Rafaella León

Las noticias

no

dejes que hasta el rostro

se me sequen

piel

de lágrimas y arrugas

en vísperas de cualquier muerte

no

puedo dejar de pasar

(Retrete para huérfanos, Doris Bayly, 1996)

La desaparición inesperada de nuestra querida (nacida virgo, el 16 de setiembre de 1962) nos ha devastado a quienes compartimos con ella una de las etapas más hermosas de la revista Somos, a mediados de los años 90. Tenía la sonrisa más dulce en medio de esas pecas de miel, que eran el sello de su lugar favorito en este mundo, el mar. Doris era una fina poeta, pero sobre todo la recordamos como la amiga de voz dulce que podía leerte el alma de una mirada. Como periodista cultural, se trajo la genialidad de los artistas y la voz de los que quieren que este sea un paraíso en la tierra. Era la gran curadora de las obras de su compañero, Armando Williams.

Sus últimos años se entregó, junto a su familia (Armando y los dos hijos de la pareja, Ricardo y Daniel), a una vida reposada en el norte del Perú. Allí se alimentaba de lo que cultivaba en su propia casa, y cada día fotografiaba los desiertos durante sus largos paseos en bicicleta. Así observó de cerca –y denunció- los serios problemas de la gente, la necesidad de miles de desplazados que arribaban desde la frontera, la contaminación de la gran industria, y también la corrupción de las autoridades. Todo el tiempo gestionaba ayuda para quien lo requiriese: pescadores, mujeres, agricultores, deportistas, amigos. Sus manos –de mujer que ha arado la tierra, de misteriosa devota de claustro, de escultora de su propio destino en piedra- siempre estaban abiertas y mirando hacia arriba.

Doris vivió a plenitud y su abrazo de hermana, más que amiga, quedará por siempre en nuestros corazones. (Luis Miranda, Rafaella León)

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María Luisa del Río, periodista

“Un estilo único, irrepetible”

Un día, hace más de veinte años, me contó que bajaba en bicicleta a la costa verde todas las mañanas y nadaba un poco. Yo, que me creía la súper surfer, me reí de ella, qué es eso de chapotear en la orilla, tienes que correr olas, sentencié. Y no tuve que insistir mucho, ese mismo viernes, en la antigua redacción de Somos, sabiendo que faltaba solo una hora para que cerrara la única tienda de surf existente en el país, en Conquistadores, volamos hacia allá, cada una en su Honda 70, por toda la Arequipa, y llegamos cuando ya estaban a punto de ponerle candado a la puerta. Doris se compró un par de aletas -nuestros sueldos no daban para más- yo le di una morey vieja que me sobraba y corrimos, otra vez, en nuestras motos, a comprar los pasajes de bus a Trujillo en una agencia de Javier Prado. Lo logramos. Esa misma noche partimos a Huanchaco, amanecimos ansiosas por llegar a la playa, el mar estaba gigante, pero no dije nada, no quería transmitirle miedo y confiaba en su fortaleza. Doris entró ligera, esperó su primera ola, la bailó, la corrió como hizo todo en la vida, con un estilo único, irrepetible. Y desde entonces nunca más dejó de entrar a surfear, salvo dos únicos días en su vida, cuando dio a luz a sus hijos y los doctores no la dejaron escaparse. Decir que le enseñé a surfear sería un acto de soberbia vergonzoso, fue ella quien me enseñó, con inmensa sutileza y absoluta generosidad, que la vida es un brevísimo viaje y que ser auténticos es lo único que importa. Gracias amiga, nos vemos en las olas.

A mediados de los 90, en un paseo a Santa María de Nieva, Condorcanqui, Amazonas. Amaba la naturaleza. En la foto aparece también su gran amiga María Luisa del Río, ambas eran periodistas de Somos.
A mediados de los 90, en un paseo a Santa María de Nieva, Condorcanqui, Amazonas. Amaba la naturaleza. En la foto aparece también su gran amiga María Luisa del Río, ambas eran periodistas de Somos.


Fernando Ampuero, ex editor de Somos (cuando Doris integraba la redacción de la revista)

“Su pasión era el mar”

Doris Bayly fue siempre una chica inteligente, discreta y, sobre todo, encantadora. Hoy, que se ha ido, la recuerdo por su pasión más definida: el mar. Escribía muy bien, y una tarde, no bien la recluté para Somos, se apareció en mi oficina y me dijo: “Gracias por darme el trabajo. Pero tengo un problema: me va mal el horario; no pienso llegar aquí a las 10 de la mañana. A esa hora todavía estoy corriendo olas”. Ese detalle, por supuesto, no impidió que la contratara.

Doris, tercera de la izquierda, con el equipo de Somos a mediados del 2000.
Doris, tercera de la izquierda, con el equipo de Somos a mediados del 2000.


Victoria Guerrero, escritora y activista

“Me hablaba de otras formas de vida posibles”

Conocí a Doris hacia finales de los años 90 como poeta, nos habremos visto algunas pocas veces, luego yo me fui del Perú. Volvimos a coincidir hace unos años cuando se formó el Comando Plath, me escribía siempre manifestándome la importancia de pronunciarse sobre la discriminación hacia las mujeres. Luego, cuando me diagnosticaron con cáncer, Doris se convirtió en una persona central en mi vida. Fue a ella a quien me dirigía cuando las cosas se ponían oscuras. Si bien muchos amigos y amigas me apoyaron, ella fue una guía importantísima: su vida había cambiado radicalmente a raíz de su propio cáncer. Durante los periodos más difíciles de la quimioterapia, no había día que no me llamara o escribiera para ver cómo estaba. Me enviaba comida, medicinas, regalos. Me hablaba de otras formas de vida posibles, de pasar un tiempo en el norte, de dejar Lima. Nos entendíamos por la poesía. Nos entendíamos por la enfermedad y nuestras madres difíciles. Cuando iba a entrar a cirugía, tenía mucho miedo, y me dijo: Si yo pudiera, te daría mis dos senos. Esa era Doris: la risa, la libertad, el verano. Hoy la vida es más opaca sin ella.

Amaba el mar por sobre todas las cosas. Este retrato es del 2018, caminando por la playa de Máncora.(Foto: Guillermo Figueroa)
Amaba el mar por sobre todas las cosas. Este retrato es del 2018, caminando por la playa de Máncora.(Foto: Guillermo Figueroa)

Carmen Ravago, fotógrafa

“Tenía un gran amor por el conocimiento”

Doris llegó a la redacción de la revista Somos en 1996, casi juntas, ella y María Luisa del Río. Me alegré al ver que la ‘familia’ que éramos en el trabajo se vería beneficiada con la llegada de tan hermosas personas (éramos un grupo de fotógrafos y redactores muy jóvenes e interesantes todos… De hecho, los que contrataron a cada uno de nosotros supieron elegir no a periodistas sino a gente con sensibilidad y creatividad. En el grupo habían antropólogos, gente de literatura, filósofos, comunicadores, etc. Cada uno de nosotros brillaba y aportaba).

Al principio las observamos de lejos, y con el tiempo, al acercarnos, descubrimos en Doris a esa chica hermosa que, como la describe tan bien , “flotaba porque no era de este mundo”…

Doris era fuerte y guerrera, y a la vez era suave y delicada, ella tenía un punto de vista distinto, era original, pensadora, filósofa, investigadora, con gran amor por el conocimiento, era sencilla, generosa y amante de la naturaleza.

Doris Bayly es una artista.

Máncora, 2016. Todos los días entraba al mar a surfear. Corría olas como hizo todo en la vida: “con un estilo único, irrepetible”, cuenta su amiga María Luisa. (Foto: Iñigo Maneyro)
Máncora, 2016. Todos los días entraba al mar a surfear. Corría olas como hizo todo en la vida: “con un estilo único, irrepetible”, cuenta su amiga María Luisa. (Foto: Iñigo Maneyro)

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