Una luz de esperanza ilumina las vidas de Gladys Peña y su hijo Roberto desde el 2017, luego de que el gobierno promulgara la ley que regula el uso medicinal del cannabis, la cual permite la importación, producción y comercialización de esta planta y sus derivados para fines terapéuticos. A Roberto lo diagnosticaron a los dos años con epilepsia refractaria, una afección que le provoca movimientos espasmódicos incontrolables en todo el cuerpo.
“Él toda la vida se ha tratado con medicamentos farmacológicos. Al principio funcionaban, pero al cabo de dos o tres meses volvían las convulsiones. A veces eran una o dos por día y se lastimaba mucho”, relata Gladys. “Yo, sinceramente, ya había perdido la fe de encontrar una solución para tratar la dolencia de mi hijo”, añade.
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Pero un buen día, durante una de las consultas de Roberto en el hospital Hermilio Valdizán, esta madre de familia y emprendedora conoció el caso de un paciente con epilepsia que había reducido sus crisis convulsivas haciendo uso de cannabis. “Sentí que era un mensaje de Dios. Así que hice las averiguaciones para tratar a Roberto con ese medicamento”, recuerda.
En un principio accedió al aceite medicinal a través de la farmacia Universal, donde la derivaron con los profesionales de salud pertinentes para recibir asesoría. “Si bien sus convulsiones han seguido, ahora son bastante esporádicas. Por recomendación médica, no he dejado de darle las pastillas que le recetan en el hospital”.
Por estos días, Roberto lleva a la par una terapia personalizada en la clínica Zerenia (en alianza con la clínica Montesur), especializada en tratar pacientes con cannabis medicinal. “En su caso, la evolución ha sido notable en los últimos meses. Lo que hay que entender es que el cannabis no va a brindar una cura definitiva, sino una mejor calidad de vida”, comenta Raúl Lama, el médico que le prescribe la cantidad de gotas que debe tomar de día y noche. “Si bien la mayoría de pacientes llegan informados sobre el tema a la consulta, aún hay quienes temen que les genere un trastorno adictivo, cosa que la OMS ya ha descartado por completo en sus investigaciones”, complementa.
CAMINO LEGAL
El caso de Juana Olazábal es similar. Ella fue diagnosticada con epilepsia refractaria a los 21 años y sintió que su vida se detuvo de un momento a otro. Comenzó un tratamiento farmacológico que incluía una veintena de pastillas al día, entre anticonvulsivos, ansiolíticos y antipsicóticos.
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“La dinámica en mi casa cambió por completo. Mi familia estaba muy pendiente de mí, pero sentía que el tratamiento no hacía el efecto deseado. Llegué a tener veinte convulsiones por día”, cuenta Juana. Hoy, gracias al uso medicinal de cannabis, ha pasado a tener una convulsión cada tres meses en promedio. “Siento que la planta me devolvió la autonomía y la dignidad necesaria para vivir. Es como si todos los horribles momentos que pasé hayan sido un mal sueño”.
Juana, fundadora del colectivo ‘Purple Joy’, es una de las miles de pacientes beneficiadas con la aprobación de la legalización de los cultivos asociativos del cannabis para uso terapéutico en el Perú. Con el nuevo reglamento, las personas inscritas en el registro de pacientes usuarios del cannabis, supervisado por el Estado, pueden cultivar y procesar la planta para el tratamiento que requieran, siempre que cuenten con la prescripción de un médico.
“Somos un buen ejemplo para otros países de la región sobre cómo hemos avanzando con el uso medicinal del cannabis y su marco regulatorio, pero aún hay mucho por hacer. El reglamento puede ser perfectible, no hay nada que esté escrito en piedra”, le cuenta a Somos la ex ministra de Salud Silvia Pessah, quien estuvo involucrada en la aprobación de la Ley 30681, que regula el uso del cannabis. “El problema ahora es que el acceso en regiones es prácticamente inexistente. Es injusto que en provincias no tengan las mismas expectativas”.
De acuerdo con la doctora Pessah, en el país aún no existen campos legales de cultivo que produzcan cannabis para uso medicinal. Según el Centro de Estudios del Cannabis de Perú, esta planta tiene el potencial para beneficiar a 7 millones de peruanos con distintas dolencias (desde problemas neurológicos hasta oncológicos), pero solo la usan formalmente alrededor de 10 mil pacientes registrados en la Digemid. Más del 90% de las farmacias que expenden aceites de cannabidiol y THC (los principales componentes de la planta del cannabis) se concentran en Lima e importan sus productos de México o Colombia. //
POR UNA MEJOR FISCALIZACIÓN
Max Alzamora (Presidente de la Asociación Peruana de Medicina Cannabinoide y director del centro CannaHope)
Lo que no debería estar en discusión es el uso del cannabis para tratar dolor crónico, náuseas y falta de apetito por quimioterapia y en pacientes con espasticidad por esclerosis múltiple, y algunos tipos de epilepsia refractaria. Sus beneficios en esos casos están comprobados. Hoy en día, uno de los problemas que han surgido y de los que poco se habla es el mercado negro de aceites y derivados de la planta.
A través de redes sociales, proveedores ilegales venden aceite de cannabis, cremas, gomitas, galletas y chicles que no pasan por ningún control sanitario. En la mayoría de casos, ni siquiera utilizan cepas de cannabis para elaborar sus productos. Ninguna institución pertinente ni el ministerio del Interior se preocupa por fiscalizar debidamente este tipo de comercio. Ante esta problemática, los que finalmente se ven afectados son los pacientes.
EL PRIMER DISPENSARIO
En Lima ya funciona un establecimiento que pone a la venta el cannabis medicinal en beneficio de pacientes que requieren su uso. Se trata del dispensario Cannabis & CO, situado en el distrito de Miraflores. El establecimiento cuenta con los permisos correspondientes otorgados por la Dirección General de Medicamentos, Insumos y Drogas (Digemid), entidad del Ministerio de Salud (Minsa), y la Dirección Antidrogas (Dirandro) de la Policía Nacional. “Cuando el paciente llega con una receta, el proceso es mucho más rápido y más fácil. Atendemos la receta, preparamos el producto, y la otra es cuando el paciente viene y no sabe cuál es el proceso. Nosotros acá los asesoramos”, cuenta Ricardo Rivera -Shcreiber, director comercial del dispensario. //
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