Planeta Marte, abril del año 2271. Un joven científico de la segunda generación de colonizadores quiere saber porqué tuvimos que dejar la Tierra. Accede a su modem intracraneal para husmear en los archivos de algún país al azar. Por ejemplo, el Perú.
Su procrastinación lo lleva al año 2021. Justo en plena campaña electoral de esa nación que alguna vez fue imperio. Se encuentra con un artículo que contiene el siguiente párrafo:
“López Aliaga continuó ayer su campaña en Arequipa, donde se le vio junto a personas disfrazadas de puercos”. (1)
MIRA TAMBIÉN: Peligros del almuerzo dominical, por Jaime Bedoya
El misterio de ese enunciado sobrecalienta su dispositivo craneal. Lo invade una profunda curiosidad sobre los usos políticos de ese país en que, recordaba, había nacido el cebiche sintético.
¿Qué trama ritual cumplían aquellos seres humanos vestidos como mamíferos en torno al candidato? ¿Era cábala, folklore? Además, el líder de los disfrazados se presentaba en un trance incomprensible, que era la lectura arrastrada y balbuceante de una misma hoja de papel. ¿Esos disfraces simbolizaban el fin de un planeta devorado por sus propios desperdicios?
Su intriga aumentó al descubrir que en esa misma localidad donde sucedía eso había nacido el único Nobel de Literatura peruano. Personaje que también había tentado a la presidencia, pero los electores prefirieron a un ingeniero enemigo de la declinación verbal que acabaría en la cárcel. ¿Eran los puercos los heraldos rosa de un sino trágico?
El algoritmo lo llevó al término chanchada, y a nueva data: el reo ex presidente había fundado una dinastía política marcada por sus discrepancias con la ley.
COMPARTE: El país del mal menor, por Jaime Bedoya
La hija del reo, tras tentar infructuosamente a la presidencia 4 veces consideró que la política no era lo suyo. Se convirtió en exitosa conferencista motivacional, autora del bestseller ¨¡Ya que más me puede pasar¡¨, volúmenes 1, 2, 3 y 4.
Así llegó a una conferencia de la susodicha con una longeva entertainer peruana. La fecha era julio del año 2053.
La invitada, en silla de ruedas, llevaba una llamativa peluca multicolor. La conferencista hizo alusión a sus 101 años, lo que no le hizo gracia a la veterana. A manera de compensación le dijo que le tenía una sorpresa.
Llamó entonces al primer mandatario de la nación, un señor de apellido Beingolea. El caballero, ya mayor, llevaba una condecoración en las manos. ¨Yola, tu has sido siempre el Sol del Perú ¨, le decía, a la vez que la anciana abría los brazos para decir ¨! Mi burbujito presidente!¨. La conferencista lloraba de alegría.
Si bien fascinado por el exotismo de antaño, el científico tenía una misión. Le tocaba activar el sistema de defensa contra los llamados ¨hermanos superiores¨, alienígenas que atacaban a la especie humana apoyados por terrícolas colaboracionistas que se identificaban por un extraño peinado bombé. Un último detalle le llamó la atención.
LEE: La vida es eso que pasa mientras haces una cola, por Jaime Bedoya
Al pedirle a su procesador una explicación final de qué rayos había pasado en el Perú en el 2021, el resultado fue un archivo que decía ¨A César Acuña le dan 1 segundo para enviar un mensaje en el debate¨. Tenía que oírlo.
Quedó estupefacto. Ese mensaje mínimo era exactamente el lema sagrado que gobernaba la Confederación Interespacial Humana. Había sido el impulso verbal que había salvado a la especie y que estaba inscrito en doce mil idiomas en cada pared de la Base Marciana Hernando de Soto, llamada así en homenaje al descubridor del planeta rojo:
- Tu seguridad, lo principal.
Los disfrazados de puercos se volvieron irrelevantes. El manta incomprensible de su líder también. La luz estaba en otro sitio: Ese hombre del futuro que habitaba en el pasado se llamaba César Acuña.
[1] Perú21, marzo 30 de 2021. Página 7, párrafo 7.
VIDEO RECOMENDADO
Contenido Sugerido
Contenido GEC