El arte tradicional está cambiando las vidas de cientos de artesanas locales a través de retablos, textiles y piezas fabricadas a base de piedra de Huamanga. UMA, emprendimiento peruano creado hace cinco años por un equipo de catorce jóvenes peruanos, se ha encargado de potenciar las habilidades de mujeres ayacuchanas y cajamarquinas con pasión, esfuerzo e ilusión por un mejor futuro, y ha conseguido no solo que las familias involucradas incrementen sus ganancias, sino que también erradiquen brechas de pobreza, violencia y exclusión.
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“Empezamos por Ayacucho. Las hermanas Andrea y Alejandra Guardia fueron las primeras en identificar el contraste que había en la localidad: su riqueza artesanal era importante y distintiva, sin embargo los índices de violencia hacia las mujeres, autoras de este arte, eran altísimos. Además, vivían en condiciones de vulnerabilidad y pobreza”, señala Andrea Vidalón, quien junto a las hermanas Guardia apostó en sus inicios por el proyecto. A ellas, se unió también Eyner Gamarra, otro peruano motivado por el cambio.
El primer objetivo de UMA era claro: escalar el diseño tradicional a piezas prémium y únicas en el mercado, mediante capacitaciones, mejores insumos y mayor alcance comercial.
LOGROS
Tras posicionarse en el tercer puesto del concurso President’s Innovation Challenge de Harvard (único emprendimiento peruano en lograr esta hazaña), UMA se coronó como ganador en el certamen Social Impact Fellowship Fund, del laboratorio de innovación de la misma casa de estudios.
¿DÓNDE ENCONTRARLOS?
Las piezas de UMA están disponibles vía Instagram en @uma.artesanias o en la web uma.samishop.com. También, en las tiendas físicas de Sienna Bakery y Morphology.
“Este arte es parte de su historia, de su cultura. El talento estaba, así que trabajamos en mejorar su experiencia con diseños únicos y acceso a insumos de alta calidad, lo que también las diferencia en el mercado y posiciona positivamente. Es algo importante, porque sus piezas recobran valor, ellas lo notan y sus hijos [las nuevas generaciones] también, lo que afianza que este tipo de herencias perduren en el tiempo”, explica Gamarra.
Los resultados son prometedores. A través de la revalorización de sus piezas, las mujeres artesanas no solo han incrementado sus ingresos, sino también los hombres en las comunidades se han involucrado activamente en el proceso. “Se están derribando estereotipos machistas que existían. Los esposos que antes veían mal que sus esposas trabajen, hoy las apoyan e incluso participan de su arte”, indica al respecto Andrea Guardia. En esa línea, las brechas de violencia y exclusión de género, también se están cerrando.
En UMA, actualmente participan más de 400 artesanas de Cajamarca y Ayacucho, y alrededor de 14 personas integran el equipo. Aunque la próxima meta es impulsar el proyecto en otras regiones del país, sus líderes no pierden de vista el sueño de llevar este modelo a comunidades artesanas de otros países de Sudamérica.
Para este propósito, alientan también a otras empresas a sumarse al objetivo, sobre todo a tiendas que deseen servir de vitrina para sus piezas con propósito, corazón y talento. //
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