Los médicos diagnosticaron infarto cardiaco poscovid y neumonía grave. Me informaron que el paciente necesitaba entre tres y cuatro bypasses coronarios: de las cuatro arterias principales del corazón, solo una estaba aceptable. El 80% del lado derecho del corazón estaba dañado. El paciente era mi hermano Marco, diabético de 57 años, con un primer infarto, hace cuatro años. Un amigo médico me había dicho que a la cirugía le vendrían bien muchas plegarias, y que me prepare. Luego de mes y medio de permanentes idas al Hospital Nacional Dos de Mayo, sabía que Marco estaba listo para la intervención. En la sección I4, donde esperan los pacientes que serán operados, me comentaban que algunos de ellos hablaban con mucho optimismo de “la misión”. “Falta poco para que lleguen”, “deben estar alistando sus equipos”, “ya habrán salido de EE. UU.”.
¿Quiénes eran? Al día siguiente estaban en el quirófano, serenos pero apurados, sacando sus instrumentos sobre una mesa. Entre ellos, vi a un médico que más parecía un senséi. Supe después que era el doctor Aldo Elmer Rafael Yarihuamán, cirujano cardiaco, especialista en trasplante cardiovascular, sanmarquino con estudios en el primer centro de cirugía cardiaca del mundo, el Cleveland Clinic, de Ohio, EE. UU. Desde hace 11 años, el doctor Aldo lidera la misión médica “Salvando corazones”, que realiza cirugías de riesgo en este hospital.
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“Soy natural de Yauli, Jauja, mis padres fueron campesinos, sé de las carencias. Mi primera experiencia con la muerte fue cuando mi padre estuvo a punto de fallecer. Él tuvo un accidente dentro de una mina cuando yo tenía siete años. Desde ahí quise ser médico, ayudar a la gente que tiene dolencias”, me contó el doctor Aldo, después.
La misión estaba integrada por un equipo multidisciplinario, todos especialistas en enfermedades coronarias. Entre ellos, el director del Departamento de Anestesiología de Cleveland Clinic, un jefe de perfusión y dos perfusionistas (ayudan a soportar el corazón y el pulmón en el momento de la cirugía), un cardiólogo especialista en insuficiencia cardiaca (peruano egresado de la Universidad Cayetano Heredia), dos enfermeras en sala, un residente de cirugía cardiovascular y un estudiante de medicina.
En el 2013, hicieron la primera operación mínimamente invasiva, un hito en la cirugía cardiaca en nuestro país. Son varios los aportes en la técnica quirúrgica de la misión: el enfoque es apenas invasivo, lo que reduce a la tercera parte el tamaño del corte en la cirugía. Esto disminuye a la mitad el tiempo de recuperación –de 12 a 6 semanas– y lo mismo con el tiempo de internamiento.
A lo largo de estos años, el doctor Aldo Rafael ha logrado sumar a su causa a instituciones de EE. UU. que aportan insumos, dispositivos o válvulas para pacientes. “Recientemente, la Sociedad de Cirujanos Torácicos de EE. UU. nos ha ayudado a costear pasajes y alojamiento. Quienes vienen me dicen: ‘No importa si no tienes fondos, Aldo, yo voy gratis’. En esta oportunidad, han intervenido a 15 pacientes, el 70% de los cuales provienen de regiones y provincias lejanas del Perú.
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Cuatro horas después de iniciada la cirugía de Marco, el doctor Julio Peralta Rodríguez, cirujano cardiovascular, jefe del Departamento de Cirugía de Tórax y Cardiovascular, me dio tranquilidad: “Ha salido bien de quirófano”. Tanto él como el doctor Aldo Rafael me narraron que las misiones, la infraestructura, los aportes de insumos y la mística no serían posibles sin la entrega del doctor Efraín Montesinos, un destacado cirujano cardiovascular, pionero de la cirugía cardiaca en el país. Al jubilarse en la década del 90, trajo máquinas, equipos y una serie de insumos al hospital para modernizar esta área. “Él nos enseñó que aquí el rey es el paciente, que debemos comprender el dolor y la angustia de los familiares. Por eso tratamos de que el paciente se recupere pronto para su reinserción social y laboral”. El doctor Peralta destaca el beneficio de este tipo de misiones para el personal de salud peruano. “Es como cuando los soldados están en la guerra y avanzan, y llegan sus refuerzos: la misión nos da una fuerza enorme”.
Mientras escribo este artículo, mi hermano se recupera en la Unidad de Cuidados Postoperatorios, con el cuidado diario de médicos, enfermeras y personal dedicado. Hace poco me cantó una pequeña estrofa de Volver, “que es un soplo la vida”. A su lado también salen adelante los pacientes intervenidos del I4: José, Arturo, el señor Baluarte, junto al niño Ángel de la Guarda. Gran misión cumplida.//
El Dpto. de Cirugía de Tórax y Cardiovascular del hospital dos de mayo realiza un promedio de 200 operaciones por año. Antes de la pandemia Se llegó a operar hasta seis pacientes por día. Para poder cubrir el embalse actual de 2 mil a la espera de cirugía cardiaca, se requiere aumentar cinco veces el presupuesto para esta área.
El mayor requerimiento se encuentra en insumos. Solo organizaciones y amigos médicos de EE. UU. Los donan, y son insuficientes. Más información en: https://www.facebook.com/H2deMayo.