Samanta Alva Vargas

Todos los días, nuevos creadores de contenido emergen en plataformas como TikTok, Instagram y YouTube, enriqueciendo el ecosistema digital con diversidad de perspectivas, talentos y formas de comunicar. Estas plataformas han democratizado la posibilidad de conectar con audiencias globales, permitiendo que más personas compartan información valiosa, inspiren cambios positivos o incluso generen movimientos sociales.

Sin embargo, no todo creador de contenido puede ser considerado un influencer. La diferencia radica en el impacto que estos tienen sobre las decisiones, comportamientos y opiniones de sus audiencias. Un influencer no solo genera contenido, sino que también establece una conexión auténtica y creíble con su público, influyendo en ellos de forma significativa. Esta influencia conlleva una responsabilidad que no debe subestimarse, pues lo que se comparte puede moldear la percepción de miles o incluso millones de personas.

Reconociendo esta influencia, hemos elaborado un primer mapa de influencers peruanos para identificar a aquellos creadores de contenido que más están aportando a sus comunidades. Según la “Guía de publicidad para influencers” desarrollada por Indecopi, un influencer es alguien que, más allá de su número de seguidores, posee credibilidad sobre un tema y tiene el potencial de influir en decisiones de consumo o comportamiento de su público. Este mapa busca resaltar a los creadores que no solo destacan por su alcance, sino también por su capacidad de contribuir positivamente al ecosistema digital.

En Perú, un estudio realizado en 2020 por la agencia Influencity estimó que había alrededor de 73.000 influencers, incluyendo a los “microinfluencers” (aquellos con menos de 50.000 seguidores). Esta cifra ha crecido considerablemente en los últimos años, dado el auge de las redes sociales y la creación de contenido. Sin embargo, el crecimiento también plantea retos importantes: según la UNESCO, el 62% de los creadores de contenido digital no verifica de manera sistemática la información antes de compartirla, exponiendo a sus audiencias a datos incorrectos o desinformación.

En este contexto, el rol del influencer trasciende la simple generación de contenido atractivo. Estos creadores deben asumir una postura ética, verificando las fuentes y garantizando que lo que comparten sea confiable. La responsabilidad de influir no solo se traduce en oportunidades para marcas y empresas, sino también en un compromiso con la transparencia y el bienestar de sus comunidades digitales. Solo así podrán consolidarse como agentes de cambio positivo en el panorama actual de las redes sociales.


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