Esta mañana, Huancayo ha amanecido con resaca. Son las 7 a.m. del 29 de julio y hay poco transporte público. La mayoría de negocios permanecen cerrados y prácticamente no hay gente en las calles. Mientras la ciudad hace un esfuerzo por despertar, Kimberly García León (28) ha llegado al estadio Mariscal Castilla, fresca como el viento que por estos días resopla en el valle del Mantaro, lista para entrenar.
Una semana después de obtener su doble campeonato mundial, Kimberly no ha parado de correr. La noche anterior a esta entrevista se reencontró con toda su familia luego de dos meses, pero casi no tuvo tiempo de celebrar. Compartió con ellos una pachamanca de cordero, su plato preferido, y un tradicional “calientito” andino, antes de irse a dormir al borde de la medianoche. Dice que los dos últimos días han sido los más ajetreados de su vida. Saca el celular y muestra su agenda: reuniones con sus auspiciadores, eventos protocolares y entrevistas con medios peruanos y extranjeros.
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Kimberly, desde las alturas de Huancayo
“La señorita Kimberly siempre ha sido muy aplicada. Desde tempranito viene aquí a entrenar”, nos dice Teodosio Romero, portero del estadio Mariscal Castilla, quien conoce a la marchista nacional desde que era una impetuosa adolescente que ganaba todos los torneos de su categoría. Ella suele entrenar en el centro de alto rendimiento de Huancayo, pero hoy está cerrado por el feriado de Fiestas Patrias. Por eso Kimberly ha venido aquí, al que considera su segundo hogar, el lugar donde empezó a practicar marcha atlética con apenas cinco años.
A esa edad, su prima Minerva la animó a incursionar en este deporte, que hasta hace poco era desconocido para una inmensa mayoría de peruanos: en la marcha atlética, lo que se intenta es caminar lo más rápido posible, pero sin llegar a correr ni despegar ambos pies del suelo. “Toda la vida a Kimi le ha gustado venir al estadio”, le cuenta a Somos Gabriela León, mamá de Kimberly. “Era una niñita bien disciplinada. Hasta el día de hoy, prácticamente no ha cambiado en su forma de ser. Ha sido responsable en todas sus cosas… en la escuela, en el deporte, en la casa. Es una persona muy correcta”.
Pedro Cañizares, su primer entrenador, la secunda: “Desde esa edad, Kimberly ha tenido mucha actitud para el deporte. Destacaba sobre sus demás compañeros y mostraba una buena proyección. Comenzó con el programa de atletismo básico, luego continuó con el programa de perfeccionamiento y de ahí paso al de alto rendimiento”.
Kimberly se perfilaba como la gran promesa del atletismo peruano, pero, como muchos otros casos, estuvo a punto de quedarse solo en eso: en una promesa. Felizmente no pasó.
A PASO FIRME
Normalmente, cuando no tiene competencias a la vista, como ahora, el entrenamiento de Kimberly consiste en realizar trotes de entre 45 minutos y una hora. A todo momento, dos fieles compañeros le siguen el ritmo: Chanel y Canela, sus mascotas.
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Tras culminar con su rutina, nos sentamos en una de las gradas del estadio para conversar. La deportista huancaína se muestra amable, tiene sonrisa fácil y cada vez que medita una respuesta achica sus enormes ojos marrones, como intentando transportarse mentalmente a otro tiempo. A sus más profundos recuerdos. “Si no fuera por mis padres, jamás habría llegado a donde estoy. Sus opiniones son muy importantes para mí”, dice la atleta bajo un cielo azul majestuoso que, durante la temporada seca, permite divisar el imponente nevado Huaytapallana.
Kimberly lleva tatuada la palabra “Familia” en el antebrazo izquierdo, junto a una breve inscripción: “Donde la vida comienza, el amor nunca termina”. Son ellos quienes la han acompañado en las buenas y no tan buenas. Cierta vez, durante un campeonato juvenil en Venezuela, fue a comer a un chifa con sus papás un día antes de la competencia, sin imaginar que le caería ‘bomba’. Al rato le entraron náuseas y, llegando al hotel, vomitó todo lo que había ingerido. “A pesar de tener una infección estomacal, yo les decía que igual quería competir. Siempre he sido un poquito terca. Aunque aquella vez, igual me terminaron descalificando”, ríe.
Conforme iba creciendo dentro del atletismo peruano, su preparación demandaba mayores recursos. Llegó un momento en que José Antonio y Gabriela, sus padres, quienes se dedican al rubro de confección, no podían costear sus viajes, indumentaria especial y todo lo que implica ser un deportista de alta competencia.
En ese trance, al no tener el respaldo económico para alcanzar sus sueños, decidió estudiar la carrera de Odontología, pero la dejó cuando tuvo que hacer sus primeras prácticas. “Me daba nervios limpiar los dientes de los pacientes”, comenta. Luego probó con Administración de Empresas, carrera que estudia hasta el día hoy. “Sentía que debía estudiar a la par para poder subsistir. No veía que el deporte me pudiera dar ingresos”.
En el 2016, cansada de remar a contracorriente, de sentir que ni el IPD ni la Federación Peruana de Atletismo la respaldaban, Kimberly tomó una drástica decisión: anunció su retiro de la marcha atlética. “En casa estábamos muy tristes por la decisión de Kimi, pero aun así la apoyamos. Fueron momentos realmente duros. Veíamos su frustración y se nos partía el corazón”, cuenta Gabriela León. “Pero gracias a Dios, al cabo de unos meses, se acercó una empresa local para darle los estímulos que necesitaba. Luego vino otra y así, poco a poco, se fueron dando las cosas para mi hija. Yo le decía que lo bueno siempre llega en el momento indicado”.
LA META FINAL
El nombre de Kimberly García empezó a sonar más allá de los Andes centrales cuando clasificó a los Juegos Olímpicos Río 2016. En los Panamericanos de Lima 2019 obtuvo la medalla de plata y todo hacía presagiar que en Tokio 2020, por lo menos, alcanzaría el podio. Pero llegó la pandemia a cambiarlo todo: tuvo que recluirse en casa sin tener opción a entrenar como lo venía haciendo. Trataba de mantenerse en forma haciendo uso de una caminadora, o dando clases y consejos desde la terraza de su casa a sus seguidores en Instagram para que se inicien en la marcha atlética.
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Cuando el año pasado le tocó competir en los Juegos Olímpicos de Tokio, no pudo terminar la carrera. “Lamentablemente, no tuvimos la preparación adecuada y la ansiedad me jugó una mala pasada”, confiesa. Durante varios días lloró, se increpó y tuvo un bajón emocional del que finalmente pudo reponerse.
Con la mente despejada, decidió ir en busca de Andrés Chocho, atleta ecuatoriano y reconocido entrenador de marchistas, para que sea su guía. “Las cosas no estaban marchando bien, pero pudimos alcanzar el nivel que necesitábamos para competir en el mundial. Por los tiempos y marcas que hacía, me proyectaba al tercer puesto. No imaginé que iba lograr un doble primer lugar”, dice. “Sé que la preparación de Kimberly puede ser aún mejor y que ella puede alcanzar un objetivo grande en París 2024″, declaró el entrenador en conferencia de prensa.
¿Cuál es el siguiente paso que dará Kimberly García? “Por ahora, quiero descansar y disfrutar de mi familia. Estamos planeando salir todos de viaje. Siento que está bien esforzarse por alcanzar las metas que uno se propone, pero también es importante disfrutar de la vida, de la naturaleza, de todo que nos rodea. Mira este paisaje hermoso en el que estamos. Yo me siento bendecida de haber nacido aquí”, culmina Kimberly. Y yo también creo que es una bendición. //
El mundial de atletismo congrega a los mejores atletas del mundo. Es un evento que está al mismo nivel que los Juegos Olímpicos.
El hecho de que Kimberly García haya obtenido dos primeros lugares la ponen en lo más alto de la historia del deporte peruano. El único precedente que tenemos es el de Edwin Vásquez en Londres 1948.
Sin embargo, considero que el logro de Kimberly lo supera. Esto sin menoscabar lo que en su momento hicieron Kina Malpartida, Sofía Mulanovich o Alberto ‘Chiquito’ Rossel, que también han sido campeones mundiales en sus respectivas disciplinas.
Yo creo que el atletismo es probablemente –junto al boxeo– el deporte más exigente de todos. Además, tiene una dimensión histórica que lo hace especial.
Ahora, lo que le toca a Kimberly es ratificar su buen momento en París 2024.
En el 2013 ocupó el 32° lugar en el Campeonato Mundial de Atletismo en Moscú, donde participó en los 20 km en marcha atlética.
En el 2015 participó en La Copa Panamericana de Arica y obtuvo la medalla de plata.
Luego de los Juegos Olímpicos de Río 2016, donde quedó en el puesto 14, consideró retirarse del atletismo profesional.
En diciembre del 2017, Kimberly García fue premiada por la Federación Peruana de Atletismo como la mejor atleta de ese año.
Por sus dos medallas de oro en Oregón 2022, recibió los laureles deportivos en Palacio de Gobierno.