
—¿Qué le gustó al director de tu trabajo?
Quizá le gusto la manera en que dibujo a las mujeres, con mucha confianza, muy poderosas y un poquito coquetas pero no mucho, como es el personaje de Alana (Alana Haim), en Licorice Pizza. Al final me escogieron. Fue casi un año de trabajo, hasta que salió el arte publicado y dije “wow”; porque al final quedamos dos artistas en la lista corta. El otro artista hizo el arte del soundtrack. Ha sido un sueño. Todo pasó muy rápido. No esperé que tenga tan buena recepción y acá estoy, que no lo creo todavía.
—¿Cómo fue hacer este póster? Dices que lo hiciste a ciegas, sin ver la película.
Eso fue un desafío. Me dijeron que era la historia de un muchacho que está enamorado de una chica que es mayor que él, y que buena parte de la película se iba a desarrollar en los antiguos pinballs de los años 70. Los primeros diseños me dijeron “piensa en los 70s, en las máquinas de pinball”. Luego me dijeron enfócate en la historia de un muchacho que está enamorado de una chica que no puede obtener, pero básicamente ella lo tiene en sus manos. Así fue como empezamos.
—¿Qué piensas cuando te enteras que la gente se está llevando los pósters a sus casas?
Yo me hago esa pregunta, ¿qué es lo que la gente ve? Lo que me dicen es que les gusta ella, su cara, su auto confianza y seguridad. Hay gente que vivió esa etapa y me dicen “pudiste capturar la esencia de lo que fue ser un teenager en los setenta”. Pero yo no fui adolescente en esa época, para mí es como una fantasía. Lo que escucho es que pude capturar algo de esa esencia. Hasta ahora me pregunto qué es lo que pasó.
—Tu arte lo proponen como un renacimiento de los pósters ilustrados de películas, que era una tradición muy bonita que se fue perdiendo un poco.
Estoy feliz por eso porque los carteles son parte de la historia. Soy muy fan de grandes artistas de pósters de películas como Drew Struzan (Star Wars, La Cosa, Blade Runner) y Richard Amsel (Indiana Jones, Mad Max, Chinatown) que hicieron grandes pósters. Eso se perdió un poco con la fotografía. Los pósters salían y desaparecía. No duraban en el tiempo. Los antiguos pósters ilustrados sobreviven después de la película. La gente los recuerda, los busca y colecciona porque trascienden. Eso es lo que quiero porque yo aprendí a dibujar sola. Siempre he coleccionado cosas vintage. Que la gente diga “quiero este póster en mi casa” me hace muy feliz porque eso es lo que siempre me inspiró.
—¿Cómo es que te vas de Perú? Cuéntame esa historia.
Nosotros vivíamos en el Rímac. Mi papá se fue primero y nosotros no sabíamos si lo íbamos a volver a ver. Él no conocía a nadie, pero sentía que tenía que salir de Perú porque eran tiempo difíciles. Un año después recién pudimos reunirnos con él. No teníamos familia en EE.UU., no conocíamos nada. Acá mi papá aprendió a hacer a pisos de mármol y abrió su compañía. En Miami trabajó en casas de celebridades, y de ahí parte un poco mi fascinación por Hollywood. Luego me casé y vivimos en Hawai hace años. Y ahora estamos tratando de tener éxito para poder agradecerle a los padres.
—Dejar un país siempre es difícil. ¿Qué tanto lo fue para ti?
Salir fue difícil y llegar acá igual. Era un tiempo difícil para la migración. No sabía la gente americana a qué veníamos. Ahora los latinos somos parte de acá. Teníamos que trabajar, que ser buenos ciudadanos. Ser inmigrante es estar en medio de dos culturas, y cuando eres niño es peor, porque estábamos en el medio del medio. Para mis padres era complicado el tema de mantener lo peruano en casa y estar seguros de que sus hijos sean ciudadanos americanos.
—¿Has vuelto a Perú?
La última vez fue hace siete años, pero sí quiero ir. Tengo un niño que justo tiene 7 y me parece importante que él conozca la cultura peruana. Sí, quiero regresar a Perú. Mi papá sí va a cada rato. Se va y se queda meses. Perú es parte de nuestras vidas.
—¿Cómo fue la premiere de Licorice Pizza? Te he visto con el director y los actores
Fue un sueño. Me invitaron pero no pensé que iba a conocer al director, al cast. Pensé que iba a estar lejos pero no, pude estar con ellos y fue muy lindo. Paul Thomas Anderson me dio un abrazo grande, me dijo que le encantó mi arte. Me agradeció por hacer el dibujo y yo le agradecí más bien por la oportunidad. Y él me decía “no, has hecho un buen trabajo”. Conocí a Alana y a sus hermanas, y así, cuando se enteraban que era la artista gráfica venían a hablarme, me daban abrazos y me preguntaban cómo lo hiciste.
—En tus dibujos hay una presencia femenina constante. ¿Por qué es eso?
La mujer siempre ha sido parte de mi arte. Siempre tuve una obsesión con la belleza femenina, que empezó con referentes muy americanos y derivó hasta algo más multiétnico y mixto, como hago ahora. Lo veo como una celebración de la mujer internacional y al mismo tiempo con un toque latino. Todo empezó con la forma femenina, con el cine mexicano, como las películas de María Felix. Esa es parte de mi voz,
—¿Te gustaría seguir haciendo póster de películas?
Por supuesto. Me gustaría seguir trabajando con Paul Thomas Anderson de nuevo. Y también me gustaría mucho hacer algo con música, como la portada de un disco.
—¿En dónde puede la gente ver el arte de Kat Reeder?
Tengo una tienda que distribuye mi arte por todo el mundo. Y pueden seguirme en redes sociales como Instagram, Twitter, Facebook, poniendo Kat Reeder Art. //
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