Paolo Guerrero volverá al fútbol en el 2019. Probablemente sea lo suficientemente joven para clasificarnos a Qatar 2022, pero lo suficientemente viejo como para ser un respetable suplente en el Mundial que viene. Con 38 años encima.
Él era el heredero de una posición desperdiciada por Claudio Pizarro en la que una Eliminatoria antes habíamos tenido a Flavio. Pero el cambio generacional costó demasiado: Paolo reemplazó a Pizarro en el momento -y en el tiempo justo- para ser todo. El día en que deje el fútbol probablemente hagan una placa con su nombre donde diga que fue goleador, caudillo, decisivo, polémico, santo, sacrificado, muerto, resucitado, expiado y muchas otras palabras que servirán para definirlo.
Sentir a la selección es para nuestra generación -la que por fin vio a Perú en el Mundial- como cuando los mayores veían a la blanquirroja sin Cubillas. Sin embargo, hay una diferencia: cuando Cubillas dejó el fútbol habían otros justo detrás.
Hoy, al menos a la luz de los amistosos, hay pocos jugadores que puedan ser un sustituto preciso de la figura de Guerrero. Los hay buenos delanteros, pero ninguno destacado en una liga top. Los hay líderes, pero ninguno imprescindible. Los importantes, pero él es indiscutible.
No hay un solo jugador que sume todas las cualidades de Paolo Guerrero. No hay uno que tenga el temp´le de patear al arco ante Colombia en los últimos minutos y que tenga la seguridad de que el balón va a entrar para mantenernos con vida. Lo que hay hoy día son jugadores que pueden sumar, entre todos y como equipo alguno de sus dones. Hay un Ruidíaz, un Tapia, un 'Orejas'.
Paolo Guerrero no nos durará hasta el siguiente mundial. Quizás ni acabe la Eliminatoria. Lloraremos su ausencia a menos que todos entendamos que los que vienen no podrán ser como él. O a menos que aparezca un tocado por pura generación espontánea.