Sobre una ladera en Villa el Salvador desde la que se llega a divisar el mar, la basura cobra una nueva vida. Estamos en la biofábrica de Sinba y han llegado dos camiones con decenas de contenedores provenientes de hoteles y restaurantes de Lima. Con ayuda del personal, se descargan a través de una máquina que parece tragarse los restos de carne, huesos, vegetales y frutas. Posteriormente, estos desechos orgánicos se trasforman en comida de alta calidad para cerdos criados en granjas urbanas certificadas, muchos de los cuales irán a parar a nuestra mesa en forma de adobo o kam lu wantán. Y así, la cadena se repite.
MIRA TAMBIÉN: “Orquestando”: una oportunidad musical para las personas privadas de su libertad
Este modelo de producción está basado en el principio de economía circular, que tiene como fin reciclar y reutilizar todo aquello que se desecha para darle una segunda vida. Andrea Rivera, Philip Reiser y Bitia Chávez supieron sobre este sistema durante un congreso de startups en 2015. Decidieron aplicarlo después de hacerse la siguiente interrogante: ¿qué pasa con nuestra basura? La respuesta los llevó a descubrir la cruda realidad: en el Perú, cada persona genera más de 300 kg de residuos anualmente, pero solo se recupera el 5%. Es decir, cerca de 10 millones de toneladas terminan en el medioambiente cada año.
Con ese conocimiento entre manos, y movidos por la indignación, los tres amigos fundaron Sinba, una empresa cuyo nombre se inspira en el movimiento #SinBasura (no confundirse con Simba, el entrañable personaje del “El rey león”).
“El sistema actual es sumamente contaminante. Comenzamos con este proyecto para intentar cambiar esa realidad, a través de soluciones prácticas basadas en el sentido común, la colaboración y los ciclos de la naturaleza”, nos dice ‘Pipo’ Reiser mientras recorremos la fábrica. “Por ejemplo, trabajamos con empresas a las que ayudamos a segregar mejor sus residuos, para luego nosotros reutilizarlos. Esta acción puede reducir hasta en un 80% su producción de basura”, explica.
MANOS A LA OBRA
Además de los residuos orgánicos, en Sinba también procesan residuos sólidos como plástico y cartón. Para ello trabajan con una red de pequeños acopiadores y recicladores a quienes les pagan un precio justo por su labor, una de las más peligrosas y vulnerables de la ciudad. Dichos precios, por la volatilidad del mercado, se actualizan cada semana.
COMPARTE: ¿Cómo es la biblioteca de tu distrito? Tres testimonios de gestión para acercar la lectura a los vecinos
Priscila Machuca es una de las diez operarias de esta área de la planta, quien se encarga de recibir y clasificar los desperdicios. Hay más de siete tipos de plástico, pero no todos pueden ser reusados. Priscila asegura que reconoce a la perfección cuáles sirven y cuáles no. “Yo recién llevo siete meses, pero he podido aprender muchas cosas. Lo más gratificante es saber que con tu trabajo contribuyes a reducir la contaminación”, comenta la trabajadora.
En esta misma línea, implementaron el servicio Hogares sin Basura, enfocado en la recolección de residuos en casas. Tras agruparlos en enormes sacos y mallas, son despachados a aquellas empresas que los usarán como materias primas para sus operaciones. “El aumento de nuestra flota logística va al mismo ritmo de la oferta y demanda que tenemos de nuestros residuos e insumos. Mantener el crecimiento de ambas es complicado. Es un desafío del día a día”, dice Andrea Rivera, una de las fundadoras del proyecto.
A pesar de haber vivido momentos complicados durante la pandemia, en 2022 experimentaron una recuperación: facturaron 3 millones de soles en ventas. Y, este año, esperan superar largamente esa cifra y duplicar la cantidad de residuos procesados, pasando de 10 a 20 toneladas de residuos orgánicos y sólidos por día.
Un ejemplo de cómo emprender, de modo socialmente responsable. //
TE PUEDE INTERESAR
- 50 años de hip hop: la escuela en Lima que te enseña a rapear y producir beats
- Carta Astral: ¿para qué sirve, cómo calcularla y por qué las personas se guían de ella?
- Fito Espinosa: una mirada al deslumbrante mundo interior del artista plástico
- “Orquestando”: una oportunidad musical para las personas privadas de su libertad
Contenido Sugerido
Contenido GEC