El Servicio Nacional Forestal y de Fauna Silvestre (Serfor) señala que en Perú habitan cinco de las siete especies de tortugas marinas que existen en el mundo. Esta foto fue tomada en la Costa Verde, el 16 de abril último. (Foto: Jose Ignacio Maurtua)
El Servicio Nacional Forestal y de Fauna Silvestre (Serfor) señala que en Perú habitan cinco de las siete especies de tortugas marinas que existen en el mundo. Esta foto fue tomada en la Costa Verde, el 16 de abril último. (Foto: Jose Ignacio Maurtua)
Vanessa Cruzado Alvarez

En días de , Jose Ignacio Maurtua ha visto a la naturaleza en su máximo esplendor. El fotógrafo profesional –que vive en un condominio frente a la playa Los Pavos, en Barranco– pasaba sus mañanas en la terraza disfrutando del sol y la brisa hasta que, en el día 32 de la cuarentena (16 de abril), sus vecinos le avisaron de unos delfines cerca de la orilla. “Saqué mi lente de 700 mm y vi que no eran delfines, sino que eran entre cinco y diez tortugas, a tres metros de la orilla”, recuerda aún emocionado. Lleva casi un año residiendo a 300 metros de la orilla y no había presenciado semejante espectáculo. A los minutos publicó las imágenes en su perfil de Facebook y los usuarios –que compartieron el post más de 6.300 veces–, claro, quedaron maravillados. Ocho días después la naturaleza volvió a regalarle otra postal única: un grupo –ahora sí– de delfines migraba hacia el sur.

Yuri Hooker, coordinador del laboratorio de biología marina de la Universidad Peruana Cayetano Heredia (UPCH), explica que, si bien las tortugas marinas son difíciles de ver en la costa central (Lima e Ica), están todo el año en el litoral peruano. “Lo que ocurre es que cuando hay mucho tránsito de embarcaciones, bulla o están en zonas donde no se sienten seguras, apenas se ven. Solamente sacan la cabeza para respirar y luego se hunden. Cuando las condiciones están tranquilas, como ahora, los animales se sienten más cómodos en salir”, agrega.

Cuando estos reptiles marinos migran de Piura al norte de Chile, cuenta el especialista, se alimentan en zonas específicas como la bahía de Samanco (Áncash), de Lima (Chorrillos) y de Paracas (Ica). “Lamentablemente, en muchos lugares las capturan ilegalmente para ser alimento. Ahora están nadando tranquilamente sin temor a chocar con un barco o a que los pescadores las capturen”.

Existen más de 15 especies de delfines registradas en nuestro país. (Foto: Jose Ignacio Maurtua)
Existen más de 15 especies de delfines registradas en nuestro país. (Foto: Jose Ignacio Maurtua)
/ JI.MAURTUA
Los mamíferos pueden ser vistos en playas limeñas como Cerro Azul, Puerto Viejo, Punta Hermosa y Pepinos. En el norte, en Los Órganos y Cabo Blanco. Hay especies de río también. (Foto: Jose Ignacio Maurtua)
Los mamíferos pueden ser vistos en playas limeñas como Cerro Azul, Puerto Viejo, Punta Hermosa y Pepinos. En el norte, en Los Órganos y Cabo Blanco. Hay especies de río también. (Foto: Jose Ignacio Maurtua)
/ JI.MAURTUA

Pese a que los delfines son más comunes de ver, el panorama es similar al de las tortugas marinas. “Siempre hay delfines en la costa peruana”, enfatiza Hooker. “Perú es uno de los países que más especies de delfines tiene en el mundo. Los que han nacido y crecido en una ciudad están muy poco acostumbrados a ver la naturaleza. Puede que miren el mar, pero muy pocos se ponen realmente a observar. Lo que ocurre ahora es que muchos que están en edificios o casas frente al mar, tienen el tiempo suficiente para mirar con detenimiento y descubrir especies que siempre estuvieron ahí”.

CIELITO LINDO

La Costa Verde se ha convertido en sede de visitantes bastante singulares. Agua Dulce (Chorrillos), por ejemplo, que recibe cerca de ocho mil bañistas por día, ha empezado a albergar bandadas de gaviotas de Franklin (Leucophaeus pipixcan), que anualmente llegan de Estados Unidos y Canadá en diciembre y retornan en mayo.

“Esta migración es exclusivamente para alimentarse”, explica Yuri. Estas aves suelen buscar playas lejanas de la urbe o lagunas costeras, como los Pantanos de Villa, para asentarse. “Siempre vienen, pero las playas de arena, las más bonitas para ellos, están llenas de gente. Ahora que estamos en casa, han encontrado esos espacios -que son maravillosos para alimentarse- libres. Podemos darnos cuenta de cuánto impacto tiene el ser humano”.

La inusual presencia de cientos de gaviotas en las playas de la Costa Verde ha llamado la atención. Aves aprovechan la soledad de la zona por el aislamiento social obligatorio. (Hugo Curotto /GEC)
La inusual presencia de cientos de gaviotas en las playas de la Costa Verde ha llamado la atención. Aves aprovechan la soledad de la zona por el aislamiento social obligatorio. (Hugo Curotto /GEC)
/ HUGO CUROTTO
A fines de mayo, las gaviotas de Frankling viajarán de regreso a Estados Unidos y Canadá, para su reproducción. (Hugo Curotto / GEC)
A fines de mayo, las gaviotas de Frankling viajarán de regreso a Estados Unidos y Canadá, para su reproducción. (Hugo Curotto / GEC)

Situación similar ocurre con especies residentes como Guanayes (Leucocarbo bougainvillii), pelícanos (Pelecanus) y zarcillos (Larosterna inca), que ocupan la zona no solo para descansar, sino también para comer.

EL ENCUENTRO

El más reciente avistamiento que se viralizó en redes sociales ocurrió el pasado 24 de abril, cuando unos guardaparques del Santuario Histórico de Machu Picchu, en Cusco, compartieron una imagen del oso de anteojos (Tremarctos ornatus) cerca de la ciudadela inca. En la publicación del Ministerio de Ambiente -que fue compartida 1,4 mil veces en Facebook- los usuarios celebraban la noticia.

Ernesto Escalante, jefe del santuario, cuenta que si bien hay registros de la presencia del también llamado oso andino en la llaqta (ciudadela, en quechua), lo que no es común es la proximidad del encuentro. “Ahora que no hay turistas es más frecuente verlos. En estos días de cuarentena hemos tenido ocho registros [de contacto cercano. Son especies muy tímidas, no suelen acercarse a las personas. Normalmente están en los bosques”, explica el biólogo.

En las 37 mil 102 hectáreas del santuario –que va desde el puente Aobamba (hidroeléctrica) hasta el nevado Sallkantay- se ha registrado la presencia del oso de anteojos en 92% del lugar, según un monitoreo realizado a inicios de este año. (Foto: Sernarp)
En las 37 mil 102 hectáreas del santuario –que va desde el puente Aobamba (hidroeléctrica) hasta el nevado Sallkantay- se ha registrado la presencia del oso de anteojos en 92% del lugar, según un monitoreo realizado a inicios de este año. (Foto: Sernarp)

Jose Ignacio, Yuri y Ernesto coinciden en que es tiempo de reflexionar sobre la actitud que tenemos hacia la naturaleza. Para Pedro Gamboa, jefe del Servicio Nacional de Áreas Naturales Protegidas por el Estado (Sernanp), el primer paso para el cambio es ser conscientes de nuestras acciones. “A veces por desconocimiento, y otras por irresponsabilidad, muchos de nuestros actos impactan negativamente en la naturaleza. Ahora tenemos tiempo de contemplar esta naturaleza viva que sorprende, entusiasma y emociona en una sociedad moderna. Luego de esta pandemia, este debe ser nuestro cambio: ser responsables y respetuosos con el lugar donde vivimos”. La clave es tener presente que la fauna que ahora vemos, en realidad, nos ha acompañado desde siempre. //

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