“Cuando somos pequeños soñamos en grande, pero la vida te va llevando por otros caminos, por donde te necesitan”, medita Érika Villalobos, con la mirada curiosa como quien está a punto de dar vida a un nuevo personaje. Esta vez, su talento la ha llevado a interpretar en el teatro a Ernestina Mirabilia, una mujer que crece y comparte con los espectadores su vida entera: desde los 17 hasta los 107 años.
La vulnerabilidad que ello implica ha sido enriquecedora (y retadora) para la actriz. “Cada personaje te hace reflexionar sobre tu vida y la enriquece. Incluso, puede hacerte mejorar de ciertas formas”, comenta. Aunque su nombre puede estar en boca de todos, Villalobos asegura que está en un punto de paz que no tiene precio. Valora el tener lo que califica como “uno de los trabajos menos aburridos que existen”, y está lista para enfrentar lo que la vida le tenga preparado.
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El personaje que encarnas en “Velas de cumpleaños” es revolucionario y soñador de joven. Cuando crece, deja de cumplir sus sueños para convertirse en artífice de los ajenos. Al interpretarla, ¿te sentiste identificada con esto?
Hay varias cosas que me he dado cuenta sobre mí mientras conocía y entendía a Ernestina Mirabilia. Y sí, me ha pasado muchas veces eso de pensar en los demás antes que en mí, como creo que la mayoría de mujeres hacemos. Es que somos las encargadas de reunir a la familia. Eso es una responsabilidad muy grande, que no deja de ser gratificante.
Pero sin dejar de lado la satisfacción personal.
Claro. Últimamente, pienso mucho más en mí. En hacer las cosas que me gustan porque me lo merezco. Eso sin dejar de estar pendiente de los demás, porque para mí si los que amo están felices, yo también soy feliz. Entonces, trato de combinarlo un poco.
¿Hubo algún momento en particular que te llevó a ese quiebre?
Un momento específico no. Pero las palabras de mis hijos me ayudaron mucho. Que ya están grandes, además. A menudo mi hija me dice : “Pero, mamá, ¿por qué no te diviertes?, por qué no sales”, es muy linda conmigo. Ya no me siento tan culpable cuando salgo [como cuando eran pequeños], porque me divierto y luego vuelvo a casa feliz para compartir con ellos.
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Por años, la culpa ha sido vista como algo inherente a la maternidad, a las mujeres.
Sí, pero ahora se habla más sobre que las mamás no somos perfectas. Igual, la culpa nunca se va; pero es bueno que las familias reconozcan que mamá no es un muñeco que debe estar atendiendo a los demás siempre. Que mamá se cansa y también tiene necesidades. Es bonito tomarse respiros y regresar, salir a engreírte y regresar sintiéndote mejor.
¿Cómo manejas las redes sociales con tu vida privada?
No las leo tanto. Tampoco veo televisión nacional. Reviso mis redes y las manejo mucho para términos de trabajo, profesionales. De vez en cuando, pongo cosas personales; pero no es seguido.
Cuando te iniciaste en el mundo mediático, las redes sociales no existían. Ahora todo está más expuesto, la gente siente que tiene la facultad de opinar sobre las figuras públicas como tú. Lo has vivido en las últimas semanas.
Yo le agradezco muchísimo al público por el cariño que le da a mis trabajos. Pero, a veces, la gente dice: “Tú eres un personaje público, tienes que aguantar”. Y yo les digo que no. Yo no soy pública. Popular o conocida, de repente sí. Mi trabajo se lo debo al público, pero mi vida no. Y eso me gustaría que quedara un poquito más claro.
¿Te llega a afectar?
A veces es un poco frustrante, pero creo que hay que tratar de no pensar en eso y no leer mucho las redes. Aún me sorprende cuánto puede comentar la gente sin saber nada, y también cuánto puede creerle la gente a alguien que ni siquiera me conoce y habla de mí. Al final del día, estoy agradecida por mi trabajo, por mi familia y por los amigos que tengo, y eso es lo que importa. Me siento en paz y contenta en este momento de mi vida. //